México.
Carlos Alberto viene a este supermercado pero no para hacer la compra, sino para visitar al doctor. El primer centro de servicios médicos abierto por una cadena de grandes almacenes se ubica en Iztapalapa, la zona de la capital mexicana con mayor densidad de población y la segunda con peor acceso a la salud.
Por un resfriado, Carlos Alberto prefiere evitar las largas demoras de un hospital público, aunque tenga que pagar. “Requiere hacer una cita, hacer una espera de aproximadamente 2 o 3 horas y posiblemente me canalicen a otra área y pierdan más tiempo y yo requiero atención inmediata”, contó Carlos Alberto.
A un costo bastante accesible, cada vez más empresas ven la salud como un negocio frente a los recortes en sanidad de la actual administración. Más de 50 millones de mexicanos reportaron no tener acceso a servicios de salud, según datos oficiales. Un incremento del 151% respecto a los 20 millones antes de la llegada de López Obrador.
Una empleada de Walmart, Noemí Castillo, vio esta necesidad y fue la encargada de montar una clínica de primer nivel. “Contamos con cinco consultorios los cuales tienen especialistas, como médico internista, médico pediatra, nutrición, psicología también contamos con una sala totalmente equipada de rayos X, una sala de ultrasonido, una sala específicamente dental”, detalló.
En la última década, los consultorios adyacentes a farmacias aumentaron un 38%, son más de 18 mil en todo el país y su cobertura equivale a medio sistema de salud. Esto ha dificultado su supervisión y ha provocado irregularidades, como detectó en su estudio la doctora Sandra Díaz.
“Tienen una situación laboral precaria porque no todos los médicos tienen un contrato laboral, te brindan un número muy importante de consultas en un contexto regulatorio que tiene cierta limitaciones porque el modelo de consultorios adyacentes a farmacias privadas creció sin un marco regulatorio a la par”, dijo Díaz.
Muchos médicos recién egresados deben soportar estas condiciones con extensas jornadas y sin prestaciones como única alternativa de empleo. Y para mantenerlo se ven forzados a cometer malas praxis bajo la presión de los dueños de farmacias para vender más medicamentos.
Así lo ha vivido este joven que prefiere ocultar su identidad por temor a represalias: “Te comienzan a explicar que los medicamentos que más cuestan y que más se venden muchas veces son los antibióticos y eso es lo que te comienzan a forzar a vender aunque obviamente tu paciente no lo necesite y aunque muchas veces estas personas no son personales de salud”, dijo.
A la larga esto generará una dependencia e inmunidad a los antibióticos y un gasto público mayor para atender complicaciones de enfermedades graves.
Pese a todos los consultorios en farmacias, ya brindan 10 millones de visitas al mes. La apuesta de Walmart va más allá, con la diversificación de servicios en un mismo espacio y cambiará el panorama del sector.
“En el sistema público no hay medicamentos, hay falta de atención, no hay doctores. Es por eso que luego hay que buscar otra opción”, dijo una paciente.
Una opción al alza que pone la salud de los mexicanos en manos del sector privado. La actual administración solo invierte el 5.4% del PIB en el sistema de salud pública, muy por debajo de la media recomendada para los países de renta intermedia y una de las inversiones más bajas en Latinoamérica.
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