Brasil. 

 

Las regiones tropicales del mundo perdieron 11,1 millones de hectáreas de cobertura forestal en 2021, según muestran nuevos datos, lo que pone en duda las promesas mundiales de acabar con la deforestación para 2030.

Tomando en cuenta al Amazonas y la cuenca del Congo, la pérdida de árboles incluyó 3,75 millones de hectáreas de bosques primarios “críticamente importantes”, según el informe de Global Forest Watch del Instituto de Recursos Mundiales.

Ello ha dado lugar a la liberación de 2,5 gigatoneladas de dióxido de carbono a la atmósfera, equivalente a la emisión anual total de combustibles fósiles de la India, indicó el monitor forestal.

La subdirectora de Global Forest Watch, Mikaela Weisse, informó durante una conferencia de prensa virtual que “el equipo se enfocó específicamente en la pérdida de bosques primarios tropicales húmedos, que son lugares de selva tropical prístina importantes para el almacenamiento de carbono y la biodiversidad”.

“También nos centramos en los bosques tropicales porque allí es donde ocurre la deforestación moderna, más de 96 por ciento”, añadió.

El informe describió la tasa de pérdida de bosques primarios en los trópicos en años recientes como “obstinadamente constante”. La pérdida en 2021 fue 11 por ciento menor que en 2020 pero siguió a un aumento de 12 por ciento en 2019, atribuido principalmente a los incendios, precisó.

En la cumbre climática de la ONU, la COP26 realizada en Glasgow en noviembre de 2021, líderes de 141 países firmaron una declaración sobre los bosques y el uso de la tierra, comprometiéndose a “detener y revertir la pérdida de bosques para 2030”.

Alcanzar estos objetivos requiere “un descenso constante en la pérdida de bosques cada año por el resto de la década”, de acuerdo con el informe sustentado en datos de la Universidad de Maryland de Estados Unidos. Hasta ahora ello solo está ocurriendo en unos pocos países de los trópicos, como Indonesia y Malasia, donde las pérdidas de cobertura forestal primaria han disminuido en los últimos años.

“Estos nuevos datos subrayan cuánto esfuerzo se requiere para alcanzar los objetivos de deforestación”, destaca Weisse.

Brasil representó más del 40 por ciento de la pérdida de bosques tropicales primarios en el mundo en 2021, que asciende a 1,5 millones de hectáreas. La mayor parte de esas pérdidas ocurrieron en la Amazonía, señaló Rod Taylor, director mundial del programa de bosques del Instituto de Recursos Mundiales.

“La pérdida de cobertura forestal en Brasil, especialmente en la Amazonía, ha sido persistente a lo largo de los años”, sostuvo Taylor, añadiendo que las pérdidas debido a los incendios fluctuaron dependiendo de las condiciones. El análisis, por primera vez, tomó en cuenta la pérdida de cobertura arbórea causada por los incendios forestales, incendios provocados intencionalmente e incendios debido a actividades agrícolas.

Entre 2020 y 2021, las pérdidas en Brasil no relacionadas con incendios —por lo general vinculadas a la expansión agrícola— aumentaron nueve por ciento, según el informe. La deforestación por tala fue la más alta desde 2006, cuando se dictaron una serie de medidas para reducir la deforestación, precisó.

Estados clave en el oeste de la Amazonía brasileña tuvieron un aumento de 25 por ciento en pérdidas de bosques primarios no relacionadas con incendios, con nuevos “puntos calientes” que surgieron donde se habían talado bosques a gran escala junto a carreteras ya existentes, probablemente para pastoreo de ganado, sugiere el informe.

“La nueva investigación muestra que la Amazonía está perdiendo resiliencia mucho más rápido de lo que pensábamos, llegando incluso a un punto de inflexión en el que vastas áreas se transforman de selva tropical a sabana, lo que genera emisiones masivas”, afirmó Weisse.

Paulo Artaxo, investigador de la Universidad de Sao Paulo, quien no participó en el informe, señaló a SciDev.Net que para reducir la deforestación en la Amazonía, básicamente se requiere que Brasil cumpla sus compromisos internacionales firmados en la COP 26, en Glasgow.

Para cumplir con esos compromisos “necesitamos políticas públicas basadas en ciencia; necesitamos un sistema judicial que realmente prohíba delitos ambientales en la región amazónica, ya que el 99 por ciento de la deforestación en la Amazonía se da por actividades delictivas o actividades ilegales de invasión de tierras públicas o invasión de tierras indígenas”, prosiguió Artaxo, dedicado a estudiar la interacción de los bosques con los procesos atmosféricos.

“Evidentemente, es importante que haya una presión internacional para que el gobierno brasileño aumente la vigilancia de las actividades ilegales en la región amazónica y para que el gobierno brasileño promueva estrategias económicas y sociales de desarrollo sustentable en la Amazonia”, aseveró.

Cuenca del Congo

La República Democrática del Congo (RDC) tuvo la segunda pérdida forestal más grande en 2021, perdiendo casi un millón de hectáreas de cobertura forestal. Esto fue impulsado por la agricultura de pequeña escala y la tala de árboles para producción de carbón, indica el análisis.

“El inmenso bosque de la RDC es un gran sumidero global de carbono y se necesitan grandes cambios para frenar esta pérdida forestal”, advirtió Elizabeth Goldman, gerente senior de investigación del sistema de información geográfica de Global Forest Watch.

“Esto debería incluir la búsqueda de nuevas vías de desarrollo y el mejoramiento de los rendimientos agrícolas para que la expansión de la agricultura no continúe sin control dentro de los bosques primarios, y se acceda a energías limpias”, sugirió.

En el lado positivo, en Indonesia hubo una reducción de 25 por ciento en las pérdidas de bosques primarios en comparación a 2020, lo que constituye el quinto año consecutivo de disminución del país. Malasia también experimentó su quinto año en declive.

Hidayah Hamzah, gerente senior de bosques y turberas del Instituto de Recursos Mundiales, con sede en Indonesia, precisó que el gobierno de ese país ha aumentando el monitoreo de incendios, ha ampliado la restauración forestal y revocado licencias para tala, plantaciones de aceite de palma y minería en los bosques.

Sin embargo, a la experta le preocupa que los precios del aceite de palma en el país están en su nivel más alto en 40 años. “Esto podría incrementar el apetito por expandir las plantaciones de aceite de palma en las áreas forestales”, advirtió.