Buenos Aires.
El tejido muscular de sábalos (Prochilodus lineatus) comestibles de la provincia argentina de Santa Fe, está contaminado con “los niveles de herbicidas polares [solubles en agua] más altos del mundo”, asegura un artículo de próxima aparición en la revista Science of the Total Environment.
Los peces del Río Salado, afluente del Paraná (el río sudamericano más largo después del Amazonas), mostraron restos de nueve insecticidas, herbicidas y fungicidas aplicados en cultivos transgénicos de soja, maíz y algodón que abundan en esa cuenca fluvial.
Aunque los efectos en peces y humanos aún no están completamente determinados, los autores advierten sobre la necesidad de extremar medidas de precaución en uno de los cursos de agua más importantes del país, que provee alimento tanto en el ámbito local como para exportación.
El estudio plantea que “se necesita urgentemente aumentar la distancia entre los cultivos transgénicos dependientes de pesticidas y los ecosistemas acuáticos, así como mejorar el abordaje de los riesgos ambientales”. Rafael Lajmanovich, a cargo del equipo de investigación, precisó a SciDev.Net que esa distancia debería ser de 1.000 metros como mínimo.
Los investigadores analizaron sedimentos del río, músculos y vísceras de 16 peces comprados a pescadores a lo largo de 100 kilómetros de alta productividad agrícola.
En el tejido muscular se hallaron “concentraciones muy altas” del insecticida cipermetrina (hasta 204 microgramos por kilo); del fungicida piraclostrobina (50 μg/kg); de los herbicidas glifosato (187 μg/kg), junto a su ácido de degradación AMPA (3116 μg/kg), y glufosinato de amonio (677 μg/kg).
Antes de este trabajo, los mayores niveles de glifosato registrados en peces eran “menores a 10 ug/k” y “no había” información sobre la presencia de glufosinato, aseguró Lajmanovich en un correo electrónico.
Un estudio sobre los efectos de herbicidas polares publicado en 2021 detectó niveles máximos de AMPA de 300 ug/k en el tejido muscular y de 650 ug/k en el hígado de peces Hoplosternum littorale (más conocidos como cascarudos) de la misma provincia, precisó en otro e-mail Andrea Rossi, una de las autoras. Aunque no hubo evidencia de daño celular o efectos neurotóxicos, sí se encontraron alteraciones en los parámetros hematológicos de los especímenes muestreados.
La exposición aguda a las cantidades encontradas en esta ocasión, sin embargo, podría generar efectos “múltiples”, tanto en peces como en humanos, que incluirían genotoxicidad (capacidad de causar daño genético) y disrupción hormonal, asociada a la aparición de tumores, malformaciones, disfunciones del aparato reproductor, neurotoxicidad o problemas inmunológicos, explica Lajmanovich.
Entre 2019 y 2022, el mismo investigador ―profesor titular de la cátedra de Ecotoxicología de la Universidad Nacional del Litoral― había hecho advertencias similares sobre los efectos combinados del glifosato con el arsénico y con los microplásticos.
Los autores reconocen que la alta solubilidad de los plaguicidas hace que la determinación de niveles contaminantes sea “problemática”, aunque esa misma solubilidad provoca que su toxicidad aumente en ambientes acuáticos, donde las membranas de los peces facilitan la absorción.
En este sentido, el doctor en Ciencias Naturales Eric Speranza –que hace 14 años encontró altos niveles de hidrocarburos en la grasa de sábalos cercanos a la ciudad de Buenos Aires– se complace por vía telefónica de que se haya logrado medir glifosato y glufosinato en el tejido muscular de peces.
“Esto evidencia el impacto de la actividad agrícola sojera”, advierte el investigador del Laboratorio de Química Ambiental y Biogeoquímica de las universidades argentinas de La Plata y Arturo Jauretche.
Si bien “la presencia del herbicida no necesariamente quiere decir que el pez está afectado”, también sugiere la conveniencia de evitar su consumo hasta que nuevos estudios determinen los efectos con mayor precisión, aunque aclara que es, por el momento, una decisión de cada consumidor.
En relación a una posible veda provincial sobre la pesca, Speranza es cauteloso, ya que se trata de una medida que “requiere tener en cuenta factores económicos y sociales, como a las propias personas que viven de esa actividad”.
Fuentes del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria –encargado de controlar la inocuidad de los alimentos de origen animal y vegetal en Argentina– indicaron a SciDev.Net que al informe “se le dio una importancia relativa”, ya que tienen reparos con su metodología, por ejemplo, en relación a la cantidad de ejemplares analizados.
El organismo no mide actualmente restos de herbicidas en peces; los límites máximos de residuos (LMR) sólo están tipificados para vegetales. Aún así, sugieren que los valores encontrados no suponen un riesgo para la salud humana. En el caso del grano de soja para consumo, por ejemplo, el LMR del glifosato es de 5.000 μg/kg.
No obstante, los autores del trabajo insisten en que “la contaminación por pesticidas del Río Salado representa una amenaza dañina a la viabilidad de la población de peces y otros organismos acuáticos, y un gran riesgo para los consumidores”.
Una regulación clara sobre los niveles máximos tolerables para esas sustancias, proponen, permitiría un mejor abordaje de la situación.
Diversos intentos de SciDev.Net por lograr una declaración oficial sobre futuras medidas por parte del gobierno de Santa Fe resultaron infructuosos hasta el cierre de esta información.
- Brasil: con bagazo de caña purifican agua contaminada - octubre 3, 2024
- La “motosierra” de Milei se ensaña con la ciencia argentina - septiembre 30, 2024
- Alarmante escenario tras 20 años de investigación en microplásticos - septiembre 26, 2024