Suiza.
En tres segundos, a una velocidad de 85 kilómetros por hora, Anna Bader, saltadora de altura profesional, cae de una altura de 20 metros y considera que le genera una gran fuerza de libertad. “Allá arriba estoy sola conmigo misma y de alguna manera soy intocable. Cuando me elevo y me encuentro en el aire, vivo un gran momento de ingravidez y me siento libre”, compartió.
El salto de gran altura requiere una gran precisión. Golpear el agua con un ángulo malo es como tener un accidente de tráfico grave. “El miedo es muy importante para nosotros, porque nos ayuda a no ser incautos y concentrarnos. Lo importante es prepararnos bien mentalmente y hacer ejercicios de respiración para estar concentrados al momento de saltar”, agregó la profesional.
El yoga ayuda a Anna concentrarse. De niña practicó gimnasia y saltos de altura. «A los 17 años, estaba en Jamaica de vacaciones y la gente del lugar saltaba junto al Rick’s Café desde las rocas. Los turistas podían hacerlo, entonces yo también salté y me dijeron: ‘oh, my lady, qué profesional es usted. Practique con nosotros’ y ese fue el bautizo en el salto de gran altura”, contó.
Desde el 2005 es una profesional de ese deporte. Ahora hay muchas competencias a alto nivel y hay más posibilidades de entrenar, y como mujer ese fue su sueño al empezar: que algún día hubiera competencias de verdad.
Por: Deutsche Welle.
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