Brasil.

Volver a separar claramente entre el trabajo y el ocio, en tiempo y en espacio, y retomar el ejercicio físico con todo. En eso se basó la estrategia de recuperación de Gabriela, una publicista de 31 años diagnosticada con ansiedad y depresión, hoy recuerda cómo fue pasar por ese momento. “No tenía motivación y buscaba excusas. Así pasaba el día, no iba en ningún momento, no iba en la mañana porque estaba demasiado cansada. Y hoy en día hacer ejercicio es un momento de pausa en mi día, una pausa para todo. Ahora forma parte de mi rutina y no es negociable”, dijo.

Parece algo lejano, pero hasta hace unos meses una escena cotidiana de teletrabajo, como esta, era imposible para Gabriela. Casi no dormía y no podía ni mirar a la pantalla de su computadora.

“Para mí lo más aterrador fue que tuve varios episodios durante la noche en los que despertaba con el corazón acelerado y pensaba: “Dios mío, tengo que levantarme y resolver esto” Coincidió con una semana en la que tenía muchas entregas importantes en el trabajo. Fue una semana en la que pasé todo el tiempo llorando, lloraba, lloraba y lloraba”.

Casi 500 mil personas pidieron licencia por salud mental en Brasil en 2024, la cifra más alta desde 2014. La mitad de ellas por ansiedad y depresión. El 64% la pidieron mujeres, a menudo, con doble jornada por el cuidado de la familia y con salarios más bajos.

Para los expertos, el número récord de distanciamiento de trabajo no se explica solo con un mayor número de casos de ansiedad, depresión y burnout, sino también con un mayor reconocimiento de estas condiciones en cuanto enfermedades por parte de la población. Los especialistas consideran positivo que haya una toma de conciencia.

Entender qué es la ansiedad, qué es la depresión y que esto genere una licencia laboral también es un avance en comparación con años atrás, cuando las personas sufrían dentro de las organizaciones sin tener acceso a este reconocimiento. Las personas tampoco comprendían cómo la ansiedad impactaba negativamente su calidad de vida”, comentó una especialista.

5 años después de la llegada del COVID-19 al país, la pandemia que dejó más de 700 mil muertos sigue afectando la salud mental de los brasileños. El peligro ahora no es el virus.

“Debido a la pandemia vivimos un reajuste social e individual gigantesco, sin precedentes, en términos de supervivencia subjetiva y emocional, debido a duelos, pérdida financiera, pérdida de empleo, pérdida de estabilidad. Las personas no sabían si aquello para lo que se habían preparado toda su vida seguiría existiendo o no, si volvería a funcionar o no. Esto llevó a un aumento en el deterioro de la salud mental y en las enfermedades ocupacionales”, continuo la experta.

Los hombres suelen tener más dificultades para pedir ayuda, pero también están tomando conciencia. “En muchos momentos sufría de insomnio, me despertaba en medio de la madrugada sudando, con irritabilidad repentina, incluso con apagones momentáneos de memoria, y sobre todo, una gran irritabilidad. Mi esposa me llamó para conversar y me dijo: “Mira, tú no eres la persona que conozco, llevamos 13 años casados, juntos desde hace mucho tiempo y no, no eres la persona que conozco, no eres el esposo que conozco, no eres el padre que conozco” y fue entonces cuando decidí buscar ayuda”, dijo un padre de familia.

Una ayuda fundamental para salir adelante y recuperar el equilibrio perdido, así como lo hizo Gabriela.