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Mil piezas para reconstruir un domo: un refugio contra el cambio climático

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Washington, EE. UU.

Tras varias décadas guardado en los almacenes del Smithsonian, una de las instituciones culturales más significativas de Estados Unidos, las más de mil piezas que formaron el primer gran domo geodésico portátil de Norteamérica han vuelto a unirse esta semana en un museo de Washington DC para hablar de cómo el mundo tendrá que adaptarse al cambio climático.

«En un momento en la historia en el que nos enfrentamos a fenómenos meteorológicos extremos debido al cambio climático, hay muy pocas estructuras que puedan soportar fuerzas de clima extremo como huracanes de categoría cuatro y cinco», cuenta Abeer Saha, curador de la muestra.

Un domo geodésico es una construcción semiesférica generada con la unión de poliedros. Como solución habitacional, tiene una alta resistencia sísmica, puede soportar una carga de nieve muy alta, tiene mucha estabilidad ante fuertes vientos y en su construcción requiere una menor cantidad de materiales.

Durante tres días, un grupo de estudiantes de la Universidad Católica de América ha estado reconstruyendo esta estructura, creada originariamente en los años 50 y que podrá contemplarse hasta finales de mes en el Museo Nacional de Historia Americana en la muestra «Reconstrucción de ‘Weatherbreak’: cúpulas geodésicas en una era de clima extremo».

Esta exhibición, explica Saha, busca que el público experimente «qué se siente dentro de una estructura geodésica» porque «podrían encontrarse viviendo en una en el transcurso de los próximos 20 o 30 años, a medida que el clima se vuelve cada vez más extremo».

«El cambio climático es una realidad y realmente queremos que el público entre y piense cómo será su vida en este clima cambiante», añade.

En los últimos años los domos se han popularizado sobre todo como alojamiento turístico y también han surgido numerosos proyectos para usarlos como vivienda ecológica. Su uso en situaciones de emergencia todavía no está generalizado, pero según los expertos podrían ser una solución eficiente en zonas de riesgo.

Pueden ser usados como viviendas resistentes a catástrofes, como refugios que albergan a gran cantidad de personas y también como soluciones habitacionales temporales y rápidas de construir tras las catástrofes. En las Bahamas, por ejemplo, decenas de domos fueron construidos tras el paso del huracán Dorian en 2019.

El domo geodésico reconstruido en este museo de la capital estadounidense fue creado por el arquitecto Jeffrey Lindsay, quien se inspiró en las teorías del inventor y futurista Buckminster Fuller.

Se construyó por primera vez en el invierno de 1950 en Montreal (Canadá) y fue diseñado para soportar nieve y vientos de hasta 200 millas por hora.

Más tarde fue reconstruido a principios de la década de 1960 en Hollywood Hills, en Los Ángeles, como una casa moderna de mediados de siglo para el arquitecto Bernard Judge y estuvo habitada unos dos años. Poco después fue donada al Smithsonian y ha sido almacenada hasta ahora.

Tiene una altura de 25 pies (7,62 metros) y un ancho de 49 pies (14,9 metros) y está compuesto por más de 1.000 piezas de aluminio, explica a EFE la profesora adjunta de arquitectura de la Universidad Católica Tonya Ohnstad.

Aunque el montaje ha tardado tres días, el proyecto en su totalidad ha durado dos años ya que, entre otras dificultades, no había «libro de instrucciones», las piezas «no estaban etiquetadas» y «faltaban varias». «Ha sido como montar un rompecabezas», afirma.

Con ello los estudiantes no solo se han enfrentado al trabajo de campo de construir una cosa por sí mismos, sino que han aprendido sobre la necesidad de crear «respuestas» para enfrentar «el cambio climático», sostiene Ohnstad.

La empresa estadounidense Pacific Domes lleva cuatro décadas fabricando y comercializando domos y los de emergencias son una de sus especialidades, afirman en su página web.

«Se adaptan a todo tipo de terrenos, son completamente desplegables y se pueden erigir en horas con unas pocas herramientas», explican sobre estas estructuras.

Entre otras ventajas, recalcan, son «el refugio humano aerodinámico más eficiente que se puede encontrar» porque «el aire ambiental y la energía circulan sin obstáculos, lo que permite que la calefacción y la refrigeración se produzcan de forma natural».

Estas estructuras, subraya la empresa, son «perfectas para muchas funciones de socorro» y además «se pueden transportar fácilmente al lugar donde se produce una catástrofe y se pueden retirar con la misma facilidad cuando ya no se necesitan».

Noticiero Científico y Cultural Iberoamericano – Noticias NCC
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