México.
Julio Ángel Miguel Ramírez, quien parece tener la fuerza de sus tres nombres, es maestro rural y campesino. Con manos callosas y ojos brillantes en 30 años transformó lo que era casi un desierto en un exuberante bosque que él llama “el paraíso de los arcos”, En la Mixteca, al sur de México, una de las regiones más erosionadas del país, donde el verde de las plantas fue sustituido por las piedras y la tierra roja pulverizada por la sequía.
Don Julio camina por los arroyos secos donde se puede ver la diferencia: a su izquierda, crece su bosque, pero a su derecha se encuentran los páramos agrietados y sin vida. “A falta de vegetación hay mucha erosión, y esta tierra que se llama tepetate rojo, es muy fácil que se deteriore por el viento y el sol, lo que provoca que fácilmente se pulverice. Esto provoca que sea arrastrada fácilmente por la lluvia”, cuenta Don Julio. Según los expertos, en esta región, la pérdida de suelo se compara con el desierto del Sahara en África.
Las causas de la erosión datan del siglo XVI con la construcción de iglesias, lo que arrasó buena parte de los bosques. De la mano de Don Julio crecen más de una centena de árboles y plantas, algunos ya dan frutos: como los dátiles de las palmeras que él mismo plantó.
Por: EFE
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