América Latina.
El 2023 fue, según diferentes observaciones científicas, el año más caliente desde que se llevan registros sobre la temperatura promedio del planeta, hace 174 años. Aunque esto trae consecuencias para toda la humanidad, América Latina fue una de las más perjudicadas.
Según el informe Estado Provisional del Clima Global 2023 de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), las proyecciones a octubre de 2023 indicaban que la temperatura media mundial cerca de la superficie ese año estuvo alrededor de 1,40°C por encima del promedio de 1850-1900. Previamente, los años más cálidos fueron 2016 con 1,29°C por encima del promedio de 1850-1900, y 2020 con 1,27°C.
En tanto, el servicio del Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas a Plazo Medio apuntaba, con datos a noviembre indicó que 2023 fue el más caluroso desde la época preindustrial.
De acuerdo con Álvaro Ávila, profesor del Programa de Ciencias del Sistema Tierra de la Universidad del Rosario, de Bogotá (Colombia), las consecuencias negativas del año tan caliente están exacerbadas por varios factores.
Entre ellos, Ávila incluye el impacto global de El Niño y el cambio climático, originado por las emisiones de gases de efecto invernadero.
“Entre julio y setiembre, los efectos de El Niño eran claramente visibles, con aumento del nivel del mar sobre el promedio entre el Pacífico tropical hasta las costas de América Central y del Sur”, detalla el informe.
Entre otras consecuencias del clima extremo en 2023, Ávila destaca algunas de las indicadas en el informe: la reducción del hielo marino de la Antártida por debajo de lo esperado, los glaciares del oeste de América del Norte y los Alpes europeos con una temporada de derretimiento extremo y graves impactos socioeconómicos, y los incendios forestales de gran envergadura en Hawái, Canadá y Europa.
El científico suma también el aumento de olas de calor a nivel global, como las que experimentó Brasil. La más notable ocurrió en noviembre, afectó a gran parte del país y alcanzó 40°C en varias regiones, provocando la muerte de una fanática de la cantante Taylor Swift durante un concierto en Río de Janeiro.
“Regiones con marcado déficit de lluvias incluyen: sudeste de América del Sur, la cuenca amazónica y gran parte de América Central”, agrega la OMM. Las lluvias entre enero y agosto estuvieron entre 20 y 50 por ciento debajo del promedio para Argentina por cuarto año consecutivo, ejemplifica el reporte.
El documento señala además que Argentina tuvo pérdidas enormes de cultivos y el trigo cayó más de 30 por ciento entre 2022 y 2023. En Uruguay, el déficit hídrico alcanzó niveles críticos, afectando la calidad del suministro de agua incluyendo en la capital, Montevideo.
Para Ávila, los datos de la OMM indican que los peligros meteorológicos y climáticos para América Latina son cada vez más intensos y frecuentes, lo que potencia una crisis climática para la próxima década.
“Lo anterior genera que los precios de los alimentos se eleven, y en los próximos años la seguridad alimentaria de la región y los desplazamientos de poblaciones vulnerables serán motivo de preocupación para tomar medidas urgentes y eficientes de adaptación y mitigación contra el cambio climático”, dice el experto.
Tomar decisiones climáticamente inteligentes
Para Paola Arias, climatóloga y profesora de la Universidad de Antioquia (Medellín, Colombia), zonas del continente, como Centroamérica y el Caribe, y La Orinoquía, y diferentes puntos del Cono Sur también sufrirán las consecuencias de una temperatura en aumento.
“Hay zonas en las que puede incrementar la ocurrencia de incendios en la cobertura vegetal, algo que pasa muy típicamente en Chile, en lugares que son más áridos, pero que estamos empezando a ver en zonas con otras condiciones”, agregó Arias, miembro del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC).
La experta hace hincapié en los impactos en la salud humana, dada la falta de acceso al agua de muchas poblaciones en América Latina, por ejemplo. “Los cultivos también empiezan a enfrentar problemas con las altas temperatura y la subsecuente escasez de agua. Hablamos de poblaciones que no tienen suministro seguro de energía eléctrica, lo que las hace altamente vulnerables”, añade la investigadora.
Para Ávila es difícil estimar qué pasará en 2024 con las temperaturas, “pero los últimos años, entre 2015 y 2023 fueron los nueve años más calurosos jamás registrados”.
“Los científicos vienen demostrando, por medio de modelos climáticos, los impactos futuros de un clima cada vez más cálido. Podemos esperar que los extremos climáticos causen más estragos socioeconómicos si no se toman medidas para gestionar peligros como inundaciones, lluvias extremas, sequias y olas de calor”, apunta Ávila.
“El llamado es a la preparación para tomar decisiones climáticamente inteligentes, con el objetivo de aumentar la resiliencia y la sustentabilidad, no solo para el próximo año, sino para las próximas décadas”, concluye.
Por: Nicolás Bustamante Hernández en SciDev.Net América Latina y el Caribe.
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