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La historia de los cubrebocas y su protección contra los virus

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México.

Mascarillas sanitarias, cubrebocas, tapabocas; cualquiera que sea el término que decida usar es válido, de acuerdo con la Real Academia Española. Es común ver en las calles tamaños, formas y figuras diferentes de estos elementos de protección, desde los que se inspiran en las máscaras de luchadores y el bordado mexicano, hasta los que dibujan la sonrisa más extravagante, pasando por los formales y en verdad efectivos. La historia de estos objetos, que son la primera barrera de los seres humanos contra virus, microbios y patógenos, no es continua, pero tiene una larga tradición.

En esta ocasión el biólogo Antonio Lazcano contó algunos flashazos de la historia de los cubrebocas: “Donde realmente surge claramente la idea de cubrirse la boca y la nariz es con los médicos del medievo, que atienden la Peste Negra. Un médico francés, en esta época maravillosa en que la gente era médico, naturalista, astrólogo, astrónomo, diseña estos famosos trajes con un pico enorme, muy bien diseñado con una máscara que cubría la cara y cristalitos en los ojos. Y ese pico, que siempre ha sido visto como una especie de superstición, en realidad estaba relleno de alcanfor, de menta, de tomillo, de romero, de hierbas medicinales o condimentos, porque se pensaba que eso podía proteger a la gente”.

La Peste Negra azotó a Europa, por primera vez, en el siglo XIV y se pensaba que la enfermedad se propagaba a través del aire envenenado, para evitar que éste llegara a los rostros de las personas, se diseñó la máscara protectora que incluía una pesada túnica de cuero, guantes y sombrero. La idea de que las mascarillas funcionaban como protección contra microbios surgió en el siglo XIX con el descubrimiento que el químico francés Louis Pasteur hizo de los agentes infecciosos microscópicos que flotan en el aire.

“Luego, de manera independiente, una mujer también muy fascinante, Alice Hamilton, que venía también de una familia muy poderosa en Chicago, con padres que estaban muy empeñados en que estudiaran las hijas, decide hacerse médica.  Fue la primera médica que tuvo el puesto de profesora en la Universidad de Harvard y ella se dio cuenta, estando en París, que cuando la gente hablaba a trasluz emitía gotitas de saliva y ella dice: hay que imponer el uso del cubrebocas al personal médico cuando estén en cirugía”, comentó Antonio Lazcano.

En la primera mitad del Siglo XX, Alice Hamilton alertó que la fiebre escarlata se transmitía por gotas de saliva e impulsó el uso de cubrebocas sobre la nariz. Para esa época el médico chino Wu Lien-teh estudió la peste neumónica que azotó la región de Manchuria, entre 1910 y 1911, y desarrolló una mascarilla hecha con capas de algodón que se sostenía en las orejas y que es considerada la precursora de la KN-95. Eran gasas con algodón, pero en un momento en el que la gente no conocía el tamaño de los virus.

En esa época la gente usaba el término virus como sinónimo de un fluido contagioso y entonces no se sabía que eso no iba a detener a los virus. El gran avance viene cuando Alice Hamilton decide utilizar telas muy cerradas para evitar que salgan, ahí estaba protegiendo al paciente, que salgan de lo que está exhalando el personal médico en un quirófano.

Los últimos cubrebocas, estos KN-95, en realidad son tres capas y la capa de en medio está con un polímero que está cargado electrostáticamente y entonces detiene al virus.

Por: Karen Rivera/Canal 22.

Noticiero Científico y Cultural Iberoamericano – Noticias NCC
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