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En Mozambique, el café sirve para salvar un bosque tropical único

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Los daños son visibles desde lejos. Las pendientes del monte Gorongosa, situado en el centro de Mozambique, en el parque nacional del mismo nombre, estaban cubiertos antes de bosque tropical, único en el país. Ahora esa bella capa verde oscura está llena de huecos.

Kilómetros de laderas fueron despejadas, dejando lugar a una tierra reseca donde solo crecen hierbas y arbustos enanos.

Pero desde hace algunos años, el bosque renace gracias a un cultivo prácticamente desconocido hasta aquí en Mozambique: el café.

Mientras recorre las plantaciones a mil metros de altura, Juliasse Samuel Sabao mide los avances logrados. De un lado de la pista, un paisaje casi desértico. Del otro, un bosque tupido y hectáreas de plantas de café cuidadosamente alineadas.

«El café requiere de sombra para crecer. Por cada planta de café se planta otro árbol», dice este empleado del parque.

Huyendo la guerra civil (1975-1992) que causó un millón de muertos tras la independencia de Portugal, Juliasse descubrió el cultivo del café en el vecino Zimbabue.

Desde hace diez años vela por las plantaciones del monte Gorongosa.

Veinte años después de la guerra civil, Mozambique experimentó un nuevo conflicto, entre rebeldes y gobierno, que duró hasta 2019.

El sitio fue bastión de los rebeldes. Y durante todos estos años, el macizo les sirvió de reserva de recursos naturales. Los combatientes despejaron el bosque para cultivar ahí la tierra y asegurar la subsistencia y algunos viven aun en la montaña.

«Los milicianos bajaron a vernos, y nos ordenaron parar la explotación», recuerda Juliasse.

Nomadismo agrícola

La víspera de los últimos combates, el director del parque, Pedro Muagara, agrónomo de formación, había plantado los primeros cafetos. A su regreso, las plantas habían crecido en medio de la indiferencia de los ocupantes del lugar, mayoritariamente milicianos y sus familias.

«Esas personas dependen de la agricultura de subsistencia, porque no tienen recursos para adquirir máquinas como tractores, y eso crea nomadismo agrícola», dice Muagara.

«Despejan varias zonas y la deforestación priva al suelo de sus nutrimentos. La tierra se empobrece, y ahora van a despejar más tierra», añade. Pero «cuando abaten un árbol, es la propia susbsistencia la que pierden con él».

Para tratar de incluir a los habitantes de la montaña, el proyecto mezcla cultivo de café, que necesita varios años antes de dar los primeros granos, con cultivos alimenticios indispensables. 

Unos 300.000 cafetos y 400.000 anacardos fueron plantados creando así 300 empleos y beneficiando a 200.000 habitantes de la región, según el Banco Mundial.

El café de Gorongosa, cuyas ventas son revertidas integralmente al proyecto apoyado por el millonario y filántropo estadounidense Greg Carr, se exporta ahora a todos los puntos del mundo.

Cerca del 70% de los mozambiqueños trabajan en el sector agrícola, según la Agencia estadounidense de desarrollo  (USAID), pero solo el 16% de las tierras arables son cultivadas.

Con la guerra en Ucrania, «la inflación del precio de los productos de base  afectan también a Mozambique. Debemos aligerar esta presión a las familias, y nuestra única solución es aumentar la producción», explica a la AFP el ministro de la agricultura, Celso Correia.

Uno de los grandes desafíos del sector local, que sufre de falta de mecanización y tecnología, es su modernización.

«La agricultura es un sector esencial. No podemos depender de proyectos internacionales, debemos ser autosuficientes», concluye Correia.

Por: Camille Laffont.

Noticiero Científico y Cultural Iberoamericano – Noticias NCC
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