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El fenómeno de El Niño y su posible efecto en la gripe aviar

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Islas Galápagos, Ecuador.

Las paradisíacas Islas Galágagos, una de las reservas marinas mejor conservadas del mundo, donde el científico británico Charles Darwin desarrolló en el siglo XIX su teoría de selección y evolución natural de las especies, no se han escapado de la gripe aviar, que ha afectado a varias aves en el archipiélago, en el que un grupo de investigadores busca determinar si el fenómeno climático de El Niño ayudó a las medidas tomadas por las autoridades para frenar su propagación.

Las estrictas normas de bioseguridad, monitoreo constante y cierre de algunas islas al turismo permitieron a las autoridades frenar la expansión de la enfermedad en el archipiélago, una zona de altísima biodiversidad, mucha de ella, endémica.

«Hemos hecho lo que está a nuestro alcance y con las formas técnicas apropiadas, y creo que ha tenido efecto», dijo el director del Parque Nacional Galápagos, Arturo Izurieta, sobre el control de la enfermedad en el archipiélago, declarado desde 1978 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) como patrimonio natural de la humanidad.

Con El Niño actualmente activo -que consiste en un inusitado calentamiento del Pacífico Este Tropical que causa lluvias torrenciales e inundaciones en la costa continental de Ecuador- un grupo de científicos de la Fundación Charles Darwin (FCD) indagan si este fenómeno climático ha tenido incidencia en la velocidad de propagación del virus H5N1, causante de la gripe aviar.

Aves contagiadas

Gustavo Jiménez Uzcátegui, investigador principal del proyecto de aves marinas de la FCD, indicó que tras varios monitoreos y la toma de cientos de muestras, han identificado cuatro especies de aves afectadas: el piquero de patas rojas, el de patas azules, el nazca y fragatas.

Los exámenes arrojaron 34 casos positivos en aves, pero de las restantes muertas «no se comprobó» que fueran por gripe aviar, dijo al señalar que la «zona cero» fue Punta Pitt, en la isla San Cristóbal, y también hubo casos en las islas Genovesa, Darwin, Wolff y Lobos.

Al momento investigan en el archipiélago -a unos mil kilómetros de las costas continentales ecuatorianas- por qué no se ha diseminado la enfermedad con la facilidad con la que ocurrió en zonas continentales de Perú, Chile y Ecuador.

La enfermedad, que llegó en septiembre de 2023 a Galápagos, se dispersa de forma mecánica (traslados de equipos o por el ser humano), y directa (de un animal enfermo a uno sano). Según Jiménez, el virus llegó al archipiélago por individuos afectados, «que vinieron posiblemente de las zonas de alimentación hacia Galápagos».

Efecto fulminante

Esta enfermedad «es prácticamente fulminante, en 48 horas el animal muere», dijo Jiménez al añadir que la influenza aviar, en general, tiene mayor impacto en zonas frías.

«La hipótesis que estamos sacando es que, gracias a El Niño, las temperaturas han subido», y al mantenerse así impidió que el virus sea más activo para afectar a las diferentes especies, anotó.

Por ello, especuló que, «posiblemente, el fenómeno de El Niño fue positivo sólo para que esta enfermedad no sea tan virulenta, tan activa, como hubiera sido una época fría normal», algo que se comprobará con monitoreos, cuando pase la época cálida y el fenómeno de El Niño, que puede durar hasta mediados de 2024.

«El fenómeno de El Niño y el de La Niña han sido, tanto positivo como negativo, durante miles y miles de años para las especies y los hábitats de Galápagos, y estas especies han evolucionado con esto», comentó Jiménez, pero el problema surge cuando El Niño llega con más fuerza y más frecuente a causa de la crisis climática.

Zonas cerradas

«Hemos dado seguimiento, y con los mecanismos de bioseguridad que esto requiere, hemos suspendido las visitas de los barcos (a ciertas zonas) porque la transportación del virus puede darse de manera física: los piqueros de patas rojas siguen a las embarcaciones, defecan sobre los barcos, los pasajeros pueden pisar y transportar a otras islas», explicó Izurieta.

Por ello, clausuraron temporalmente para el turismo la isla de Genovesa, la parte norte de San Cristóbal, Punta Pitt, la isla Lobos y, «para evitar también daños en otras islas que tienen poblaciones endémicas y frágiles, como la isla Española, se suspendió la visita a Punta Suárez», detalló.

Este lunes levantaron la restricción -impuesta la semana pasada- de turismo terrestre a Punta Espinoza (isla Fernandina) y Bahía Urbina (isla Isabela) una vez que descartaron en laboratorio las sospechas de gripe aviar en esas zonas, donde se habían hallado varias aves muertas.

Previamente se habían abierto «un poco las posibilidades de visita en zonas de playa, lejanas a colonias, teniendo todos los informes técnicos para evitar un traslado de este virus, y también manejar el turismo de la mejor manera», expuso Izurieta.

El director del Parque avanzó que si el último monitoreo que hagan en isla Lobo vuelve a arrojar un diagnóstico negativo, podrían abrirla la primera semana de abril, y luego Punta Pitt, pero todo sigue en estudio.

Noticiero Científico y Cultural Iberoamericano – Noticias NCC
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