México.
Pinceladas azules, amarillas, pero sobre todo rojo escarlata, surcan los cielos. No hay duda: es la guacamaya roja. Habita principalmente las selvas y bosques del sureste de México hasta Sudamérica.
Las guacamayas rojas muestran un lazo especial con su pareja. Justo como ésta, que se acicala y se alimenta una a otra. Se piensa que son fieles a una sola de por vida. Su alimentación se basa esencialmente en semillas de árboles frutales y hojas tiernas. Su pico es una herramienta con la que ejerce una gran presión que les ayuda a trozar y extraer semillas. Son depredadoras de semillas lo que influye en la biodiversidad de la cobertura forestal, pues su presencia nos indica que el ecosistema goza de buena salud.
Es posible oír sus parloteos a más de un kilómetro a la redonda. Se les puede encontrar revoloteando en una familia de tres o cuatro integrantes. Son aves longevas que pueden vivir hasta 30 años en estado silvestre, pero su tasa de reproducción es baja.
Lamentablemente en nuestro país, la guacamaya roja está en peligro de extinción. Su belleza la hace codiciada para su comercialización como mascota, lo cual es ilegal. Además, la tala a gran escala ha provocado la disminución de sus sitios de anidación y de sus alimentos.
Aquí en la Reserva de la Biósfera de los Tuxtlas en Veracruz, la gente mayor de las comunidades recuerda haber visto hasta hace 50 años guacamayas rojas en las ramas de estos árboles, cerca de los ríos y lagos. Pero desde los 70, no se había tenido un solo registro de su avistamiento.
El Instituto de Biología de la UNAM cuenta con un grupo de investigación en ecología de la conservación de aves encabezado por la doctora Patricia Escalante, y se propuso que el regreso de la guacamaya roja a los cielos veracruzanos fuese una realidad. Individuos nacidos en un centro privado de reproducción de esta especie en Quintana Roo han sido los elegidos para ser los nuevos pobladores de este lugar.
La Reserva Ecológica de Nanciyaga, dentro de los Tuxtlas. Pero antes, fue necesario llevar a cabo una evaluación genética y de patógenos a estos ejemplares para evitar la introducción de enfermedades en las poblaciones de aves silvestres. Antes de liberar las guacamayas en el cielo de esta laguna, viven durante seis meses en un aviario en el cual se aclimatan, establecen vínculos y reciben un entrenamiento contra los depredadores.
La reintroducción de la guacamaya roja en Nanciyaga no sería posible sin la colaboración de las comunidades, con las que se lleva a cabo educación ambiental. Se encargan de la alimentación en el aviario y trabajan en la restauración y conservación de la selva. A la fecha se ha puesto en libertad a 180 ejemplares, la mayoría ha sobrevivido. Además, gracias a la colocación de nidos artificiales en los árboles, conocimos al primer polluelo que nace en los tuxtlas después de 50 años.
Preservar nuestro patrimonio natural depende de todos. Podemos contribuir al no fomentar su comercio ilegal. ¿Por qué hay mejor regalo para los sentidos que encontrarse con una parvada de esta especie en la naturaleza?
Por: DGDC.
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