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Docentes y estudiantes argentinos crean productos lácteos saludables

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Argentina.

En el sudeste de la provincia de Buenos Aires, mediante la interacción de docentes, investigadores y alumnos, se propone la elaboración artesanal e inocua de derivados de la leche como estrategia para colaborar en la ingesta diaria de calcio en las personas.

“A partir de la información que nosotros hemos sondeado y con el aporte de los profesionales que tenemos en el grupo de investigación, revelamos que hay necesidades nutricionales de la población destino, que es una deficiencia, está asociado a una deficiencia de calcio que más allá de lo que es el estrato social, esta deficiencia se mantiene en toda la población y aún más en aquellas poblaciones vulnerables. Se propone la elaboración de un yogur con insumos que son de fácil adquisición de la zona. De esta manera, lo que nosotros hacemos es transmitir nuestro conocimiento en la elaboración de esos productos sin descuidar lo que es la parte inocua, que es lo que es la higiene y el cuidado personal, la obtención de alimentos sanos. Primero realizamos una elaboración aquí en la planta piloto del colegio San José del Yogur, y a ese yogur le incorporamos como frutas de estación, una forma de que los niños y niñas puedan incorporar también dentro de su alimentación las frutas”, explicó Lorena Mignino, docente.

“Nosotros somos profesionales formados en la educación pública. Los estudiantes reciben su educación en la universidad pública y entendemos, estamos convencidos de que eso debe transferirse a la sociedad”, agregó Abigail Valenzuela, estudiante.

Pero, ¿cuál es el proceso? “Recibimos la leche de las unidades de ordeño del colegio y después la metemos en la paila y la dejamos, la llevamos a una temperatura de 63-65 grados durante 30 minutos. Lo que hacemos ahí es pasteurizar la leche para eliminar cualquier tipo de bacteria o lo que pueda llegar a venir de la unidad de ordeño. Y después lo que hacemos es bajar la leche a unos 41-42 grados para añadir los fermentos. Después lo que hacemos es dejarla un tiempo para que esas bacterias que traen los fermentos actúen, para que después nosotros podamos envasar los yogures en los envases y lo dejamos reposar. O sea, los dejamos incubando durante cuatro o cinco horas para después ser envasados. Una vez envasados los dejamos que se enfríen para que después los podamos entregar al centro educativo”, concluyó Abigail Valenzuela, estudiante.

Por: UMDP.

Noticiero Científico y Cultural Iberoamericano – Noticias NCC
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