México.

Los humedales costeros del noroeste de México. Aquí se fusionan los cuerpos de agua dulce con el agua marina, dando como resultado una mezcla única que da origen a una gran diversidad biológica. Son hogar permanente o temporal de aves, las aves playeras.

Este es un picopando canelo, una de las 49 especies que se reproducen en el norte de Estados Unidos, Canadá y Alaska. Al llegar el invierno, emprende una travesía de hasta 15.000 kilómetros, huye del frío y llega a este cálido lugar. La Isla del Rancho es un área natural protegida en Bahía Santa María en la costa de Sinaloa. La superficie del suelo es rica en sustancias nutritivas. El picopando se alimenta de gusanos marinos cuando baja la maría. Al picotear para el banquete, mantiene el suelo en movimiento, propiciando una circulación continua de nutrientes. Incluso sus excretas son ricas en nitrógeno, un importante fertilizante en ambientes terrestres y marinos. Con estas funciones, las aves ayudan a conservar el frágil equilibrio que mantiene saludable a un ecosistema altamente productivo.

Las aves playeras de Norteamérica se desplazan por tres grandes corredores migratorios. El del Pacífico es el más importante por la cantidad de especies e individuos. Aquí, en el noroeste de México, más de un millón de aves de 45 especies descansan, se reproducen e invernan. Casi la mitad se hospeda en las lagunas costeras de Sinaloa. Algunas pasan todo el invierno aquí, pero otras siguen su viaje a Centroamérica, las más aventuradas hasta América del Sur.

El doctor Guillermo Fernández Aceves, investigador del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM, junto a sus colaboradores, conforman unos de los pocos grupos especializados en aves playeras de nuestro país. Buscan entender por qué los individuos están en un lugar y no en otro y cómo los cambios en el ambiente pueden influir en su comportamiento.

Cada año, hacen un conteo de individuos y observan las condiciones de su hábitat para conocer si se ha alterado. Los pescadores de comunidades cercanas colaboran fuertemente con los investigadores de la UNAM. Hacen monitoreos, son vigilantes y mantienen los sitios libres de basura. Además, practican el turismo sostenible en coordinación con la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas.

En los últimos años, dos tercios de las especies que viajan desde Norteamérica han disminuido considerablemente su población. Los humanos seguimos provocando la pérdida de su hábitat, que se ha visto acentuado por los efectos del cambio climático, de igual manera ocasionado por nosotros. Siete especies de aves playeras que viven en México se ubican en alguna categoría de riesgo, cuatro están en peligro de extinción y tres están amenazadas.

Existen estrategias nacionales e internacionales de conservación de aves playeras y de su hábitat, pero hay mucho por hacer. Observar esta cantidad de aves es un indicador de la abundancia de recursos en estos humedales. Si las especies migrantes regresan significa que los hemos preservado, sino que seguimos siendo incapaces de articular acciones para conservar lo más valioso en nuestro entorno: la naturaleza.

Por: DGDC.