Canadá.

La próxima vez que disfrutes de un queso antes de dormir, podrías estar preparando el terreno para una noche de pesadillas, especialmente si eres intolerante a la lactosa, según revela un estudio.

¿El queso o yogur que disfrutas por la noche sería la fuente de tus pesadillas? Investigadores canadienses sugieren un vínculo entre malos sueños e intolerancia a la lactosa, probablemente debido a los síntomas digestivos que esta provoca.

La sabiduría popular lo dice desde hace mucho tiempo: es mejor cenar ligero para dormir bien. Pero pocas investigaciones científicas han explorado la influencia de la alimentación en los sueños.

Para un estudio publicado en Frontiers in Psychology, investigadores en psicología interrogaron durante cuatro meses a 1.082 estudiantes de la universidad MacEwan (Canadá) sobre sus hábitos alimentarios, su sueño y más específicamente sus pesadillas, y la relación que establecían entre ambos.

Aproximadamente el 40 % de los participantes estimaron que su alimentación influía en la calidad de su sueño, de los cuales el 24,7 % consideró que la empeoraba. Y el 5,5 % pensaba que había influenciado sus sueños.

Los postres/dulces y los productos lácteos fueron citados por los encuestados como los alimentos que más afectan la calidad de su sueño (22,7 % y 15,7 % respectivamente) y sus sueños (29,8 % y 20,6 %) haciendos «extraños» o «perturbadores».

Por el contrario, las frutas (17,6 %), las verduras (11,8 %) y las infusiones (13,4 %) fueron identificadas más frecuentemente como contribuyentes a una buena noche.

Intolerancia a la lactosa y pesadillas: la conexión

Los autores compararon estas declaraciones con las relativas a sus intolerancias alimentarias. Y encontraron una fuerte asociación entre las pesadillas y la intolerancia a la lactosa.

Muchas personas intolerantes a la lactosa «consumen productos lácteos de todos modos», ya que la intolerancia varía en intensidad según la cantidad de lactasa (la enzima que digiere la lactosa) que cada persona produce en su intestino delgado, recuerda a la AFP Tore Nielsen, especialista en neurofisiología y neurocognición de sueños y pesadillas en la Universidad de Montreal y autor principal del estudio.

¿Cómo afecta los síntomas digestivos a los sueños?

Cuando duermen, estas personas pueden sentir, de manera consciente o no, «señales somáticas y orgánicas sutiles» asociadas a síntomas gastrointestinales (hinchazón, calambres…) después del consumo de productos lácteos.

Ahora bien, estudios previos han aportado evidencias de que ciertos sueños «captan trastornos corporales inconscientes que solo se manifiestan más tarde en forma de síntomas visibles», subraya el investigador. Así, «soñar con un incendio puede preceder a un brote de fiebre».

Otra explicación podría ser las emociones negativas, como la ansiedad, relacionadas con los síntomas gastrointestinales. «Sabemos que las emociones negativas experimentadas en estado de vigilia pueden prolongarse en los sueños. Probablemente ocurra lo mismo con aquellas que emergen a causa de trastornos digestivos ocurridos durante el sueño», explica el Dr. Nielsen.

El estudio no descubrió, sin embargo, un vínculo entre intolerancia al gluten y pesadillas, tal vez debido a su baja prevalencia en la muestra. O porque la intolerancia al gluten «produce efectos fisiológicos o emocionales diferentes», sugiere.

Futuras investigaciones sobre alimentación nocturna

Aunque el vínculo entre intolerancia a la lactosa y pesadillas parece sólido, los investigadores se preguntan sobre cómo funciona: ¿los participantes duermen mal porque comen peor? ¿O se alimenta peor porque duermen mal?

«Debemos realizar otros estudios con más personas de diferentes edades, de diversos entornos y con diferentes hábitos alimentarios para ver si estos resultados son generalizables», estima Nielsen, quien ya reflexiona con sus colegas sobre futuras investigaciones.

Un «experimento ideal» consistiría en distribuir aleatoriamente a participantes con o sin intolerancia a la lactosa en grupos asignados a consumir alimentos específicos antes de dormir, y luego recopilar y analizar sus sueños.

Un grupo podría consumir productos lácteos tradicionales antes de acostarse, mientras que otro grupo consumiría productos lácteos sin lactosa, «para determinar si los efectos de la leche se limitan a aquellas personas con esta condición», detalla.