México.

Ahora mismo, mientras se escucha la voz, existen una serie de colores, sonidos y sensaciones alrededor. La sensación de los pies sobre el suelo, el murmullo del ambiente o incluso una conversación distante. A pesar de todos estos elementos, el cerebro tiene la capacidad de filtrar los estímulos y seleccionar en cuáles concentrarse, habilidad conocida como atención. Sin embargo, imagina que todos esos colores, sonidos y sensaciones se intensifican.

El cerebro intenta procesar toda la información simultáneamente, pero la mente se satura. Esta experiencia es comparable a la de una persona con trastorno del espectro autista (TEA), quienes suelen experimentar niveles de atención muy variables debido a su hipersensibilidad. La atención juega un papel crucial en el aprendizaje, motivo por el cual este episodio busca medir la atención en personas con TEA.

¿Cómo se logra esto y qué beneficios aporta este conocimiento? Medir la atención es un proceso meticuloso que involucra el uso de una interfaz cerebro-computadora en individuos con TEA. Esta interfaz captura la actividad eléctrica del cerebro y la transmite como datos numéricos a un ordenador para su análisis, similar a entrar en la matriz del cerebro.

Para que los datos recopilados sean significativos en relación a la atención, es crucial que la persona esté concentrada durante el proceso. Esto se logra pidiéndole que complete una tarea mientras se registran las señales cerebrales. Una vez finalizada la tarea, se permite a la persona realizar actividades menos exigentes en cuanto a atención, como deambular o tararear. Este enfoque proporciona información detallada sobre los períodos de atención y distracción, que pueden ser comparados y analizados.

El estudio ha desarrollado métodos precisos para clasificar y medir la atención mediante el procesamiento de señales cerebrales con ayuda de computadoras. Esto permite conocer con exactitud cuánto tiempo y en qué medida está concentrada una persona.

¿Para qué sirve toda esta información? Como se mencionó anteriormente, las personas con TEA suelen experimentar fluctuaciones en sus niveles de atención, lo que hace que los métodos educativos tradicionales, que requieren largos periodos de concentración en el aula, sean menos efectivos. Contar con información cuantificable sobre estos períodos de atención puede mejorar los métodos educativos y crear entornos más inclusivos para las personas con TEA. Esto es crucial para adaptar los planes de estudio y proporcionar herramientas que apoyen sus necesidades específicas.

Por: UABC.