México.
“Siento que la montaña, más que un deporte, siento que es una terapia. Todo te hace estar en el momento presente, entonces dejas de pensar en medicina, en hospitales, en problemas”, dijo Ximena.
Ximena era una adolescente cuando perdió su pierna, pues se la amputaron debido a un agresivo cáncer de hueso, pero ahora está escalando el pico más alto de México por segunda vez (El Pico de Orizaba).
En total, son más de una docena de sobrevivientes de cáncer ascendiendo el volcán de 5,600 metros. Para algunos, la batalla contra la enfermedad aún no termina. Pocos días antes de viajar a México, Carla supo que su cáncer había vuelto por tercera vez.
“Me dije: ‘me voy, voy de cualquier forma’. Lo disfruto al máximo. Mientras estoy aquí, los médicos buscan qué tratamiento me van a dar cuando regrese y mientras yo disfruto al máximo lo que la vida me puede ofrecer”, contó Carla.
La expedición fue organizada por Mathieu Dornier. Dos de sus hermanas murieron por leucemia.
“‘Cimas de Esperanza’ es un proyecto que tenía mi hermana desde hace 30 años. Cuando ella estaba enferma y recayó por segunda vez, mi padre dijo: ‘cuando estés en remisión, harás el Mont Blanc’. Estuvo en remisión y quiso abrirlo a más jóvenes y desde hace 30 años, 20-25 jóvenes hacen el Mont Blanc y otras cumbres en Chamonix. Lo que hemos hecho es un poco la continuación con las Cimas de la Esperanza aquí en México”, detalló Dornier.
“Me encuentro en lo que yo veía gigante y casi imposible, digo: ‘wow, soy poderosa’”, concluyó Ximena.
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