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Las vacunas que nos han salvado

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Por Liliana Morán Rodríguez, Ciencia UNAM-DGDC

A la gran mayoría de la población mundial no le había tocado vivir una pandemia como la que tenemos actualmente de COVID-19 y desear tanto tener una vacuna que pueda proteger contra la enfermedad.

A otras personas les ha parecido sospechoso que en tan sólo diez meses se desarrollaran diversas vacunas seguras y efectivas contra este nuevo virus, el SARS-CoV-2.  En realidad, es sólo parte el proceso de años de investigación a los coronavirus y basadas en estudios y prácticas mejoradas que datan del S. XVIII con Edward Jenner, a quien se le conoce como padre de la inmunología.

Hablar de vacunas se ha convertido en un tema del día a día, a pesar de ello, probablemente la gran mayoría de la población no se pregunta o cuestiona mucho sobre las vacunas que nos han puesto o debemos ponernos y, a veces, ni siquiera sabemos contra qué enfermedades nos protegen. Hoy en día, se tienen vacunas eficaces contra 29 enfermedades.

En este artículo queremos ahondar sobre las protecciones más importantes y su historia, pues depende en la época en la que te haya tocado nacer, tendrás o no ciertas vacunas del esquema actual.

“La inmunización previene enfermedades discapacidades y defunciones por enfermedades prevenibles por vacunación, tales como el cáncer cervical, la difteria, la hepatitis B, el sarampión, la paroti ditis, la tos ferina, la neumonía, la poliomielitis, las enfermedades diarreicas por rotavirus, la rubéola y el tétanos”.  (OPS)

En México es muy común, parte del protocolo de salud, que los recién nacidos comiencen a recibir diversas inmunizaciones casi inmediatamente después de nacer y continúen así hasta los 6 años de edad, recibiendo poco más de 50 biológicos entre vacunas, bacterinas y refuerzos para proteger de, al menos, unas 15 enfermedades.

 

Enemigos asesinos

“Las epidemias han existido durante toda la historia de la humanidad. Se habla de que en las épocas en las que no había vacunas, antes de los 1800, se presentaban epidemias muy grandes. Los historiadores calculan que alrededor de 20 millones de habitantes fallecieron a lo largo de los años, pero justamente porque no se tenía ningún tipo de protección”, precisó la doctora en ciencias y especialista en epidemiología, Guadalupe Soto Estrada.

La vacunación ha salvado millones de vidas. El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés) calcula que han logrado reducir a más de la mitad las tasas de mortalidad infantil en los últimos 30 años.

Algunos estudios analizados por “Nuestro mundo en datos” arrojan información de lo que ocurría en el pasado. “Ya sea en la Antigua Roma; Antigua Grecia; las Américas precolombinas, Japón medieval o Inglaterra medieval; el Renacimiento europeo; o China imperial: uno de cada cuatro recién nacidos moría en el primer año de vida. Uno de cada dos moría en la infancia”.

En México, antes de la Conquista española, ya se habían registrado algunas epidemias como la de tuberculosis y la de cólera. La llegada de los españoles trajo consigo a la viruela, enfermedad causada por el virus variólico que causaba fiebre, dolores de cabeza y espalda intensos, así como la aparición de vesículas o pústulas muy características. Hace 500 años era altamente mortal.

De hecho, se cree que la viruela fue un factor clave para la Conquista de México. También acabó con poblaciones indígenas en lo que ahora es Estados Unidos y Canadá y con aborígenes en Australia.

La llegada de la vacunación

A lo largo de los años se buscó la forma de prevenir la viruela. En algún punto se dieron cuenta que algunos enfermaban levemente y quedaban inmunes. Intentaron desde ponerle la ropa de los enfermos a los sanos o soplarles por la nariz pedazos de costras, hasta un método que fue muy usado todavía a principios del siglo pasado: la variolización que consistía en hacer una incisión en la piel de alguien sano para ponerle polvo de costras de viruela, le cerraban la incisión y se aislaba durante la enfermedad hasta que se recuperara.

Este método tenía sus riesgos ya que algunos sí enfermaban gravemente, otros morían y también se podían transmitir otras infecciones. Fue hasta que el médico rural Edward Jenner se encontró con el caso de una ordeñadora de vacas que tenía granos parecidos a los de la viruela, pero aseguraba que no podía tener esa enfermedad porque ya le había dado la viruela bovina. En la región se decía que quienes se infectaban de la bovina (que no era grave ni mortal) quedaban inmunes a la humana.

