Londres. 

Los animales sociales como los primates son expertos en aprender observando a los demás. Por el contrario, los invertebrados no suelen ser conocidos precisamente por esta característica.

Pero ahora, como señala un estudio de la Universidad Queen Mary de Londres (Reino Unido), los abejorros pueden aprender a resolver un desafío para conseguir alimento observando a abejas más experimentadas.

Además, según indica el trabajo publicado por la revista PLOS Biology, los hábitos adquiridos tienden a extenderse rápidamente por toda la colonia. Y es que, aunque investigaciones anteriores han demostrado que las abejas pueden aprender tareas de esta manera, aún no estaba claro si esa conducta se podía difundir entre otros miembros del enjambre.

Según los investigadores, se trata por tanto del primer artículo científico que documenta la transmisión de distintos tipos de comportamiento entre abejas para solventar un mismo problema.

“Estos resultados aportan pruebas sólidas de que el aprendizaje social es importante para la transmisión de nuevos hábitos dentro de una colonia o comunidad, algo que se ha demostrado con anterioridad en otros animales”, afirman los autores. En este caso, la adquisición de ese comportamiento tiene que ver con la forma en la que este tipo de abejas busca alimento.

“Este descubrimiento en estos invertebrados de cerebro diminuto, coincide con estudios previos donde se obtuvieron resultados similares en primates y aves, y que sirvieron para demostrar la capacidad de aprendizaje social de esas especies”, apunta Alice Dorothy Bridges, autora principal del estudio.

Para llegar a estas conclusiones el grupo de investigadores realizó varios experimentos. Por una parte, analizaron un total de seis colonias de abejorros comunes (Bombus terrestris) para comprobar cómo actuaban ante una prueba en la que tenían que abrir una caja que contenía una solución azucarada.

Así pues, los investigadores diseñaron una especie de rompecabezas que los insectos debían abrir, consistente en girar una lengüeta roja en el sentido de las agujas del reloj, o bien una azul en sentido contrario, para así conseguir el alimento deseado.

Para ello, se entrenó a un grupo de abejas para que usaran una u otra opción, mientras que otro grupo simplemente observaba cómo sus compañeras resolvían la prueba. Lo más sorprendente para el equipo científico, fue que cuando llegó el turno de las ‘espectadoras’, estas decidieron emplear de forma abrumadora el mismo método que habían observado, incluso después de haber descubierto una forma alternativa.

El hecho de optar por lo que habían aprendido se mantuvo como una constante en todas las colonias de abejas analizadas, con una media del 98,6 % consiguiendo la victoria a través del método enseñado.

“La importancia del aprendizaje social para adquirir nuevas técnicas también se vio reflejada en que las que no tuvieron la oportunidad de ver una demostración, ya que lograron destapar el envase muchas menos veces que las que observaron a sus colegas hacerlo primero”, como enfatizan los autores del estudio.

Los resultados hablan por sí solos: la media de cajas abiertas en un día por las abejas que vieron a otras fue de 28, mientras que el grupo que no fue testigo de la mecánica solo consiguió abrir una caja por día.

En la imagen se muestra como se llevo a cabo el experimento / SINC.

En otro experimento, los investigadores exhibieron en las mismas poblaciones tanto a las que habían aprendido a abrir la pestaña roja como la azul. En el primer grupo, el 97,3 % de los casos, los ejemplares se decantaron por la apertura roja mientras que en el segundo grupo prefirieron la azul.

Según el grupo de expertos, “esto demuestra cómo puede surgir una tendencia de comportamiento en una misma población”. Además, añaden que se debe a que la mayoría de las abejas experimentadas se retira de la búsqueda de alimento y surgen nuevas aprendices, y no porque alguna modifique su preferencia”.

El origen de un complejo comportamiento

En cualquier caso, estos nuevos datos se suman a resultados similares obtenidos a partir de otros experimentos en especies como los primates y las aves, que concluyen que estos animales son capaces de aprender socialmente, al igual que los humanos.

“Si los abejorros son capaces de ello, se podría explicar el origen evolutivo de muchos de los comportamientos complejos de los insectos sociales. Es posible que lo que ahora parece una intuición, lo hayan aprendido socialmente”, agregan.

En este sentido, Bridges, afirma: “Los abejorros y los invertebrados en general no son conocidos por mostrar este tipo de tendencias sociales en la naturaleza, sin embargo, sí hemos comprobado con esta investigación que ese hábito prolifera y se mantiene en estas colonias”.

“La variedad de comportamiento en estos insectos es de lo más compleja del planeta, pero se cree que la mayoría de ellos obedecen a instintos. Sin embargo, estamos viendo que el aprendizaje social puede haber influido en la evolución más de lo que se imaginaba”, en palabras de la investigadora principal.

Por su parte, el catedrático de Ecología Sensorial y del Comportamiento en la Universidad Queen Mary de Londres, Lars Chittka, apunta que “el hecho de que las abejas puedan observar y aprender y luego convertir eso en un hábito se suma a las cada vez más numerosas pruebas de que son criaturas más inteligentes de lo que mucha gente cree”.

En su opinión, “tendemos a subestimar las civilizaciones formadas por abejas, hormigas o avispas en nuestro planeta porque son de cuerpo pequeño y sus sociedades y construcciones, a simple vista, parecen regidas por el instinto”.

No obstante, tal y como expresa el científico, “hemos sido testigos de cómo incorporan nuevas costumbres que se pueden propagar en las colonias de insectos al igual que los memes a través de las redes sociales”. Por este motivo, alega que “pueden responder a retos ambientales mucho más rápido que mediante cambios evolutivos que tardarían muchas generaciones en asentarse”.

Referencia:

Dorothy Bridges, A. et al: “Bumblebees acquire alternative puzzle-box solutions via social learning”. PLOS Biology (2023)