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Un lagarto venenoso se resiste a desaparecer en el bosque seco de Guatemala

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Cabañas, Guatemala.

El heloderma, una especie de lagarto venenoso endémico del bosque seco del Valle del Motagua, en el este de Guatemala, se resiste a desaparecer víctima del tráfico ilegal y de la caza por el temor que provoca su aspecto, además de los mitos populares que lo rodean.

El miedo y el mercado para su venta, además del cambio en el uso de suelo de la región, son los principales enemigos de un reptil que vive en peligro crítico de extinción en Guatemala y cuyo veneno no es mortal ni necesita de un antídoto para ser neutralizado.

La esperanza para frenar la extinción de los últimos 500 ejemplares del reptil se encuentra bajo el manto de la Reserva Natural Heloderma, de asociación privada denominada Zootropic, en el municipio de Cabañas, del departamento de Zacapa, unos 130 kilómetros al este de la Ciudad de Guatemala.

El animal, familiar de lagartijas similares de Norteamérica, distintas en su coloración y tamaño, con unos 400 milímetros de largo (en promedio), ha generado mitos populares a su alrededor en Guatemala.

Por ejemplo, el simple contacto de la sombra de una persona con el heloderma, también conocido por los lugareños como «escorpión» o «niño dormido», bastaría para enfermar y contagiarse de un veneno fulminante. Pero nada más lejos de la realidad.

De cazador a conservador

Nacido en El Arenal, una de las aldeas de Cabañas enclavadas en el bosque seco del Motagua, Gilberto Salazar creció con la idea que su padre tenía sobre los helodermas: unos animales de veneno mortal que podían matar si tocaban apenas la sombra de una persona.

Salazar acepta que las cazó por precaución desde niño y durante el tiempo que se dedicó a la agricultura, como su padre. Lo dice, mientras sostiene con suavidad una de estas lagartijas en su calidad de guardarrecursos de la Reserva Natural.

Ahora, Gilberto es un defensor del reptil y de la fauna y flora del bosque seco. Promueve su conservación en escuelas de Zacapa y el departamento contiguo, Chiquimula, y siempre acerca sus helodermas en cautiverio a la niñez del área para que se familiaricen con el animal y lo defiendan en el futuro.

Desde 2002 Salazar integra Zootropic, una entidad liderada por el biólogo Daniel Ariano, que se encarga de cuidar el bosque seco, donde aprendió a levantar a los helodermas por la cola y también depuró su agilidad para evitar mordidas, especialmente después del chasquido que emite el animal en defensa propia.

«Aquí mucha gente les tenía miedo, decían que hasta para pasar donde él (heloderma) había que buscarle el lado al sol porque si la sombra de uno pasaba sobre él, uno quedaba contagiado del veneno y podía morir», describe Salazar.

«También decían que si uno agarraba al animal, este le tiraba leche y que si le caía en el cuerpo, pues uno iba a botar la carne por pedazos y también moría», añadió.

En realidad, la mordida, que sí es dolorosa, no pasa de la molestia y el susto, además de que «no necesita de un antídoto para neutralizar el veneno», subraya Salazar.

El encargado de los animales se encarga de su cuidado y rescate y también de alimentarlos cuando se recuperan en los recintos diseñados para mantener su hábitat. Posteriormente son liberadas con un chip que mide cada movimiento.

Salazar dice que intercambia raciones de víveres, en su mayoría semillas obtenidas de la misma reserva, por helodermas que podrían ser sujetas a traslados ilegales para coleccionistas exóticos.

«Si Zootropic no hubiera venido a esta comunidad, esta especie se hubiera extinguido», esgrime con brillo en los ojos, mientras recuerda a las primeras generaciones de estudiantes de la Universidad del Valle de Guatemala (privada) que iniciaron la conservación del bosque y de los animales, principalmente el heloderma.

En 2010, Salazar fue reconocido por el Fondo Mundial de la Conservación de Disney como Héroe Mundial de la Conservación, junto a otros cinco guardarrecursos, por «haber pasado de ser un cazador furtivo a un conservacionista activo, desempeñando un papel fundamental en todos los aspectos del programa de conservación de lagartos en Guatemala».

El guarda recursos Gilberto Salazar ha dedicado parte de su vida a cuidar y proteger esta especie víctima de supersticiones y mala información que la ha llevado casi a la extinción. EFE/Esteban Biba
El bosque del escorpión 

Varios factores han mantenido con vida a la lagartija venenosa, pero principalmente el proyecto Heloderma de Zootropic implementado en 2002 y la investigación universitaria, además de la estrategia nacional para la conservación designada por el Consejo Nacional de Áreas Protegidas (Conap).

Hoy son unas 500 helodermas en cautiverio y el año pasado el proyecto consiguió el nacimiento de al menos un neonato de la especie, según un documento del Conap de octubre de 2020.

De acuerdo al investigador Daniel Ariano, en «algunas regiones este animal es incluso más temido por los pobladores que la serpiente de cascabel -también inquilina de la zona-«.

Sin embargo, subraya Ariano, «poco a poco ha ido cambiando la imagen negativa de esta especie entre los pobladores y se ha convertido en orgullo de las regiones que actualmente trabajan en la conservación de este animal, principalmente en la aldea El Arenal».

El biólogo asegura que su importancia también radica en que es en sí mismo un «indicador del estado de conservación del bosque seco, debido al nivel trófico que ocupa, sus requerimientos de alimentarse de nidadas de vertebrados, utilizar madrigueras subterráneas hechas por otros animales y necesitar el bosque seco en buen estado de conservación para su sobrevivencia».

Guatemala cuenta con alrededor de 2.300 especies de flora y fauna en peligro de extinción y es considerada como una de las naciones más biodiversas del mundo, pero según expertos corre peligro de perder su riqueza natural en los próximos diez años.

Por: EFE.

Noticiero Científico y Cultural Iberoamericano – Noticias NCC
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