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¿No has enfermado de COVID-19? Es más probable que seas asintomático que inmune

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Por: Geraldine Castro / COVIDconCIENCIA / Red MPC.

A poco más de dos años del vivir en medio de la pandemia de COVID-19, ¿existen personas que hayan evadido la infección del nuevo coronavirus y evitado enfermarse?

Respuesta: es cierto que aleatoriamente es probable que algunas personas sigan sin tener contacto con el virus, pero también lo es que hasta la fecha la evidencia para afirmar que entre nosotros rondan superhumanos inmunes al virus es insuficiente.

Es más viable considerar –de acuerdo con la información conocida- que muchas de las personas que creen contar con alguna especie de inmunidad particular en realidad cursaron la enfermedad sin síntomas o con dolencias menores que las llevaron a pensar que se trataba de algo más leve, como una gripe menor.

El problema es que esas ideas sobre una supuesta capacidad de evitar infectarse o enfermar se fortalecen con información difundida a través de plataformas de medios sociodigitales y apps de mensajería basada en interpretaciones a medias de hallazgos sobre la inmunidad innata, un mecanismo que, si bien es un aliado contra infecciones, es solo una pieza del sistema inmunitario.

Desde Telegram para el movimiento antivacunas

Ejemplo de ese tipo de información engañosa podemos encontrarlo en un mensaje compartido a través de Telegram, según el cual un estudio, publicado en enero de 2022 en Nature Immunology, afirmaría que la inmunidad innata detiene al virus en muchas personas:

“Es efectiva contra cualquiera de las variantes de COVID” y “es aquella primera línea de defensa que se encuentra en las mucosas y que es inespecífica, ataca a cualquier virus, bacteria u hongo patógeno por igual”, afirman en el artículo.

Ambas frases intentan sugerir que debemos dejarle a nuestro organismo actuar por su cuenta y sin tratamiento alguno como la mejor forma de combatir la infección, lo cual es una distorsión de lo expuesto en el documento original.

Un mensaje más, también en Telegram, retoma una nota de The Western Journal y va todavía más lejos al asegurar que un estudio de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) afirma que “la inmunidad natural reduce el riesgo 29 veces de padecer COVID. Esta reducción es casi cinco veces la que brinda la vacuna (reducción de seis) por lo que no se justifica discriminar a las personas con inmunidad natural que no han sido vacunadas ni se justifica obligarlas a vacunarse”.

Y una vez más, tal afirmación es una distorsión de lo señalado por el estudio del CDC: los datos reportan que en California y Nueva York se registraron más casos de COVID-19 entre las personas no vacunadas contra SARS-CoV-2 y sin infección previa que entre quienes tampoco habían tenido una infección previa pero sí estaban vacunadas.

De hecho, la menor cantidad de casos fue entre la población vacunada que tuvo una infección previa, lo que se conoce como inmunidad híbrida, una forma de protección identificada en estudios experimentales sobre el refuerzo que la vacuna implica en pacientes que sobrevivieron a una infección y enfermedad de COVID-19.

En estricto sentido y de forma clara, el documento del CDC jamás afirma que infectarse es lo mejor para estar protegido y tampoco mide la probable inmunidad que brindan los refuerzos de las vacunas. Es importante mencionar que tampoco incluye el efecto de la variante Ómicron.

Arte: Alonso Monroy

 

Para entender este asunto de inmunidades

La inmunidad innata no es una panacea, partamos de ahí.

Se trata más bien de una respuesta inmediata de nuestro sistema inmunitario y de la cual depende una respuesta más compleja; responde a los patógenos de forma genérica y su respuesta no cambia ante la constante exposición a microorganismos.

De ahí que su celebrada virtud de “atacar a todo por igual” está lejos de ser su mejor atributo; de hecho, si esa acción es exacerbada puede desencadenar peligrosas respuestas inflamatorias.

Debe reconocérsele que puede ayudarnos a enfrentarnos a algún virus, pero sin garantías de que eso ocurra siempre: confiar ciegamente en esa respuesta orgánica es como echarse un volado.

