Brasil.
La minería ilegal en la Amazonía y los brotes descontrolados de malaria en Venezuela son las principales causas del aumento de casos de esta enfermedad detectado en el estado brasileño de Roraima entre 2016 y 2020. Los indígenas y sus niños menores de cinco años son los más afectados.
Más de la mitad de los indígenas de Roraima –como Munduruku, Yanomami y Kayapó, por ejemplo–, tenían la enfermedad en 2020, subraya el estudio publicado en Malaria Journal mientras en 2016 era un tercio. Según cifras oficiales, hay aproximadamente 900 mil indígenas en Brasil y más de la mitad (517 mil) viven en tierras indígenas.
Roraima, en el extremo norte de Brasil y perteneciente a la región amazónica, es la principal ruta de entrada de personas refugiadas y migrantes, básicamente desde Venezuela. Según la Organización Internacional de Migraciones (OIM), en marzo de 2022 había casi 4 mil venezolanos sin hogar en las ciudades de Boa Vista y Pacaraima, más de la mitad solo en Pacaraima, que tiene una población aproximada de 20.000 personas.
Sin embargo, los investigadores encontraron que la minería ilegal tuvo más peso que la migración venezolana pues a pesar del cierre de fronteras por la pandemia de COVID-19 en 2020, el número de casos de malaria se triplicó respecto a 2019 (pasó de 6,24 a 18,50 por ciento).
De 2019 a 2020, el número de casos de malaria entre niños indígenas de hasta cinco años casi se sextuplicó, según el estudio. En el período estudiado, la edad promedio de los infectados con malaria fue de 12,69 años entre la población indígena y de 30,57 años entre los no indígenas.
Según Wetzler, uno de los agravantes del problema es que los mineros no suelen buscar diagnóstico ni tratamiento en las regiones donde desarrollan sus actividades, “quizás por vergüenza. Notamos que muchos reportan la enfermedad en Boa Vista y muchos días después de la infección, lo que da más tiempo para que el virus se propague”, expresa a SciDev.Net.
Giselle Rachid, investigadora en salud pública y miembro de la Sociedad Brasileña de Medicina Tropical, dice que en las zonas mineras es más fácil el contacto entre las personas y el mosquito Anopheles, vector del Plasmodium, parásito que causa la enfermedad.
“Por lo general, se trabaja en turnos simultáneos que a menudo coinciden con el momento de máxima actividad del vector. La modificación del ambiente genera criaderos de mosquitos, aumentando el riesgo de transmisión en estas zonas. Y las personas, al moverse de un lugar a otro, terminan llevándose consigo el parásito”, explica Rachid, que no formó parte del estudio.
Tipos diferentes de malaria
Los investigadores estaban preocupados por la propagación del Plasmodium falciparum –protozoario que causa la forma más grave de la enfermedad, que puede generar coágulos con riesgo de trombosis y embolias– frente al Plasmodium vivax, que es más común en Brasil y rara vez es fatal.
Con datos del Sistema de Información de Vigilancia Epidemiológica de la Malaria, administrado por el Ministerio de Salud de Brasil, el equipo comprobó que entre 2016 y 2020 los casos de P. falciparum tuvieron el doble de probabilidades de ser importados en comparación con los de P. vivax.
En ese período, más de la cuarta parte (27,08 por ciento) de los casos de malaria por P. falciparum fueron importados, frente al 9 por ciento de infecciones autóctonas por este protozoario.
Con el tiempo los mosquitos se vuelven autóctonos, por lo cual –escriben los autores– “ha habido un aumento en la malaria adquirida localmente entre los mineros, especialmente entre los casos locales en Roraima. La minería representó solo 61 casos contraídos localmente en 2016, en comparación con 4.073 en 2020”.
Erica Wetzler dice que aún se necesitan más estudios para comprender por qué P. falciparum, presente en varias regiones del mundo pero predominante especialmente en África subsahariana, es tan prevalente en la región y entre los casos importados a Brasil.
Lo que se sabe, dice, porque también lo hemos visto en Guyana y la Guayana Francesa, es que la actividad minera, brinda la posibilidad de que prolifere este tipo particular de malaria.
Un largo camino
Según el Ministerio de Salud de Brasil, en el país la malaria es endémica en la región amazónica, representando el 99 por ciento de los casos de transmisión local. Los países amazónicos vecinos, como Bolivia, Venezuela y Colombia, también tienen una alta incidencia de casos
Erica Wetzler, investigadora principal de World Vision
Para la Organización Mundial de la Salud, entre 2000 y 2020, Brasil y los países mencionados representaron el 77 por ciento de los casos de malaria en el continente americano, aunque el número de casos y la mortalidad han disminuido 58 y 56 por ciento respectivamente entre esos años.
Pero el camino para eliminar la malaria en la región, o detener la transmisión local del parásito que causa la enfermedad, aún podría ser largo.
Hay estrategias por parte del Ministerio de Salud de Brasil para el control de la enfermedad, como el diagnóstico en pacientes asintomáticos, el acceso a los servicios de salud, el diagnóstico preciso y el tratamiento oportuno, incluyendo la búsqueda activa de personas en áreas de alto riesgo de infección, dice Rachid.
Wetzler cree que las acciones de salud pública son esenciales en la lucha contra la malaria, pero se necesita hacer más. Una de las acciones es supervisar y controlar la actividad minera, observa.
“Se necesita una mayor integración y cooperación entre los países de la región amazónica para abordar el problema, además de saber cuándo los niños indígenas están más expuestos al vector y hacer más estudios para comprender por qué se ven tan afectados”, finaliza.
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