Indonesia.

La cera derretida está lista, usando una herramienta tradicional parecida a una pluma, los artesanos decoran la tela con un colorante caliente conocido como malang. Esta técnica del batik requiere entre dos y tres meses para una sola pieza.

Andi Sudiarso conoce bien las dificultades para conservar esta técnica artesanal. Cuando se hizo cargo del negocio familiar, se enfrentó a problemas de producción y competencia en el mercado.

“Hay muchos retos a la hora de hacer batik a mano. En primer lugar, los artistas del batik son cada vez más escasos. La generación más joven, a la que antes le gustaba hacer batik, ha perdido interés. Además, ha aparecido la impresión batik, que no sigue el proceso artesanal de siempre”; comentó Sudiarso.

El empresario trabaja en la provincia de Yogyakarta, en La Isla de Java. La UNESCO ha reconocido la artesanía del batik como patrimonio cultural y material. Por ello, para Andi, es importante mantener la singularidad de lograr patrones coloridos e intrincados mediante la utilización de cera y tintes. Como solución a estos retos, Andí inventó una máquina de batik que llamó ‘butimo’.

Las exportaciones de batik en Indonesia tienen un gran potencial y han superado ya los 500 millones de dólares.

Ita Cahyawati ha comprado una máquina. Es una empresaria del batik que lleva en el negocio desde 2010. Con la máquina ‘butimo’, la producción de Batik es mucho más eficiente, dice. Puede reducir el coste de producción en un 30%.

Tampoco podemos prescindir de los batikeros tradicionales, porque aunque tengamos estas máquinas, seguimos necesitándolos para trabajos especiales y complicados, por ejemplo, para hacer líneas de menos de medio milímetro, en el caso del batik, sobre todo los grises o granito”, subrayó Cahyawati.

Dejar que el artesano trabaje junto a la máquina ‘butimo’ está en consonancia con el objetivo de Andi Sudiarso, que es contribuir a que esta forma de artesanía siga siendo conocida en los próximos años.