Al respecto, Sara Espinosa Padilla, especialista en inmunología y encargada de la Unidad de Investigación de Inmunodeficiencias del Instituto Nacional de Pediatría, dice que cuando la inmunidad innata se expone a un microorganismo puede ayudar a disminuir su replicación pero sin eliminarlo al 100 por ciento.

Para beneficio común, existe otra respuesta inmune que complementa y extiende el periodo de alerta ante nuevos patógenos: la inmunidad adaptativa.

Esta otra es una herramienta más sofisticada que ataca objetivos específicos. Gracias a la “memoria” que puede generar, en futuros encuentros con el patógeno responderá más rápido.

Este “sistema inmune específico o adaptativo, básicamente -integrado por- los linfocitos T y B es el que termina de erradicar al virus”, asegura Espinosa Padilla.

Según esto expuesto, sería un error confiar que la inmunidad innata es suficiente para protegernos de padecer COVID-19, y considerar eso un argumento para rechazar vacunarse lo es más aún.

Hay que reiterarlo las veces que sea necesario: las vacunas previenen significativamente los riesgos de enfermedad grave, hospitalización y muerte, e incluso disminuyen secuelas graves relacionadas con COVID-19.

El origen de la confusión sobre inmunidades

Cierto, pensar en que la inmunidad innata nos protegería del SARS-CoV-2 es una idea fascinante y que nos daría una enorme tranquilidad. El punto sería entender qué parte de esa capacidad del organismo supuestamente hace algo contra el virus.

Y de ahí la confusión porque sí existen estudios que exploran la acción de esa parte del sistema inmunitario ante el patógeno.

El estudio cuyos resultados se distorsionan en los mensajes de Telegram indaga en ese punto. El análisis fue coordinado por el Hospital de Investigación Humanitas y el IRCCS San Raffaele Hospital de Italia, y consistió en estudiar 12 moléculas de reconocimiento de patrones, que son una de las herramientas que usa la inmunidad innata para distinguir patógenos.

De estas moléculas, destacó una: la Lectina de Unión a Manosa (MBL), conocida por unirse a partes de algunos microorganismos para facilitar su eliminación. En estudios in vitro, MBL demostró interactuar con el SARS-CoV-2 y evitar que el virus entrara a las células humanas.

Eso parece un dato suficiente para pensar que la tesis del mensaje de Telegram tiene fundamentos, pero que ignora el resto de los resultados: algunas personas -cuyos casos fueron revisados en el estudio- que padecieron síntomas más severos por COVID-19 tenían menor concentración de esa molécula.

Cierto, el análisis sugiere que la MBL podría tener un papel relevante en la respuesta al virus, pero tampoco como para usarlo de base y publicar encabezados como estos, en El Financiero y Forbes, respectivamente: ¿Existe la inmunidad innata contra COVID? Este estudio dice que sí», “Inmunidad innata, la nueva arma contra el Covid-19”

Y además ni los mensajes en Telegram ni las noticias de ambos medios dejan lo suficientemente claro es que se desconoce todavía qué tan determinante es el papel de esa molécula en el establecimiento de una infección y en la progresión de la enfermedad que se genere.

Recientemente, la revista Nature entrevistó a una de las autoras del estudio, Elisa Vicenzi, quien contó que recibieron peticiones de algunas personas que deseaban análisis de su propio ADN para determinar si tenían un escudo natural contra SARS-CoV-2 y de ser así, evitar así la vacunación, a lo que ella contestó “seamos claros, no hemos identificado ninguna variante que otorgue protección contra el SARS-CoV-2”.

Otras confusiones se han desarrollado luego de la publicación de un estudio realizado por el Hospital del Colegio Universitario de Londres dado a conocer el febrero de 2022, en Research Square.

La investigación contó con 36 voluntarios, sin vacuna ni contagio previo, a quienes se les introdujo una pequeña dosis del coronavirus en la nariz, misma que resultó ser suficiente para contagiar a la mitad de los participantes en el estudio.

