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Donde la salud no es un derecho sino un privilegio

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Para el Día Mundial de la Salud, EFEsalud muestra la realidad de tres países donde la situación sanitaria es crítica. Lesoto, República Centroafricana y Sudán del Sur, regiones donde la salud es un privilegio y no un derecho.

Precisamente, para este día, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha escogido como lema “Salud para todos” con el objetivo de que todas las personas disfruten de buena salud “para llevar una vida plena en un mundo pacífico, próspero y sostenible”. Una meta que aún queda lejana.

Lesoto: una esperanza de vida de 50 años

Lesoto es un pequeño país del sur de África, con una población que no supera los dos millones de personas, de los que la mitad vive en la pobreza. El país padece una de las pandemias de VIH/Sida más graves del mundo, de hecho la prevalencia de la infección se estima que afecta al 23 % de la ciudadanía entre los 15 y 49 años.

La esperanza de vida al nacer en ese país, enclavado en la República de Sudáfrica, es de 50,7 años (47,9 en hombres y 54,2 en mujeres), mientras que en países como España supera los 80. Los motivos de que la vida de sus ciudadanos sea extremadamente corta en comparación con la de aquellos que viven en países ricos se debe a varios factores, según relata a EFEsalud Ithabeleng Motleleng, matrón del Mositi Health Center, en Lesoto.

El porqué de la elevada tasa de VIH se debe, según relata el matrón, a la violencia de género, al escaso acceso a los preservativos, al igual que a los servicios de salud sexual de calidad, las prácticas culturales y “por supuesto”, la pobreza.

Escasez de medicamentos, de profesionales…

La situación del país se caracteriza además de por la pobreza, por las malas condiciones de vida, la falta de saneamiento, la desnutrición, la desigualdad económica y el escaso acceso a la atención sanitaria.

Los servicios de atención primaria son gratuitos pero no son de calidad y la atención hospitalaria hay que pagarla, señala Motleleng. No hay médicos, farmacéuticos ni otros profesionales en los centros de salud, donde solo hay enfermeras. Además, hay escasez de medicamentos -los niños sí tienen acceso a las vacunas- y conseguir antibióticos es muy complicado. Tampoco hay equipos esenciales.

Fue la ONG Manos Unidas la que ayudó a construir un departamento de atención a la maternidad y la infancia en ese país.

Además del VIH, la tuberculosis es la enfermedad que más vidas amenaza en Lesoto, también la hipertensión, la diabetes, el cáncer de cuello uterino así como la desnutrición y otras patologías, señala el enfermero.

La cruda realidad de Sudán del Sur

Como Lesoto son muchos los países en los que el acceso a la salud es prácticamente una utopía.

Sudán del Sur es otro ejemplo donde el derecho a la salud no es una realidad. La esperanza de vida al nacer supera a la de Lesoto (62,7 años, según datos de la OMS) pero es un país en el que se calcula que en el 1 % de los embarazos la madre muere, la tasa más alta del mundo.

Y es que en esta región, con una situación política que sigue sin resolverse y un nivel de violencia comunitaria muy grande, dos tercios de las estructuras sanitarias no funcionan. No existe un sistema sanitario. Los ciudadanos del país viven ajenos a que la salud es un derecho humano y se han acostumbrado al día a día sin él.

La salud materna y neonatal, una emergencia

La salud materna y neonatal es una de sus principales emergencias , tal y como relata a EFEsalud la enfermera y coordinadora general de Médicos Sin Fronteras España (MSF) en Sudán del Sur, Esperanza Santos, quien ha regresado a España hace apenas un mes tras un año en ese país.

Son muy pocas las mujeres que dan a luz en una estructura sanitaria y más del 60 % no tiene ningún seguimiento médico durante el embarazo, circunstancias que explican su alta mortalidad materna.

Salud maternidad
Una joven madre espera su tratamiento en el hospital militar de Yuba. EFE/Marvis Birungi

“En uno de los proyectos que teníamos para ir a hacer una cesárea teníamos que ir entre seis y siete horas en un barco. Imagínate una mujer con un parto prolongado o una obstrucción en el canal del parto que tiene que someterse a siete horas en un barco dando botes. Y es que te puedes tirar a lo mejor dos días para llegar a un hospital”, cuenta Santos.

Más del 50 % de los niños no está vacunado. Las causas de mortalidad infantil son la diarrea, las infecciones respiratorias y la malaria, fundamentalmente. Muy similar al resto de la población, que padece epidemias recurrentes como sarampión, hepatitis E y cólera, entre otras.

