Bélgica.
El capitán de este barco está a 130 kilómetros, a bordo no hay nadie. Con unas cámaras él controla la travesía. El capitán Bram van der Linden se encuentra en una oficina de Amberes y dirige el barco desde su computadora.
“Es casi igual que estar en el buque. Hay pequeñas diferencias. El sistema permite oír el motor. Son esas pequeñas cosas que podamos oír o escuchar las que nos dan la sensación de estar en el barco”, relató Bram van der Linden.
El capitán puede manejar hasta tres buques al mismo tiempo. La empresa emergente belga Seafar desarrolló esta tecnología ante la falta de capitanes. Un problema que crece a medida que se trasladan más mercancías de las carreteras a los buques de navegación interior.
“Eso significa a su vez que necesitamos tripulaciones a bordo de estos barcos. Y si nos fijamos en la realidad actual, son muy difíciles de conseguir. Poder operar los barcos es ya un gran problema para muchas navieras”, acentuó Janis Bargsten, jefe comercial de Seafar.
De ahí que este empresario haya equipado tres de sus barcos con tecnología de Seafar. Su empresa transporta tierra, arena y piedras a Bélgica de la forma más ecológica posible.
“Cada camión contamina. Es una forma fácil de ir del punto A al punto B. Pero los gases por tonelada emitidos a la atmósfera son bastante altos. Un solo barco pequeño puede transportar lo mismo que 17 camiones de tierra y los más grandes, el doble”, explicó el ingeniero, Igor Pashkin.
Las empresas de logística alemanas también quieren utilizar la tecnología Seafar. La empresa está equipando cinco barcos. Y espera que esto también haga más atractiva la profesión de capitán.
“Queremos posicionarnos de cara al futuro y crear un perfil laboral moderno para nuestros empleados actuales y los que vengan, que no se limite a una estancia completa a bordo, sino darles también la oportunidad de desarrollar ese perfil laboral aquí en tierra. Crear así un equilibrio entre vida laboral y personal”, destacó María Schippers, HGK Shipping.
Justo la razón por la que Bram van der Linden pasó del barco a la oficina. “La razón es familiar, tuve un hijo y echaba de menos al niño. Y este tipo de trabajo me permite seguir navegando y también estar en casa”, contó Bram van der Linden.
Pero la tecnología aún no está autorizada en Alemania. Las empresas esperan que pronto les permitan iniciar las primeras pruebas.
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