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Prácticas extensivas favorecen producción ganadera sostenible

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Brasil.

Brindar capacitación y asistencia técnica personalizada a productores ganaderos no sólo puede ayudar a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) derivadas de esa actividad, sino que también contribuye a mejorar la conservación de los suelos y aumentar la productividad y rentabilidad del sector.

Un estudio realizado en Brasil y publicado en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos (PNAS) buscó determinar el impacto ambiental y en la restauración de los pastizales de un programa de acompañamiento de dos años dirigido a ganaderos brasileños y encontró que ha generado un beneficio climático valorado en US$ 47,6 millones anuales.

Los investigadores de Brasil y Estados Unidos reclutaron a mil 369 productores de haciendas medianas de los estados de Goias, Mato Grosso do Sul, Minas Gerais, Maranhão y Tocantins, a quienes dividieron en tres grupos.

El primero de ellos no recibió entrenamiento; el segundo, participó de un programa de capacitación centrado en la restauración de pastizales, el pastoreo rotativo y el uso de la agricultura sin labranza. El tercero, en cambio, además de la capacitación recibió un servicio de asistencia técnica en el terreno, con visitas mensuales a los establecimientos.

Los investigadores comprobaron que el tercer grupo adoptó mejores prácticas de gestión y aumentó de manera sostenible la producción ganadera. Mientras que la sola capacitación no generó de por sí cambios, con capacitación y asistencia lograron casi un 39 por ciento de incremento en las ganancias a lo largo de 24 meses, según el estudio.

“La información es una limitación crucial para la intensificación de la ganadería en Brasil. Este resultado es sumamente importante, ya que la política agrícola brasileña se ha centrado principalmente en proporcionar crédito a los ganaderos y ha descuidado brindarles asistencia”, dice a SciDev.Net Arthur Bragança, autor de la investigación, que fue realizada dentro del programa denominado “ABC Cerrado”, del Ministerio de Agricultura de Brasil, que cuenta con financiamiento del Banco Mundial.

Casi el 90 por ciento de la producción ganadera brasileña se obtiene mediante alimentación con pastura, la que tiene en el país una productividad media muy baja, sin crecimiento en los últimos 20 años. Como el aumento de la producción láctea y cárnica requiere de nuevos pastizales, su obtención suele propiciar la deforestación

“Para impulsar la intensificación de la ganadería es fundamental contar con políticas destinadas a aumentar los servicios de extensión”, sostiene el especialista, que es director de Evaluación de Políticas, Agricultura Sostenible e Infraestructura de la Iniciativa de Política Climática en Río de Janeiro.

Por otra parte, la estrategia adoptada se revela como una opción válida para combatir el cambio climático. Los autores estimaron que el programa logró reducir las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera en 1,19 millones de toneladas, cantidad equivalente a la que Paraguay emite anualmente.

La cadena productiva ganadera es responsable del 14,5 por ciento de las emisiones mundiales de GEI y en América Latina y el Caribe representa hasta un tercio de las emisiones totales, con cientos de millones de toneladas de dióxido de carbono cada año.

Susana Gil, especialista en producción de bovinos de carne de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad de Buenos Aires (UBA), dice a SciDev.Net que además de los valores monetarios estimados como repercusión para los productores, y para la sociedad, al llevarlos a reducción de emisiones de GEI, la cantidad de productores que aceptaron participar y respondieron al Programa, es un “aspecto que aporta solidez al estudio”.

Afirma que en Argentina la producción pecuaria presenta una situación semejante, “que hace difícil distinguir o entender las barreras que intervienen en el no acceso de los productores a los servicios técnicos, tal como indican los autores de la investigación”.

“Pero más allá de esto, el hecho de que fueron los productores que tuvieron un curso de capacitación previo seguido de asistencia técnica, los que más adoptaron tecnologías pone de manifiesto que el conocimiento adquirido impacta en la capacidad de discernimiento y posterior decisión para implementar alguna “novedad tecnológica” (aunque en realidad no sea nueva) en el establecimiento ganadero”, agrega Gil, que es subdirectora de la Maestría en Producción Animal de la UBA.

Según Bragança tres elementos explican el éxito de la iniciativa: “Contar con extensionistas o agentes de extensión bien capacitados; elaborar un plan de mejora de las operaciones de los ganaderos y de recuperación de sus pasturas basado en las características específicas de sus fincas; y que los agentes de extensión acudan a las fincas regularmente para ayudar a los ganaderos a implementar el plan, en lugar de reunirse con ellos a intervalos irregulares y fuera de sus tierras”.

El economista remarca que la baja productividad de la ganadería es un problema común a toda la región. “Sería bueno entender si el acceso a información de alta calidad también limita la intensificación en otros ámbitos. Organismos multilaterales se encuentran trabajando en una intervención similar en la región de Orinoquia en Colombia; tengo curiosidad por ver qué encontrarán”, subraya.

A futuro, los especialistas buscarán comprobar si los beneficios del programa se sostienen en el tiempo. “Nos preguntamos si los productores mantendrán los logros a largo plazo. Por ese motivo, el siguiente paso será averiguar si necesitan algún tipo de apoyo una vez finalizada la asistencia”.

Pero el beneficio climático logrado (US$ 47,6 millones anuales), por sí solo supera el costo del programa. “Eso implica que el “ABC Cerrado” sería rentable incluso si los beneficios persistieran por un solo año”, de acuerdo con la investigación de PNAS.

Noticiero Científico y Cultural Iberoamericano – Noticias NCC
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