Alemania.
Un sol ardiente que provoca olas de calor con temperaturas sobre los 30 grados Celsius. Una situación bastante común ya en Alemania. Algunas viviendas pueden convertirse en un horno.
Stefanie Müller habita el piso más alto y conoce de primera mano los efectos del cambio climático. “En el ático o incluso aquí bajo el techo, a veces es insoportable. Ahora tenemos largos periodos de verano y algunos días se llega a los 36 grados en mi departamento. Así que dormir aquí es casi imposible”, dijo Müller.
A finales del año pasado se inició la construcción de un moderno sistema de calificación geotérmica. Esta máquina perfora la Tierra a 100 metros de profundidad. Luego se introducen unos largos tubos llamados sondas. Por ellas fluye una mezcla de agua y anticongelante. En invierno, una bomba de calor en el sótano capta el calor del agua, que a su vez ha recogido del subsuelo, y lo utiliza para calentar el edificio. La particularidad es que en verano enfría los pisos.
“El subsuelo está más fresco que el interior del edificio, y por eso también dejamos que el líquido circule por las sondas en verano. Así absorbe el calor del edificio y lo transporta al pozo. De manera que el calor queda almacenado para el próximo invierno y puede reutilizarse, por así decirlo”, comentó un señor.
Gracias a este calor almacenado durante el verano, la bomba calienta en invierno, incluso más eficazmente que los sistemas convencionales. Más allá de la bomba de calor, las tuberías del sótano y las bombas para el agua fría durante el verano no hubo necesidad de modificar la instalación de la casa.
Bella Hamburg, de la Asociación de Viviendas Voguetra de Leipzig, afirmó que gracias a ello el ahorro ha sido significativo. Él instaló la nueva tecnología en un bloque de 100 viviendas por unos 500.000 euros. Su evaluación inicial a principios de año fue positiva.
“Creemos poder reducir los costes de calefacción en torno al 50% y ofrecer además a los inquilinos un sistema de refrigeración en verano”, acentuó un investigador.
Stefanie Müller ya instaló los nuevos radiadores en su departamento. En verano, ahora puede configurarlos en modo frío. Y funciona rápidamente, según ha podido comprobar el coste de las últimas semanas.
“Creo que ha funcionado muy bien en el verano. Al tocar los radiadores, siempre tenía la sensación de que estaban fríos. Y estar en el piso era más agradable”, relató Muller.
Según el científico André Cremonke, esta tecnología es apta para emplearse en cualquier lugar donde la gente pase calor en verano.
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