Así fue como en 1775 Jenner comenzó su estudio sobre estos dos tipos de viruela y a experimentar inyectando extractos de llagas de las pústulas de vacas a humanos. Encontró que efectivamente quedaban protegidos. Hasta 1798 se reconoció su investigación por la Royal Society y en ese mismo se acuñó el término “vacuna”, del latin “vacca”.

La vacuna contra la viruela llegó a México hasta 1804. En 1918 se prohibió la vacunación variolosa de brazo en brazo, para intensificar el uso de la procedente del ganado bovino y reducir los riesgos de transmisión de enfermedades infectocontagiosas como la sífilis. En 1926, por decreto presidencial, se hizo obligatoria la vacunación contra este virus e iniciaron las campañas masivas para su aplicación. El virus fue erradicado hasta la década de 1970.

El caso México

Nuestro país tiene una gran cobertura de vacunación, quizá de las mejores en el mundo, bajo el precepto de universal (para todos, con y sin seguridad social), gratuita y voluntaria. Esto se encuentra garantizado en la Constitución Política, específicamente en el Artículo 4° que establece el Derecho a la Protección a la Salud.

¿Cómo llegamos a este nivel? A decir del doctor Carlos Magis Rodríguez, académico de la Facultad de Medicina de la UNAM, la salud pública moderna mexicana le debe al doctor Jesús Kumate Rodríguez, (Secretario de Salud de 1988 a 1994) el concentrarse en el asunto de vacunación, principalmente porque le tocó encontrarse en 1989 con un brote de sarampión de unos 90 mil casos y, al menos, unas 6 mil defunciones:

“Primero evaluó cómo estábamos realmente con la Encuesta Nacional de Coberturas de Vacunación hecha con serología (estudio sanguíneo que muestra la respuesta del sistema inmunitario a la vacunación o a las infecciones con patógenos); simultáneamente se inició el Día Nacional de Vacunación -ahora Semana Nacional de Vacunación- en la que empezamos a vacunar en la calle, salimos a buscar a las personas y a informales sobre la importancia de hacerlo. También se hicieron campañas muy fuertes de figuras públicas a favor de vacunar, como la esposa del presidente en turno aplicando vacuna de polio -la de gotitas en la boca- a niños. Fue llevar al más alto nivel la prioridad de vacunación”.

La doctora Guadalupe Soto, académica de la Facultad de Medicina de la UNAM, advierte algunos retos de la vacunación en nuestro país: “Un reto sigue siendo alcanzar coberturas de vacunación de más del 80% en la mayoría de la población, al menos en los niños, y que completen sus esquemas porque todavía tenemos a muchas personas que sólo se pusieron una dosis de sarampión, por ejemplo.

Otro es llegar a todos con vacunación, información, alimentos de calidad, acceso a agua potable, mejores condiciones de vivienda. Sabemos que la mitad de la población en México tiene un nivel de pobreza y otro tanto vive en pobreza extrema; esto propicia que las enfermedades infecciosas sigan dentro de las primeras causas de morbilidad: a lo mejor ya no se mueren tantos niños porque la reducción sí ha sido importante, pero sí se enferman mucho y pueden quedar con secuelas o diversos problemas de salud”.

A pesar del sistema de vacunación tan amplio, existen otras vacunas que no se tienen disponibles en el sector público. La Asociación Mexicana de Vacunología (AMV) respalda el programa de vacunación de la Secretaría de Salud, pero advierte: “no son todas las vacunas que existen para protegernos contra enfermedades infecciosas, y lo recomendable es aplicar todo lo existente para estar bien protegidos. El esquema de vacunación ideal de la AMV contempla otras como la varicela, hepatitis A, meningococo, dosis adicionales de neumococo, Virus del Papiloma Humano (VPH) y más.”

Algunas se pueden aplicar en el sector privado como la del VPH, virus que se caracteriza por tener más de 200 cepas y variantes identificadas por números. Actualmente la vacuna que se aplica en México protege específicamente sólo contra cuatro cepas: las 16 y 18, responsables del 70% de los casos de cáncer cervicouterino; y las cepas 6 y 11, responsables del 90% de los casos de papilomas o verrugas genitales. En Estados Unidos, por ejemplo, ya se comercializa una vacuna que protege contra 9 cepas.

“Cuando la vacuna de VPH recién entró al país (año 2008), por el costo, era solamente para niñas en áreas marginadas y luego para todas antes de los 11 años de edad. Pero nunca dimos el salto para vacunar a varones –salvo en la Ciudad de México- y no se contemplan a mujeres a partir de cierta edad, más por razones de política pública que científicas”, explicó el Dr. Magis, investigador en Salud Pública por la UNAM.

