Por: Isabel Pérez, Ciencia UNAM-DGDC.
El aguacate también conocido como palta, es un árbol con fruto comestible que pertenece a la familia Lauraceae, una de las más antiguas entre las plantas con flores. En esta familia se incluyen alrededor de 3 mil especies principalmente arbóreas de regiones tropicales y subtropicales.
Su centro de origen se encuentra muy posiblemente en Mesoamérica y particularmente los bosques nublados. El nombre aguacate proviene del náhuatl ahuacatl, que significa “testículos del árbol”. El árbol crece hasta 20 metros de altura, pero generalmente en los cultivos no mide más de cinco metros.
Existen pocos árboles fáciles de cultivar como el aguacate; lograr que se produzca es muy sencillo pues es tan noble que puede esperar meses a que el productor lo coseche sin que se dañe con el paso del tiempo.
México es el principal productor y exportador de aguacate con un millón 316 mil 104 toneladas producidas en 2012. Se produce en 28 estados, principalmente en Michoacán. De hecho, el éxito de la exportación de aguacate ha provocado la transformación de una gran superficie de ecosistemas naturales, señala el sitio Biodiversidad Mexicana.
El problema es que gran parte de esos plantíos están siendo cultivados de manera ilegal y sin control, alerta Mayra Elena Gavito Pardo, investigadora del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad de la UNAM.
Gran productor nacional e internacional
Michoacán produce casi la mitad del aguacate nacional y casi el 30% de la producción mundial; se calcula que actualmente hay más de 150 mil hectáreas de esa siembra en el estado, siendo difícil calcular qué cantidad está siendo cultivada fuera de la ley.
En Michoacán el suelo y el clima son ideales para la producción de este vegetal tan rentable, y por esta razón, se está propagando sin ningún tipo de planeación ni respeto al ordenamiento territorial.
“Además, no existe ningún tipo de supervisión por lo que el establecimiento de gran parte de los plantíos de aguacate se lleva a cabo en lugares no aptos para ello, pues son zonas boscosas que son clave para la captación de agua y para otras funciones de regulación en el paisaje con las que el aguacate no puede cumplir”.
El aguacate no capta tanta agua como el bosque; éste requiere mucho más líquido para su crecimiento que los árboles, lo que está creando un déficit hídrico.
Aunado a lo anterior, se tiene el problema de las huertas ya establecidas donde se dan otros factores como la degradación de suelo porque los productores eliminan la hierba dejándolo sin cobertura herbórea, y los cultivos de aguacate erosionan la tierra fácilmente sin posibilidad de recuperarla.
Daños ambientales sin control
El cultivo ilegal no ha podido detenerse, ya que aún cuando la ley prohíbe el cambio de uso de suelo, las autoridades tanto federales como locales no cuentan con los recursos humanos ni económicos para controlar el desmonte y la tala del bosque para plantar huertas de aguacate.
La conversión de tierras y la tala ilegal son de mucho mayores dimensiones en el aguacate, pero finalmente comparten la misma problemática con los refugios de la mariposa monarca que son bastante más pequeños: no hay capacidad institucional para detenerlas.
En las huertas ya establecidas, por un lado está el problema de la erosión y por el otro, el uso excesivo de fertilizantes tanto químicos como orgánicos por parte de los productores.
En ese sentido, se ha encontrado que debajo de los árboles de aguacate hay grandes concentraciones de nutrientes resultado de los fertilizantes que se utilizan y que se deslavan infiltrándose en los mantos acuíferos ocasionando que se contaminen.
Por otra parte, existe preocupación por el uso indiscriminado de pesticidas, que pueden crear problemas de salud en los trabajadores y habitantes cercanos a las huertas, pero aún no hay datos sistematizados que ayuden a documentar y dimensionar este problema.
Lagos contaminados
“Actualmente hay muchos problemas serios de contaminación en los mantos acuíferos y en los lagos de los alrededores, como Pátzcuaro y Zirahuén, y las presas cercanas a Morelia por el escurrimiento de esos nutrientes a las partes bajas, que provoca la generación de lirios, pérdida de productividad y turbidez que agotan paulatinamente los cuerpos de agua”, alerta la investigadora.
El cultivo de aguacate en sí no es el problema, porque podría realizarse sin ocasionar tanto daño ambiental, el problema es la falta de regulación en el crecimiento espacial del cultivo y en las prácticas agrícolas.
Por otra parte, este cultivo ha generado crecimiento económico y empleo para la entidad. Tan sólo en 2016, los ingresos por aguacate superaron los de petróleo y de remesas provenientes de Estados Unidos. Es por ello que, aunque la población entiende la problemática ambiental, no interviene con la producción del vegetal.
En conclusión, los principales problemas a los que se enfrentan los bosques michoacanos por el cultivo ilegal de aguacate desde hace 10 años, son: erosión, sobre fertilización, riesgo latente de desertificación y contaminación ambiental.
La consecuencia que se espera casi de manera inmediata, es la crisis hídrica que será de grandes proporciones, pues los lagos y presas están contaminados y cubiertos de lirio. Así que recuperar todo lo perdido por esta situación, será en un largo plazo en comparación con el beneficio económico que durará muy poco y en nada ayudará al ecosistema de la región.
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