Dado que la mitad de las personas no se contagiaron, este estudio se ha tomado en medios como ejemplo de que algunas personas no se enferman. Tampoco es confiable este argumento debido a que la cantidad de virus, por seguridad de los voluntarios, fue mínima, por lo tanto queda la variable de que una mayor carga viral sí que pueda contagiarlos.

Una confusión más: librar la enfermedad

Creer que la inmunidad innata nos libra de padecer la enfermedad es otro riesgo. En sí, esta respuesta inmunitaria puede ser desregulada y aguda, lo cual puede generar peores cursos y afecciones por la inflación que llega a provocar.

Ejemplo de ello son las moléculas interferones, los cuales forman parte de la primera línea defensiva del sistema inmunitario y operan al unirse a diversas células para activar la respuesta antiviral.

Aun cuando sabemos que carecer de interferones específicos puede causar mayor susceptibilidad a enfermedades infecciosas, también es conocido que esas moléculas deben ser reguladas por autoanticuerpos para prevenir el daño de la inflamación que puede derivar de la acción de los primeros.

Un estudio publicado en la revista Science Translational Medicine en septiembre de 2021, mostró que “cuando la inmunidad innata no está regulada, específicamente la vía a través de los interferones tipo 1 (alfa y beta), la replicación de SARS-Cov-2 es muy elevada, dicha situación parece explicar entre el cinco y 10 por ciento de los casos graves de COVID-19”, expuso Espinosa Padilla.

Todo puede ser más bien ser anomalías genéticas o inmunológicas

Con todo y que hasta ahora la evidencia sobre inmunidad natural contra el SARS-CoV-2 es insuficiente, existen estudios que exploran otras variables como determinantes inmunológicos o genéticos que generen mayor o menos propensión a enfermar de COVID-19.

Ejemplo de ello, es el proyecto internacional COVID Human Genetic Effort (COVIDHGE), el cual -según expone en su sitio web- considera que “aunque aún no está probado, puede haber individuos completamente resistentes a la infección en sí, como se ha visto con otros virus”.

Pero eso tampoco permite sustentar las distorsiones de los mensajes de Telegram ni los encabezados periodísticos citados.

Lo que COVIDHGE propone es una búsqueda de “variantes monogénicas, raras o comunes, que hacen a determinados individuos resistentes a la infección por el propio SARS-CoV-2, a pesar de la exposición repetida, o resistentes al desarrollo de manifestaciones clínicas a pesar de la infección”.

Espinosa Padilla, investigadora participante en ese estudio, indicó que estos casos no son comunes, pero “si se identifican tales individuos, probaremos la hipótesis de que algunos de ellos portan variaciones monogénicas que los hacen naturalmente resistentes a la entrada del virus”.

Pero hay que reiterarlo: se trata de condiciones muy específicas que siguen revisándose bajo estrictos protocolos científicos. Que alguno de nosotros siga sin enfermarse hasta la fecha es solo un dato anecdótico que está muy lejos ser una razón de peso para afirma que existimos superhumanos inmunes al SARS-CoV-2.


FUENTES:

  1. Recognition and inhibition of SARS-CoV-2 by humoral innate immunity pattern recognition molecules
  2. Bombshell CDC Study: Natural Immunity Provides Significantly More Protection Against COVID Than Vaccination Only
  3. Morbidity and Mortality Weekly Report (MMWR)
  4. COVID super-immunity: one of the pandemic’s great puzzles
  5. Manual de Vacunas en línea de la Asociación Española de Pediatría  
  6. ¿Existe la inmunidad innata contra COVID? Este estudio dice que sí 
  7. Inmunidad innata, la nueva arma contra el Covid-19
  8. Covid-19: discovered a new mechanism of immune resistance
  9. Recruiting innate immunity against SARS-CoV-2
  10. Safety, tolerability and viral kinetics during SARS-CoV-2 human challenge

Escuchar en Ñhañhu, Maya y Purépecha. 

Noticiero Científico y Cultural Iberoamericano – Noticias NCC
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