El esquema de vacunación en México no sólo se aplica a los bebés o niños, también se administran vacunas que pueden ser anuales, por sexo, por grupos de edad o de riesgo (embarazadas, inmunodeprimidos, etc.).

La vacunación de todos es parte de los principales retos en la salud pública. Según la OPS “es una necesidad fundamental pasar de un modelo basado en los programas nacionales de inmunización infantil a un modelo centrado en los programas de inmunización de la familia”.

Otro reto es lograr alcanzar a toda la población mundial para erradicar enfermedades no solo de forma local o regional. La Agenda de Inmunización 2030 calcula que al menos 20 millones de bebés en todo el mundo, cada año, tienen acceso insuficiente a las vacunas.

Riesgos latentes

Tuberculosis

¿Tienes una cicatriz de vacuna en el brazo? Muy probablemente es por la BCG (Bacilo de Calmette-Guérin, por los dos científicos que la desarrollaron), vacuna con más de 100 años de antigüedad. Hasta ahora, es la única que existe y sólo ayuda a reducir la mortalidad infantil y a fortalecer el sistema inmune ante la Tuberculosis (TB), no evita adquirir la infección.

Esta enfermedad es causada por la bacteria Mycobacterium tuberculosis y también por la Mycobacterium bovis que afecta al ganado y a otros animales. La TB afecta a los pulmones, se transmite por vía aérea cuando se expulsan los bacilos al toser, estornudar, escupir o hablar y alguien cerca los inhala.

Así se adquiere la infección, aunque algunas personas no desarrollan la enfermedad porque su cuerpo la combate, lo que se conoce como tuberculosis latente, pero sigue con el riesgo de enfermar a lo largo de su vida.

Este estado de latencia es el que preocupa a los sistemas de salud en todo el mundo, pues la enfermedad puede activarse (y volverse contagiosa) con más probabilidad y riesgos en personas inmunodeprimidas, personas con enfermedades crónicas como diabetes o las que padecen desnutrición; es por eso que otros factores sociales como la pobreza y la falta de medicina preventiva agudizan el riesgo.

Es considerada la enfermedad infecciosa más mortal a lo largo de la historia. En los últimos dos siglos han muerto más de mil millones de personas.

La vacuna sigue siendo la mejor opción para combatir a esta enfermedad. Desde 1940 se cuenta con diversos tratamientos, pero al ser una bacteria, también enfrenta los problemas de la resistencia a los antibióticos. Según la OMS, tan sólo en 2019, del total de infectados en tratamiento en todo el mundo, el 70% presentó multirresistencia a al menos 2 fármacos.

Otros retos de la TB pueden visualizarse en el Reporte Global de Tuberculosis 2021.

Sarampión

El sarampión es una enfermedad viral respiratoria altamente contagiosa. El virus se reproduce en la nariz y en la garganta y se puede transmitir por gotículas al toser, estornudar o hablar y que alguien las inhale. Los síntomas pueden ser parecidos a una gripe con fiebre alta y secreción nasal, pero se distingue por la aparición de manchas blancas en la cara interna de la mejilla, luego aparece una erupción de color rosácea en la piel que se puede extender por todo el cuerpo.

No hay tratamiento específico, las personas pueden recuperarse en un par de semanas; algunas sufren múltiples complicaciones como infecciones estomacales y en oídos, neumonías y ceguera; otras no sobreviven.

El sarampión tiene antecedentes desde el siglo VII A.D. Hasta 1954 lograron aislar al virus que causa la enfermedad; en 1963 desarrollaron la primer vacuna; en 1971 comercializaron una vacuna combinada conocida como triple viral (sarampión, rubéola y parotiditis); en 1980 se inició la vacunación masiva a nivel mundial; y en 1988 se recomendó aplicar refuerzo de esta vacuna antes de los 19 años de edad.

La Organización Panamericana de la Salud (OPS) estima que en 35 años hubo una reducción de casos del 95%. Pasamos de 4,5 millones de casos en 1980 a aproximadamente 244.700 casos en 2015. A nivel mundial, según la OMS, las defunciones han descendido un 80%, pasando de 545 mil en el año 2000 a 111 mil en el 2017.

“En el año 1995 se tuvo el último brote fuerte en México, pero no se puede bajar la guardia en las coberturas vacunales porque todo el esfuerzo se puede caer. Tenemos el ejemplo del brote del segundo semestre del 2019, fueron más de 20 casos que pudieron salirse de control si la protección no fuera buena. Esto se debió, según las autoridades, a una dificultad de desabasto. El problema es que también ha ocurrido con otras vacunas como tétanos y neumococo y no podemos permitirlo, puede ser muy grave”, advierte el doctor Carlos Magis.

