La Paz.
El huerto urbano «Awichas», que significa abuelo en aymara, pasó de ser un basural en medio de las calles de La Paz a convertirse en un oasis para un grupo de adultos mayores que con su experiencia en cultivos impulsa la seguridad alimentaria y ha encontrado una motivación en su vida y una forma de aportar a sus familias.
Esta iniciativa nació en 2019, luego de un viaje que la boliviana Petrona Mamani, quien es una de las fundadoras del huerto, hizo a España donde conoció los «huertos de ocio», en el que varias personas se juntaban para cultivar de forma orgánica sus alimentos.
Mamani contó a EFE que esa experiencia la motivó a impulsar en Bolivia un huerto en el que ancianos pudieran juntarse y cultivar una variedad de alimentos para su consumo con el apoyo de productores de EcoTambo, un proyecto de productos agroecológicos, la ONG Suiza E-Changer y la Alcaldía de La Paz.
Los adultos mayores que son parte de la comunidad «Awicha» se dividen en dos grupos para hacerse cargo de los quehaceres en el huerto, como sembrar, regar y proteger los cultivos, hacer insecticidas caseros y abonos ecológicos.
Además, intercambian sus experiencias y conocimientos de la mano de los cooperantes sobre agricultura sostenible y urbana como E-Changer y EcoTambo.
«Muchos de los abuelitos que participan tienen conocimiento porque cuando eran más jóvenes han sembrado con sus familias en el campo», expresó a EFE, Audrey Vargas, una de las capacitadoras que es parte de E-Changer.
En el huerto se ha cultivado papa, haba, arveja, cebolla, nabos, rabanitos, tomate, pepino, entre otros alimentos que luego se reparten entre ellos para hacer una comida comunitaria conocida como apthapi o para llevar a su casa y que sus familias disfruten de esos ingredientes, indicó Vargas.
«Les llena mucho a los abuelitos el poder aportar a sus familias», comentó.
Experiencias
Francisco Villasante, de 75 años, manifestó a EFE que se siente muy «feliz» de poder llevar estos alimentos a su casa y afirmó que «no desperdicia nada» porque sabe que es un alimento orgánico que ha sido cultivado con sus propias manos y las de otros ancianos.
Villasante está desde el inicio del huerto y su único pedido es que «puedan tener agua potable» para seguir con esta actividad, ya que ellos deben llevar el líquido en bidones desde sus casas o recolectar la lluvia para regar sus alimentos.
Benita Aquino le contó a EFE que lleva casi un año cultivando sus alimentos, esta actividad es importante en su vida, no solo porque puede llevar productos para ella, su hijo y sus nietos, sino porque ese lugar es «un punto de encuentro» con otras mujeres con las que habla, comparte y le llena de «felicidad».
La Paz, líder en huertos
El huerto «Awichas» es uno de los 14 que existen en el municipio de La Paz, que se ha convertido en líder en impulsar estos espacios gracias a una ley municipal vigente desde 2018 para la promoción de huertos urbanos, comentó a EFE a Mariela Rivera, responsable de agricultura urbana de la Fundación Alternativas, que impulsa políticas alimentarias en el país.
Rivera señaló que de los 14 huertos solo tres están registrados, por lo que agricultores y organizaciones que forman parte del Comité Municipal de Seguridad Alimentaria presentaron una propuesta denominada «3,2,1…¡Cultivemos!» a la Alcaldía paceña para «efectivizar» el registro legal de esos espacios y así impulsar más huertos municipales.
«La idea es que muchos más vecinos se animen a adoptar espacios municipales que estén en abandono para evitar avasallamientos, para evitar basurales y que se conviertan en zonas de riesgo», enfatizó Rivera.
Para ello comentó que las personas que quieren promover un huerto urbano en un espacio municipal deben seguir los pasos para el registro y se les dará el permiso de un año para comenzar a sembrar sus alimentos.
«La agricultura urbana trae consigo beneficios como la comunidad, ayuda a incrementar los espacios verdes, te reconecta con la madre tierra y ayuda a la seguridad alimentaria», recalcó Rivera.
Agregó que los huertos urbanos son uno de los «mecanismos» más efectivos para trabajar «la seguridad alimentaria» y así «garantizar el derecho a la alimentación» de las personas.
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