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Investigar en el fondo marino, clave para asegurar el futuro de los mares y la pesca

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Las cuotas de pesca son objeto de mucho debate. Pero nadie discute que los recursos marinos deben gestionarse de forma inteligente. Barcos de investigación como este recogen datos para asegurar la salud de nuestros mares y el futuro de la pesca.

¿Es la pesca comercial sostenible aquí?

Seis semanas al año, el barco de investigación Celtic Explorer navega por la plataforma atlántica de Irlanda, tomando muestras en 170 puntos de la carta náutica.

Dirigido por David Stokes, el equipo científico del Instituto Marino se enfrenta a una pregunta que solo este tipo de investigaciones puede responder: ¿Cuántos alevines se han desovado aquí el año pasado? ¿Es esta nueva generación de peces suficientemente numerosa para remplazar lo extraído del mar por los pesqueros? En otras palabras ¿es la pesca comercial sostenible aquí?

«Estamos en este momento del año básicamente pescando para comprobar y valorar el tamaño de las diferentes poblaciones de peces y de todas las especies demersales -las que viven y se alimentan en el lecho marino-«, explica Stokes. «Comprobamos y estimamos si las poblaciones aumentan o disminuyen. Y nos centramos en los peces jóvenes que acaban en los caladeros de pesca».

Redes de rastreo especiales para alevines

En cada estación de muestreo, la nave despliega una red de arrastre que ha sido especialmente modificada para capturar peces pequeños.

Estas son diferentes de las de los pesqueros comerciales que emplean redes con agujeros grandes para poder capturar solo peces maduros.

Para los científicos, el muestreo de peces jóvenes es una forma importante de saber qué tipo de capturas se pueden esperar mañana. Su lema es ‘La buena ciencia apoyando la pesca sostenible’.

«Lanzamos la red al lecho marino», continúa Stokes. «Luego la arrastramos durante treinta minutos. La recogemos y la vaciamos en la tolva. Luego los peces son trasladados a una sala especial donde son clasificados por especies».

Un laboratorio a bordo

El laboratorio a bordo trabaja como una fábrica a pleno rendimiento en medio del mar. Los investigadores clasifican los peces con rapidez cogiéndolos de la cinta transportadora y colocándolos en cajas separadas.

Están especialmente interesados en especies comerciales como bacalao o merlán, entre otras.

Cada pez es luego medido en una plataforma electrónica. Toda la información se combina continuamente en una base de datos digital que facilita la detección de cualquier error.

«De las especies comerciales tomamos longitud, sexo, madurez y otolitos de la cabeza, que nos indican la edad del pez. Es como leer la edad de un árbol en los anillos de un tronco», cuenta Sinead O’Brien, analista de laboratorio del Instituto Marino.

Mediante el estudio de estos pequeños cristales del oído, los científicos pueden calcular con precisión la proporción de peces jóvenes de una población.

Gambas, cangrejos e invertebrados también contribuyen a vigilar la salud general del ecosistema marino.

Se registran hasta los residuos de plástico

«En la bandeja tenemos una buena selección de criaturas bentónicas que capturamos en el último arrastre», explica Jennifer Doyle, científica del Instituto Marino. «Nos indica el nivel de diversidad de la comunidad de animales en una estación y momento determinados. Sabemos que en esta zona estamos viendo cierto número de especies cada año, siempre nos interesan la riqueza y diversidad de especies».

Se registra todo lo que es atrapado por la red, incluso los residuos de plástico.

Estas investigaciones recogen una amplia gama de datos sobre los que trabajan los científicos marinos, como la temperatura y salinidad del agua a diferente profundidad o el perfil hidroacústico del fondo marino.

Dentro del Marco de recopilación de datos de la Unión Europea, esta es una de las múltiples investigaciones coordinadas que se llevan a cabo en las costas del norte y oeste de Europa.

El enorme trabajo de coordinar estudios de diez países

«Estas investigaciones se desarrollan en la misma época todos los años, normalmente de octubre a noviembre», señala Stokes.