Poliomielitis

¿Conociste a alguien con parálisis por polio? Esta enfermedad fue erradicada desde hace 30 años en la región de las Américas gracias a la vacunación intensiva, pero la amenaza continua porque el virus sigue circulando en Asia y en algunas otras regiones.

Algunos registros de los egipcios, con más de 3 mil años de antigüedad, muestran a enfermos que probablemente tenían polio, enfermedad altamente contagiosa que afecta el sistema nervioso y ocasiona parálisis permanente en piernas y brazos. Su primera descripción clínica fue en 1789, en 1874 adquirió su nombre definitivo y hasta 1908 se demostró su naturaleza vírica.

Luego de varios años de pruebas, en 1955 surgió la primera vacuna (de Jonas Salk) que logró descender el número de casos a la décima parte. En 1962 se aprobó una segunda vacuna (creada por Albert Sabin) de uso oral que facilitó la administración masiva, bajando significativamente los casos de transmisión en menos de veinte años.

A pesar de la vacunación, hacia 1988, la polio seguía causando la parálisis de casi mil niños por día en todo el mundo. No hay cura para esta enfermedad, pero sí la forma de prevenir en un 99% con la vacunación.

¿La vacunación es la salvación?

“La vacunación se encuentra dentro de las estrategias de prevención primaria de la enfermedad, se le conoce como protección específica porque vamos a proteger específicamente contra algún agente que anda circulando como influenza o alguno que ya se considera controlado como sarampión, pero sigue siendo un riesgo”, explica la doctora Guadalupe Soto, especialista en epidemiología.

Las diferencias de infecciones y muertes son grandes cuando se analiza a nivel global entre los países que incluyen a las vacunas dentro de sus políticas públicas o como obligatorias de los que no. En la región de las Américas, 29 de 35 países se toman muy enserio el tema y por eso es que esta fue la primera en lograr eliminar al sarampión, la polio, la viruela, la rubéola y el síndrome de la rubéola congénita.

Algo que hemos aprendido es que la vacunación no protege al 100% de contraer infecciones o enfermedades.

Por ejemplo, la vacuna anual de influenza no alcanza ni el 70%; tenemos que utilizar otras medidas para protegernos de manera más eficiente como el lavado frecuente de manos, que también nos previene de enfermedades gastrointestinales. Sin embargo, sí marca una gran diferencia en el transcurrir de la enfermedad. Se tienen evidencias de que más del 60% de las personas infectadas que llegan a requerir hospitalización no estaban inmunizadas con la vacuna de la temporada.

En la actual pandemia de COVID-19, causada por el SARS-CoV-2, tenemos ejemplos analizados por “Nuestro mundo en datos” al comparar las proporciones de casos confirmados, los que ingresan al hospital y las muertes en las diferentes olas y picos de contagios.

A principios del 2021, cuando en el mundo había menos del 1% de la población total vacunada, había más de 700 mil personas infectadas (705, 169. 71), la ocupación hospitalaria llegó a estar casi al 100% de su capacidad en varias regiones del mundo y la mortalidad era muy alta.

En comparación, iniciamos el 2022 en medio de una nueva ola de infecciones más alta que el año anterior: 2.31 millones de infectados, pero una drástica reducción en números de hospitalizados, en cuidados intensivos y en tasas de mortalidad. La diferencia es que el 60% de la población mundial cuenta con al menos una dosis de la vacuna.

En México, datos del Observatorio de Vacunas UNAM indican la aplicación de 172.67 millones de dosis en nuestro país, hasta el 14 de febrero de 2022.

Pero un porcentaje de la población aún no cuenta con el esquema completo, mientras que otros han optado por no vacunarse. Se estima que estas personas representan 84 de cada 100 ingresos hospitalarios. Situación que se repite a nivel mundial: los no vacunados son los que más riesgo corren de enfermar gravemente.

Aún queda un largo camino por recorrer en esta actual pandemia, pero también para otras enfermedades que siguen siendo un riesgo. Por ejemplo, hay varios estudios avanzados y en fases de pruebas de vacunas contra el ébola y para el Virus de la Inmunodeficiencia Humana.

Quedan pendientes al menos unas 12 enfermedades prioritarias para las que se necesita vacuna como el Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS, por sus siglas en inglés) o Zika, más que las que surjan.

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