Cuba.

El patio de una vivienda familiar en La Habana sirve como taller desde hace más de una década al artista cubano Eduardo Viciana, uno de los pocos artesanos en la isla caribeña que domina el milenario arte del vidrio soplado.

Ubicado en el municipio 10 de Octubre, uno de los más poblados de la capital del país, Viciana busca difundir en Cuba el conocimiento y uso de la antigua técnica.

“En el caso nuestro en particular usamos vidrio reciclado, de desecho, vidrio plano de puertas y ventanas. Es lo que más usamos nosotros y le agregamos unos compuestos químicos como carbonato de sodio, el selenio, cosas así para darle un toque atípico a la hora de trabajar. La producción de vidrio es compleja, desde el punto de vista del tiempo y la cantidad de energía que se necesita. Tenemos que tener una temperatura elevada, muchísimas horas, cuando hablo de muchísimas horas, hablo de 365 días del año, 1100 grados en un horno, o sea que ya eso es un reto”, explicó Viciana.

La fabricación de cada pieza comienza en un horno artesanal de ladrillos refractarios de alta alúmina, con capacidad de almacenamiento de 600 libras de vidrio y el cual alcanza hasta 1.250 grados celsius de temperatura.

El vidrio soplado es un arte que requiere precisión, paciencia y un profundo conocimiento del material, de ahí que la Unesco declaró esta técnica como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en 2023.

Viciana, de 53 años, tiene una extensa formación en diferentes manifestaciones artísticas como pintura, cerámica, vitrales, restauración y joyería y ha participado en importantes obras en la isla, como la reproducción de 200 piezas para las lámparas del Gran Teatro de La Habana durante la restauración del inmueble, utilizando la técnica del vidrio soplado.

Según Viciana, el milenario oficio del moldeado a mano del vidrio no está muy arraigado en la sociedad cubana, pues no existen muchos maestros que dominen la técnica, de ahí que su sueño sea incluir su estudio en la enseñanza artística del país.