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Un artesano apasionado por la púrpura resucita este antiquísimo pigmento

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TúnezTúnez

Su pasión por la historia antigua, Mohamed Ghassen Nouira la vive en su cocina, donde este tunecino ha ido descubriendo poco poco y tras años de ensayos los secretos ancestrales para fabricar la púrpura, un apreciado pigmento que se extrae de una especie de caracol de mar, el Murex trunculus, comúnmente conocido como cañadilla.

Un martillo, unas tenazas y un pequeño mortero de piedra son sus principales útiles de trabajo.

La primera etapa para obtener este color, típico entre los dignatarios fenicios, cartagineses y romanos, consiste en abrir las cañadillas, con forma de tirabuzón y unos pequeños picachos sobre el caparazón. El resto del proceso es un secreto tan bien guardado, que ha permanecido escondido durante casi 600 años, pero después de 13 años de intentarlo, Nouira tiene buena parte bajo control. 

En agosto de 2007, encontró en una playa un murex muerto de un color rojo violáceo, recordándole una clase de historia en la escuela tras la que quedó impresionado con la púrpura.

El inicio

Después compró algunos ejemplares a pescadores y comenzó a explorar este «tesoro marino» en una pequeña cocina en el jardín de casa de su padre, que aún hoy es su taller. 

«Al principio, no sabía por dónde comenzar. Machacaba el caparazón e intentaba comprender cómo este pequeño animal marino despedía un color tan precioso«, explica este director de una empresa consultora. 

Tuvo que superar numerosos fracasos, a veces desmoralizadores, y también acostumbrarse a su olor pestilente.«Los expertos en tinturas, arqueología e historia, así como químicos, me ayudaron y animaron, pero ninguno de ellos conocía la técnica«, indica.

Secreto de Estado

La industria de la púrpura, con la que se solía teñir la ropa de los prominentes, se encontraba entre las mayores fuentes de riqueza de los fenicios y los imperios cartaginés y romano; señaló el profesor Ali Drine, director de la división de investigación del Instituto nacional del patrimonio

«Símbolo de poder, prestigio y belleza, la púrpura estaba «bajo el control de los emperadores, porque significaba mucha riqueza para el tesoro imperial», añade.

En consecuencia, no existe ningún documento histórico que describa claramente métodos para producir este pigmento, explica Drine. «Tal vez porque los artesanos no querían divulgar sus conocimientos y secretos, o tenían miedo porque la púrpura estaba directamente vinculada a las actividades de los emperadores, quienes rechazaban cualquier rivalidad», dice

Siguiendo pistas

Las únicas pistas para revelar técnicas: algunos elementos arqueológicos del Mediterráneo, cubas, caparazones con trazas de fuego, sobre todo en Tiro (sur de Líbano) y en Meninx, en la costa de la isla tunecina de Jerba. Fueron los fenicios quienes llegaron desde Tiro, importante lugar de la púrpura, los que sentaron las bases de lo que sería el Imperio cartaginés, en la costa tunecina. 

Nouira se manifiesta «satisfecho y orgulloso» de haber «revivido algo vinculado a nuestros antepasados cartagineses». 

Inclusive, hoy en día, el pigmento sigue siendo un lujo: alcanzando hasta los 2.800 dólares (unos 2.430 euros) el gramo entre algunos minoristas europeos, y hasta 4.000 dólares, de acuerdo a Nouira, que lo vende a precios más asequibles.

100 kg para un gramo

Son muchos en el mundo quienes producen la púrpura, entre ellos un pintor alemán y un apasionado japonés, cada uno con su técnica personal

Cuando Nouira pidió ayuda, uno de ellos respondió: «no se trata de pasar una receta de cocina»

«Esto me impulsó a leer e investigar más», sobre todo entre los distintos murex, Rankulus y Bolinus Brandaris.

En su maleta de madera, que va del azul índigo al rojo violáceo, en que guarda su producción, también esconde su primera muestra, de 2009. «Un recuerdo de mi primer éxito«, dice satisfecho. A partir de 2013-2014 mejoró su técnica para llegar al punto actual.

Para obtener un gramo de púrpura necesita 100 kg de murex y dos semanas para obtenerlos.

Después, todo es oficio y paciencia. Limpiarlos… Y, sobre todo extraer la glándula de la que, una vez seca, obtendrá el pigmento. Sueña ver su obra en museos tunecinos, y legar su secreto a sus hijos.«Ghassen quería, experimentó y tuvo éxito», resume el doctor Drine.

 

Por: AFP

Noticiero Científico y Cultural Iberoamericano – Noticias NCC
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