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El antepasado de los cocodrilos vivió en Libia hace siete millones de años

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Turín, Italia.

El análisis del único cráneo bien conservado del cocodrilo Crocodylus checchiai, revela detalles anatómicos similares con las especies americanas modernas, situándolo en la base del árbol evolutivo.

Fue encontrado hace casi un siglo en el desierto del Sáhara y se cree que tiene siete millones de años de antigüedad. Según el trabajo, algunos ejemplares habrían nadado desde África hasta América durante el Mioceno.

Crocodylus checchiai, cuyo cráneo fue excavado hace casi un siglo en el yacimiento de As Sahabi (Libia), comparte numerosas peculiaridades anatómicas con las cuatro especies americanas actuales (Crocodylus intermediusC. moreletiC. acutus y C. rhombifer).

Así lo confirma ahora un estudio, publicado en la revista Scientific Reports. Estas similitudes craneales lo colocan en la base del árbol evolutivo como un antepasado del género Crocodylus en América.

Los fósiles más antiguos de este taxón en el Nuevo Mundo tienen unos cinco millones de años. Los investigadores postulan que algunos especímenes de C. checchiai (o una forma similar y aún desconocida) cruzaron el océano Atlántico desde África hasta América del Sur, donde se adaptaron y diversificaron.

“Puede parecer una gesta increíble para un cocodrilo”, explica Massimo Delfino, investigador de la Universidad de Torino en Italia y del Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont (ICP).

Entre los cocodrilos actuales hay especies capaces de tolerar la alta salinidad del agua del mar. Además, pueden realizar grandes desplazamientos en mar abierto aprovechando las corrientes superficiales.

“Estudios realizados con seguimiento por satélite han demostrado que los cocodrilos australianos pueden recorrer distancias de más de 500 kilómetros por el mar en pocas semanas”, recuerda el investigador.

Fósil
Cráneo original de C. cecchiai. / Bruno Mercurio / Universidad de Roma La Sapienza

 

El periplo de los fósiles del cráneo

Delfino, junto a otros investigadores de la Universidad de Roma y de la Universidad de Florencia, analizaron el fósil mediante métodos no invasivos en el Hospital MG Vannini (Roma). Gracias a un escáner de tomografía computarizada obtuvieron imágenes de gran resolución del exterior y el interior del cráneo.

A partir de la información obtenida, los científicos concluyeron que se trataba de un ejemplar adulto y estimaron la longitud del cuerpo en más de tres metros.

Los detalles anatómicos también permitieron llevar a cabo un análisis filogenético, es decir, reconstruir la historia evolutiva de este grupo comparando sus características anatómicas mediante un software específico.

El yacimiento de As Sahabi se encuentra a unos 130 km de la ciudad de Ajdabiya, en la parte libia del desierto del Sáhara. Actualmente es una zona extremadamente árida, pero durante el Mioceno superior fue un territorio surcado por ríos y cubierto de una extensa vegetación en el que habitaba una gran diversidad de fauna, incluyendo grandes mamíferos y reptiles.

Sobre el hallazgo del fósil

Durante los años 30 del siglo pasado, algunos geólogos y paleontólogos italianos como Ardito DesioGiuseppe Stefanini y Carlo Petrocchi protagonizaron varias expediciones científicas que sacaron a la luz una gran cantidad de fósiles de mamíferos, peces y reptiles, incluidos cinco cráneos de cocodrilo perfectamente conservados, entre ellos el objeto de esta investigación.

Lamentablemente, durante la II Guerra Mundial muchos de los fósiles alojados en el Museo de Historia Natural de Trípoli se destruyeron o se perdieron.

El destino de algunos de los cráneos que fueron enviados a Nápoles no fue el mejor. Debido a los bombardeos y saqueos se perdió su rastro y solo se conservaron dos de los cráneos depositados en Roma.

Casi un siglo después, los investigadores del estudio han podido estudiar el único (el otro se encuentra en paradero desconocido) cráneo “superviviente” de este periplo. Actualmente se conserva en el Museo Universitario de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Roma La Sapienza.

Por: SINC

Noticiero Científico y Cultural Iberoamericano – Noticias NCC
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