México.
Por décadas, el ajolote mexicano Ambystoma mexicanum ha simbolizado la riqueza biológica y cultural de México. Sin embargo, su existencia está gravemente amenazada por la urbanización y la contaminación e introducción de especies exóticas en los humedales de Xochimilco, su hábitat natural.
En respuesta a esta crisis, en septiembre de 2024 se inauguró el Laboratorio de Especies Acuáticas Nativas Anemitilkalli, un centro innovador dedicado a la preservación de esta emblemática especie en peligro crítico de extinción.
Ubicado en las instalaciones de la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural (Corenadr) en Xochimilco, en el sur de la Ciudad de México, el laboratorio combina tecnología avanzada con un enfoque comunitario para la reproducción, conservación y reintroducción del ajolote en su entorno natural.
“El laboratorio de especies acuáticas nativas, Anemitilkalli, es de reciente creación, empezamos a trabajar en septiembre de 2024, pero esto es como el resultado del trabajo previo que se había hecho. Una de las más importantes especies que tenemos es el ajolote mexicano, es la especie de Ambystoma mexicanum y empezamos a ver cómo podíamos trabajar para lograr la conservación y la protección de esta especie”, dijo Claudia Salteña responsable técnica del Laboratorio Anemitilkalli.
En México, el ajolote es más que una especie del reino animal. Es un símbolo de resiliencia y adaptación desde los tiempos de la civilización mexica (azteca), que lo consideraba la encarnación acuática del dios Xólotl, hermano gemelo de Quetzalcóatl, una figura trascendental en las religiones mesoamericanas desde el Preclásico hasta la actualidad.
El Laboratorio Anemitilkalli es un espacio único y con él se busca no sólo la preservación del ajolote, sino también generar conciencia y participación comunitaria para su protección.
“Tenemos que trabajar con ellos para irlos reproduciendo, pero también a la par vamos a tener que trabajar con las comunidades y con aquellos que tienen todos los actores que intervienen en la conservación del ajolote para que no solamente los que tengamos aquí como en un museo o en un laboratorio, sino que también al final los podamos reintroducir al medio silvestre y que las comunidades, que los chinamperos, finalmente también los cuiden”, explicó Saldaña.
Según Saldaña, este proyecto es un hito en los esfuerzos para garantizar la supervivencia de especies acuáticas nativas de México. En tanto, además del ajolote, en el largo plazo contempla contribuir a la conservación de otras especies, como el charal, pez pequeño que generalmente se reproduce en lagos.
“Estamos muy convencidos del proyecto, es un agradecimiento a todas las instituciones que estamos trabajando en el rescate del ajolote y que finalmente es muy importante, no solamente la cuestión de los técnicos, sino también que haya la voluntad política para hacer las cosas”, relató Saldaña.
Además de un ícono cultural, el ajolote es una maravilla biológica. Conocido por su capacidad de regenerar extremidades y órganos, ha sido fuente de inspiración para numerosas investigaciones científicas.
Anemitilkalli, cuyo nombre en náhuatl significa «la casa del agua viva», busca preservar la especie, uno de los tesoros naturales más singulares de México, y reivindicar su papel en la identidad cultural mexicana.
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