«Las realizan unos diez países, todos emplean similares protocolos, procedimientos y mecanismos de muestreo, aunque no sean extactamente los mismos. Supone mucho trabajo mantener a países independientes con diferentes idiomas, diferente capacidad y diferentes recursos siguiendo las mismas instrucciones todo el tiempo. Por lo que hay mucho trabajo de coordinación para conservar los estándares».

Los resultados de las investigaciones realizadas por todos estos barcos son recogidos y analizados por una organización intergubernamental con sede en Copenhague.

Sacar conclusiones y recomendaciones a partir de los datos

En la capital danesa, el Consejo Internacional para la Exploración del Mar -ICES por sus siglas en inglés- examina los datos científicos y comerciales y pronostica futuros cambios en los ecosistemas marinos. Preparan lo que se conoce como recomendaciones científicas para los responsables de la gestión pesquera.

«Todos los países entregan sus datos de investigaciones y capturas al ICES», dice Mark Dickey-Collas, presidente del comité asesor del Consejo para la Exploración del Mar. «Luego son distribuidos a los grupos de trabajo, que son grupos científicos internacionales que reúnen la información y la introducen en nuestros modelos».

Ante las recomendaciones de los organismos científicos, la Unión Europea y los países vecinos pueden restringir algún tipo de pesca para ayudar a la recuperación de una población, o extender las cuotas para especies amenazadas. El gran número de conflictos de intereses hace difícil llegar a acuerdos generales.

Los intereses contrapuestos de ambientalistas y pescadores

«Hay grandes retos. Uno es intentar asegurarse de que trabajamos en asociación con la industria pesquera y con grupos ambientalistas para garantizar que la impresión general y la comprensión de los precesos son lo suficientemente buenas como para generar consenso en torno a nuestras recomendaciones», recuerda Dickey-Collas.

Mientras los ambientalistas lamentan que muchas cuotas están siendo reducidas y no resultan sostenibles, los pescadores critican que los límites estrictos ponen en riesgo el sector.

En el puerto de Thyborøn, en el noroeste de Dinamarca, los pescadores son escépticos respecto a las recomendaciones científicas. Aseguran que las capturas son mejores de lo previsto, pero que los recursos disponibles no pueden ser aprovechados en su totalidad por culpa de lo que lo que ven ccomo una tendencia demasiado acelerada por la sostenibilidad.

Los pescadores reclaman modernizar la investigación

«Los bancos de peces suben y bajan. Nosotros, como pescadores, tenemos que vivir con ello», mantiene Alfred Fisker Hansen, presidente de la Asociación de Pescadores del Puerto de Thyborøn. «Pero lo que es de verdad importante es que las recomendaciones son lo que vemos en el mar y a veces hay una gran diferencia. Tienes cambios de clima, tienes a bancos de bacalao trasladándose al norte, puede que sea el momento de modernizar la forma en la que se hacen las investigaciones».

Los pescadores afirman estar satisfechos de compartir sus propios datos con los científicos y las nuevas tecnologías lo hacen más fácil. En la subasta de pescado de Thyborøn se venden 150 toneladas de media al día, todo por internet. Se recogen valiosos datos que se ponen inmediatamente a disposición de los investigadores.

Además, los pescadores invitan a menudo a los científicos a sus barcos para hacer observaciones que puedan ayudar a ajustar los modelos matemáticos.

«Existe una buena cooperación, al menos en Dinamarca, entre las instituciones científicas y el sector pesquero«, asegura Michael Andersen, asesor científico jefe de la Asociación Danesa de Pescadores. «Puede haber a veces palabras duras y desacuerdos, ciertamente muy a menudo, pero existe una buena cooperación. Mantener el tamaño adecuado de los bancos de peces es un objetivo común porque va en interés de todos. Todos lo apreciamos».

Al fin y al cabo, la industria pesquera se apoya en poblaciones de peces que cambian por su propia supervivivencia. Y la ciencia pesquera constituye la mejor brújula en este mar de incertidumbre.

Por: Euronews.

Noticiero Científico y Cultural Iberoamericano – Noticias NCC
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