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Agricultura sin arado para enfrentar el cambio climático

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Alemania.

Los Germer son la tercera generación que dirige esta granja en Baja Sajonia. Padre e hijo coinciden en que quieren trabajar sus 400 hectáreas de forma sostenible, con pocos fertilizantes artificiales y agroquímicos.

El arado solía ser una pieza fundamental para las granjas. Los Germer han desechado sus arados, pues se estaban oxidando. Ya no encajan en la filosofía agrícola de este joven de 29 años.

“Si revuelvo la tierra con un arado, la superficie queda muy oscura porque la tierra es marrón. Y las superficies oscuras absorben más la luz, se calientan más y aumentan la evaporación del agua”, dijo Hannes Germer.

Retener el agua en los suelos pese a las sequías, los Germer lo logran con una preparación superficial. Una nueva generación de máquinas trabaja el suelo solo ligeramente. Apenas tocan la superficie, preservando su estructura.

Stefan Kröger vende este tipo de máquinas. Estas combinan la velocidad de desplazamiento y la disposición de las púas y los rodillos. Así, la máquina crea una capa protectora para el suelo con los residuos vegetales en los meses secos.

Al formar una cubierta vegetal, reducimos la temperatura del suelo y cuanto más baja sea la temperatura, menos agua se evaporará”, comentó Kröger.

Hannes Germer también utiliza labranza superficial al sembrar para retener la poca agua existente en el suelo. Para ello usa una máquina de siembra directa. La semilla se siembra directamente con una púa en la capa de suelo que aún contiene agua debajo de los residuos vegetales.

Todos los cultivos dan siempre buenos resultados, pese a la sequía, algo que se debe a la saludable vida del suelo que se consigue con la labranza superficial.

Las lombrices de tierra son especialmente importantes. Perforan el suelo, que entonces puede absorber la humedad como una esponja. Su método de trabajo es sostenible, pues preserva a estas pequeñas obreras que están activas todo el año.

Las lombrices de tierra son nuestra mayor y más importante fuerza de trabajo. Transforman el material vegetal, la materia superficial en humus subterráneo, es decir, hacen que el suelo sea más fértil”, subrayó Germer.

La cosechadora de remolacha de los Germer ya tiene sus años y debe ser sustituida por otra máquina especializada con ruedas de oruga anchas y un desfase para que su peso ya cargada no aplaste todas las lombrices.

Hannes Germer confía en poder enfrentar el cambio climático con su filosofía de agricultura sin arado.

Noticiero Científico y Cultural Iberoamericano – Noticias NCC
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