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La Provenza francesa busca un turismo que consuma menos agua

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Francia.
En la Provenza, una de las zonas más turísticas de Francia, el agua escasea debido al cambio climático y los hoteles y campings están buscando soluciones para consumir menos este preciado recurso.

«Renovamos completamente los baños, cambiamos los grifos e instalamos ahorradores de agua en todas partes. Hacemos riegos razonados y diversificamos la vegetación con especies más austeras en agua», cuenta a AFP Lionel Davin, director del camping intercomunal de Brégoux, en el departamento de Vaucluse.

De esa manera «el consumo de agua se ha reducido en cerca del 30%», un resultado importante en uno de los departamentos de Provenza, donde las primeras restricciones en el uso del agua se impusieron este año desde mediados de abril, a comienzos de primavera.

Los pueblos de Provenza son frecuentemente catalogados como los «más bellos» del mundo y el turismo tiene una importante repercusión económica con una facturación anual de más de 1.300 millones de euros y el 8,5% del producto interno bruto departamental, según un estudio de 2020.

Proyecto piloto

Pero el turismo cuesta caro a los recursos naturales, principalmente al agua. Según la Agencia francesa para la transición ecológica (Ademe), las zonas muy turísticas pueden triplicar su consumo de agua per cápita en verano.

Para promover un turismo más «sostenible», un proyecto piloto denominado VPA, con profesionales voluntarios, está realizando visitas a una treintena de establecimientos para hacer un balance de las infraestructuras y las prácticas, y sugerir mejoras.

Se trata de «acompañar a los actores para que cambie su oferta», explica Emilie André, encargada de misiones de VPA. Luego, proponen un inventario detallado de posibles «ecosoluciones», «aportando ingeniería financiera», como los fondos destinados por Ademe al sector turístico, que ascienden a más de 30 millones de euros en 2023-24.

Una estrategia que podría interesarle a Lionel Davin, ya que la factura de agua de su camping de 153 parcelas ronda los 20.000 euros al año, a pesar de que nunca vacía la piscina, construida hace unos años para atraer a una clientela más familiar.

Para reducir aún más el consumo, Davin contempla un sistema de pulseras electrónicas, que ofrezca a los clientes un volumen básico y facture cuando se supere el límite. También evalúa una grifería por infrarrojos, que regule el uso

Grava en lugar de césped

«Pasamos la ola de calor del verano pasado completando el nivel de la piscina», dice Emilie Brès, propietaria de un hotel en Lagnes, al este de Luberon.

Desde entonces, ha invertido 11.000 euros en una cubierta aislante para piscinas, que funciona con energía solar, limitando la evaporación.

También cambió el jacuzzi, con una ayuda de 10.000 euros de Ademe. Inversiones «que nos han permitido ahorrar agua en términos ecológicos, pero también económicos, ya que nuestras facturas han bajado».

Los baños se equiparon con «atomizadores» para reducir el consumo del grifo y el césped del patio fue remplazado por una elegante grava blanca, lo que redujo notablemente el riego.

Brès dice que «la gente es más consciente del lugar que debe ocupar la ecología en el turismo», pero varios «colectivos» locales lo dudan y están en contra de los proyectos hoteleros que consideran que consumen demasiados recursos. La asociación France Nature Environnement (FNE) los apoya.

«Los recursos son insuficientes en comparación con las necesidades», subraya Patrick Faure, miembro de la oficina de FNE-Vaucluse.

Noticiero Científico y Cultural Iberoamericano – Noticias NCC
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