Johannesburgo, sábado 18 de agosto del 2018.-
El preocupante aumento de la caza furtiva de rinocerontes en el sur de África en la última década ha obligado a los conservacionistas a poner en marcha medidas drásticas, desde la vigilancia 24 horas a fórmulas como cortarles el cuerno para evitar que sean blanco de los cazadores.
Trabajando conjuntamente con reservas privadas, estatales y comunitarias, la organización Project Rhino lleva desde 2015 descornando rinocerontes en la región sudafricana de KwaZulu-Natal (este), la segunda con más mamíferos de este tipo de la nación y la que cuenta con más diversidad genética, en una medida que a priori suena controvertida.
«No es doloroso para los animales, es exactamente como cortar una uña. El animal está sedado pero consciente y le tapamos los ojos y los oídos», explicó a Efe Chris Galliers, coordinador de Project Rhino, quien asegura que la iniciativa está dando buenos resultados.
«En las reservas en las que lo hemos hecho, antes de 2015, el numero total de rinocerontes cazados suponía el 25 % del total de la provincia. Desde que el descuerne empezó, esa cifra bajó al 5 %; los números nos dicen que la amenaza se reduce muy sustancialmente», detalló Galliers.
Con un total de alrededor de 20.000 ejemplares si se combinan las cifras de los blancos y negros (ambas, especies en peligro de extinción), Sudáfrica alberga la mayor colonia de rinocerontes del mundo y sus reservas se usan para repoblar otros paisajes africanos donde prácticamente han desaparecido.
Pese a los esfuerzos para protegerlos, solo en ese país murieron en 2017 más de un millar a manos de los furtivos que buscan hacerse con el preciado cuerno, normalmente contratados por mafias.
En el mercado negro, el cuerno alcanza valores de entre 60.000 y 80.000 dólares por kilo y va a parar principalmente a países asiáticos como China o Vietnam.
Allí se le atribuye propiedades medicinales, se emplea en joyería o se usa como símbolo de estatus socioeconómico.
Hay quienes, incluso, lo compran como inversión de futuro contando con que un día los rinocerontes se extinguirán y los cuernos valdrán una fortuna.
En Sudáfrica, las alarmas por la escalada de la caza furtiva empezaron a sonar en 2008 -en 2007 solo habían muerto 13- y, para las reservas naturales desplegadas por todo el país esto ha supuesto un incremento de entre el 35 y el 50 % en los costes de seguridad.
Algunas no pueden asumirlo y optan por no tener rinocerontes, con lo que a las muertes directas, la caza ha sumado la reducción del hábitat de esta especie.
En este escenario, la opción de serrar el cuerno aparece como un mal menor.
«No es una situación ideal, no es algo que nos guste hacer porque, por un lado, es muy costoso y, por otro, son animales salvajes. Lo mejor sería no molestarles», expuso Galliers.
«No nos gusta hacerlo pero, si lo comparamos con el nivel de amenaza bajo el que están, esta es una intervención que por ahora tenemos que hacer porque está funcionando», agregó.
El equipo tiene que emplear un helicóptero, así como a veterinarios expertos, estar en regla con multitud de permisos y volver al cabo de unos 8 meses, cuando el cuerno ya habrá crecido de nuevo.
Según las observaciones realizadas hasta ahora, la operación no tiene impacto en la vida de los rinocerontes, ni en comportamiento ni en términos de autodefensa.
«La mayoría de las amenazas no provienen de otros animales sino de otros rinocerontes. Los negros son más proclives a ser depredados por leones (porque son más pequeños), pero eso es tanto con cuernos como sin», indicó el coordinador de Project Rhino.
La «clave», detalló Galliers, es descornar a la población entera porque dejar, por ejemplo, a un macho con cuerno crearía un escenario «injusto».
«Obviamente habría algún impacto en la especie a largo plazo pero, si lo ponemos en la balanza, la amenaza de los furtivos es mucho mayor», recalcó.
Descornar a la población entera también es una diferencia fundamental respecto al único precedente de descuerne a este nivel que existe, según Galliers, en la historia : una iniciativa en Zimbabue en los años 90.
Allí, al no quitarles el cuerno a todos, los furtivos mataban a los descornados para no volver a encontrárselos.
Rhino Project, una organización que se financia a través de donaciones, no descarta que esta iniciativa pueda extenderse fuera de las fronteras de KwaZulu-Natal.
Aunque hay reservas que ya descuernan a título particular, el esfuerzo combinado es, según Galliers, lo que puede marcar la diferencia en la lucha contra la caza furtiva.
Por: EFE/Nerea González
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