China.
Delatar al vecino del que sospecha que ha contraído la COVID-19 y llevarse como recompensa 10 mil yuanes, poco más de 1 400 euros, forma parte de las prácticas que se incentivan en China para cortar la cadena de contagios en el país.
Las delaciones, alcanzan sobre todo a términos de la China rural como el condado de Jingxiu en la provincia septentrional de Hebei, vecina de Pekín. Ahí, los médicos y farmacéuticos que reporten a personas con síntomas que pueden ser de COVID-19, también pueden recibir la misma cantidad.
En Jingxiu, las autoridades sanitarias presumieron hace unas semanas de su nuevo «sistema de castigos y recompensas» para que los residentes delataran a aquellas personas que no hayan informado, como se requiere, de su entrada a la localidad».
La misiva incide en vigilar» a personal de seguridad, porteros de urbanizaciones, médicos, farmacéuticos o funcionarios, así como en estar alerta por si se celebran bodas y funerales sin avisar.
Para casos como ocultar un itinerario de viaje, se aplica otra legislación que incluye 10 días de detención administrativa.
China, aferrada a una estricta política de «cero covid», lleva más de tres meses lidiando con rebrotes de la variante ómicron, con el caso más serio ilustrado por el confinamiento de la megalópolis de Shanghái (26 millones de habitantes) durante más de dos meses.
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