Voluntarios en Venezuela hacen compañía a adultos mayores en situación de vulnerabilidad. Para algunos, su trabajo es un alimento del alma. “A veces me sentía importante porque la señora me llamaba casi todos los días ‘¿Cómo amanecí?’ ‘¿Cómo estás?’. Me consiguió varias consultas de ginecología y odontología. Yo feliz, porque con qué iba a pagar”, contó María Dolores Jaimes, una beneficiaria del programa. Los voluntarios hablan por teléfono semanalmente con los adultos mayores que atienden y otras veces se ven personalmente.

El objetivo es guiarlos en las dificultades que pueden tener en su proceso de envejecimiento en medio de los efectos de la crisis: migración de familiares, pérdida del poder adquisitivo y el depauperado sistema de salud. Algunos se han quedado solos luego de que sus hijos emigraron ante la crisis económica y social de Venezuela.

“Uno comienza con detalles: ¿cómo te llamas?, ¿dónde vives?, ¿cuántos hijos tienes?; y después vamos entrando en confianza, nos conocemos y entramos poco a poco en la vida de cada uno de los beneficiarios”, explicó María Carolina Borges, una voluntaria del programa.

El programa es de la ONG Convite y denuncia que existe un «precario sistema de protección» para adultos mayores en Venezuela y estima que unos 500 mil ancianos viven solos en el país. “Capacitamos a nuestras voluntarias en la escucha activa, en poder propiciar soluciones concretas a problemas cotidianos que los adultos mayores pasan”, dijo la coordinadora del programa: Milagros Fagúndez.

El programa de Convite comenzó en 2020 en la zona metropolitana de Caracas y no se limita a ayudar a las personas solas, también va dirigida a quienes viven con familiares y necesitan ser escuchados. Venezuela suma unos 5 millones de pensionados, según el gobierno, que lanzó en 2011 el programa social Misión Amor Mayor para atender a este sector de la población. No hay cifras o balances de esa gestión.