Argentina.
El impacto de la pandemia de la COVID-19 ha comenzado a quedar atrás en Argentina, donde las vacunas contra la enfermedad llevaron tranquilidad a millones de residentes.
El taxista argentino Marcelo Daniel Sosa de 50 años recuerda su experiencia desde marzo de 2020, cuando Argentina, al igual que otros países y regiones, ingresó en una cuarentena estricta para enfrentar la pandemia. «Laboralmente fue duro, pero bueno, se llegó. Y con respecto a la salud, había que salir igual, con miedo, mucho miedo, yo siendo asmático», contó Marcelo Daniel Sosa, taxista.
Sosa comenzó a trabajar como taxista en junio de 2014. Hasta concretar sus primeros viajes, el hombre se mantuvo en aislamiento, como los 46 millones de argentinos, a excepción de servicios esenciales, como el sector sanitario y el de las fuerzas de seguridad. «Salía bien temprano para ver si agarraba, que era todo lo que había, los médicos y las enfermeras que iban a tomar las jornadas laborales», continuó Marcelo.
Durante la pandemia Sosa conoció viajeros que lo ayudaron a salir adelante, porque lo contrataron durante semanas para viajes en horarios y destinos específicos. En lo personal, contó que vive en el distrito de Avellaneda, ubicado en la periferia sur de la capital, con su mujer, Teresa, y su hijo adolescente, Joaquín.
En cuanto a las vacunas, Sosa procuró conseguirlas desde un primer momento por su condición de asmático, aunque aprobó la decisión del gobierno de darlas en un orden determinado. «Acá en Argentina se dieron varias vacunas y ahí la gente se dio cuenta que no iban a morir, que se iban a enfermar pero que no lo iban a pasar tan mal y que iban a poder hacer una vida más normal».
Sosa resaltó cuando los argentinos comenzaron a recibir vacunas, en el marco de un plan que inició en diciembre de 2020. «La última dosis que me di es Sinopharm, es la que menos síntomas me dio los dos días siguientes. Lo importante es que la gente tomó conciencia y se vacunó, y todos pudieron volver a trabajar medianamente normal».
El conductor contó que el hecho de estar inmunizado contra la enfermedad le dio «tranquilidad», y explicó que ahora, a medida que la pandemia comienza a quedar atrás, decidió no trabajar los domingos, para pasar más tiempo de disfrute en familia.
«El día de hoy, si no le bajan los vidrios a la gente, no te sube. Los días de mucho calor que hubo acá en Buenos Aires te pedían que apagues el aire (acondicionado) para ir con los vidrios bajos y tener circulación. En lo personal yo volví a la naturalidad de antes, a mí se me fue el miedo a la pandemia. Será mi manera de ser, pero se me fue».
Sin embargo, señaló que muchas personas mantienen las medidas de prevención, razón por la cual muchos pasajeros exigen vehículos con dispositivos que lo separen del conductor y bien ventilados, a la vez que mantienen el uso de mascarillas.
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