“Viven sin asistencia sanitaria. La gente se acostumbra a eso y en algunas comunidades donde el hospital está algo más cerca, no están acostumbrados a ir”, abunda la enfermera, quien lamenta que se haya reducido la ayuda a este país, en el que MSF ha tenido que aumentarla precisamente por la pérdida de donantes.

República Centroafricana, “el desierto médico”

La República Centroafricana es también uno de los países del mundo donde la tasa de mortalidad infantil es más elevada. El acceso a la salud es un derecho inalcanzable para la mayoría de la población. La esperanza de vida al nacer supera por poco los 50 años.

Un país que MSF lo considera como un “desierto médico” ante la falta de estructuras sanitarias y de personal cualificado.

Salud áfrica
Una matrona del centro sanitario de Nzacko da glucosa a una mujer, que no ha comido en más de un día, ya no tiene fuerzas para empujar en el parto. Foto cedida por MSF

“Es sumamente difícil para la mayoría de los pacientes que se encuentran fuera de la capital, el tener acceso al cuidado de la salud; de igual manera lo es para que los equipos de asistencia médica puedan acceder a muchas zonas del país, y ni hablar de la escasez de médicos especialistas que incluso en la capital no existen suficientes y solo hay las especialidades básicas”, cuenta a EFEsalud Aldo Rodríguez, cirujano general de MSF que se encuentra en la región de Bangassou, en la República Centroafricana.

La situación sanitaria es “muy delicada”, sobre todo para los grupos más vulnerables, como los niños de menos de cinco años, las embarazadas de alto riesgo, pacientes crónicos o inmunodeprimidos, así como los adultos más mayores.

Estos requieren de una asistencia médica rápida y de calidad, para lo que hay que superar barreras como el difícil acceso al interior del país, la falta de recursos para trasladarse o el desconocimiento por parte de los pacientes y familiares.

“Creo que el acceso a la salud es el desafío más grande y prioritario que se tiene, ya que al interior del país las rutas para trasladarse son demasiado complicadas, incluso trayectos de 100 y 200 kilómetros conllevan muchas horas de un camino desafiante que se vuelve aún más complicado y riesgoso en la temporada de lluvias”, explica el cirujano.

Traslados de enfermos, una odisea

Hay además comunidades en las que es imposible acceder en coches, el paciente tiene que ser trasladado en motocicleta.

“Imagínate por ejemplo la travesía que tiene que pasar una paciente embarazada con una hemorragia activa o la incomodidad para un paciente con alguna fractura en la pierna, montado en una motocicleta por varias horas en un camino largo y austero”, relata Rodríguez.

Salud República Centroafricana
Un vehículo de MSF conduce hasta llegar al ferry para cruzar el río hacia el pueblo de Nzacko, en la República Centroafricana. Foto MSF.

Entre las emergencias sanitarias más preocupantes se encuentra la atención obstétrica: desde los cuidados y seguimiento básicos hasta la asistencia de urgencia en el hospital, donde el cirujano atiende en la actualidad.

A ello se suma la malnutrición y el paludismo, ya que todos los días se atienden pacientes con paludismo.

Estos tres países son solo una pequeña muestra de que la salud no llega a todos, que hay niños que se mueren al poco de nacer de enfermedades que en el primer mundo se superan en unos días.

Los conflictos y las guerras agravan la situación

Para el Día Mundial de la Salud, el director del departamento médico de MSF España, Cristian Casademont, reivindica el de derecho a la salud en todo el mundo, en un momento en el que las guerras y los conflictos se han extendido “muchísimo” en los países más vulnerables.

“La guerra y los conflictos prolongados en el tiempo acaban de destruir los sistemas sanitarios y aumentan su fragilidad, lo cual nos obliga a pensar en otras formas de garantizar el acceso a la salud”, afirma Casademont.

Un acceso de calidad y basado en los principios de ética médica y humanitaria, equitativo y que no entrañe riesgo alguno para la población, añade.

Así, son muchas las organizaciones humanitarias que tratan de reinventar sistemas de salud adaptándose a la realidad del contexto, donde el sistema primario de salud no funciona, no hay profesionales de enfermería y menos aún médicos.

Por eso, trabajan con agentes de salud comunitarios, que tienen “buena aceptación” por parte de esas poblaciones ya que éstos pertenecen a ellas. Son modelos de atención que han demostrado ser “potencialmente muy efectivos si se diseñan y supervisan correctamente”.

“Esto nos permite construir modelos de relación con comunidades a las que asistimos mucho más maduros, en los que intentamos construir juntos el sistema de provisión de salud y estos agentes, además, nos comunican las mayores necesidades de la población y podemos ver como completar desde MSF esas necesidades trabajando de forma conjunta”, señala Casademont.

Noticiero Científico y Cultural Iberoamericano – Noticias NCC
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