Panamá. 

Los accidentes ofídicos o mordeduras de serpiente, constituyen un importante problema de salud pública en Panamá, principalmente en la provincia de Veraguas, razón por la que la Universidad de Panamá inauguró el primer centro de investigación de venenos de serpientes.

Este espacio permitirá conocer a fondo los efectos directos que causan los venenos de las especies más peligrosas de serpientes del país y determinar la efectividad de los antivenenos que son utilizados en los hospitales y centros de atención médica.

Panamá es el país de América Latina con una de las mayores tasas de personas afectadas por mordeduras de serpientes, 56 personas por cada 100,000 habitantes, con un promedio de 1,848 casos por año, de acuerdo con el libro “Las serpientes de Panamá: venenosas y más comunes no venenosas” publicado por los biólogos Abel Batista y Madian Miranda, respaldado por la Fundación Los Naturalistas, Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (SENACYT) y la Universidad Autónoma de Chiriquí.

La provincia de Veraguas es actualmente la que registra el número más alto de casos, 1.803, durante los últimos cinco años, según cifras del Centro de Investigación e Información de Medicamentos y Tóxicos (CIIMET). Sin embargo, pese a la alta incidencia de accidentes por mordeduras de ofidios, Panamá no cuenta con su propio antiveneno, por lo que actualmente se utiliza el producido por el del Instituto Clodomiro Picado, en Costa Rica, el cual produce tres tipos: anticoral, el antimipartitus y polivalente (que es capaz de neutralizan el veneno de varias serpientes).

Foto: Eduardo Zambrano / Wildlife.

La científica panameña Hildaura Patiño, directora del CIIMET señaló que desde hace 10 años se hizo una evaluación general de las regiones del país que tienen mayor incidencia de mordeduras de serpientes y la región. La que marcó un mayor número de casos fue la provincia de Veraguas y bajo ese concepto se determinó que era importante que esta provincia contara con un polo de desarrollo para atender este problema de salud pública, en conjunto con otras instituciones

Patiño explicó que, en este centro se estará investigando los envenenamientos y la toxicidad de los venenos y otros detalles más especializados a nivel molecular y biotecnológico, desde el punto de vista de las actividades tóxicas y caracterizaciones químicas, inmunológicas que puedan tener dichos venenos, con el objetivo de conocer con mayor detalle la variedad y características que tienen los diversos animales venenosos en esta provincia y sus áreas aledañas.

“Todo esto funciona, para que tengamos información de las serpientes que causan los envenenamientos a nivel de la atención de los hospitales y también para saber cuál es la perspectiva de cada veneno y cómo se comporta el antiveneno, en caso de que ocurra un envenenamiento y que se pueda tratar adecuadamente con la rapidez que se requiere”, señaló.

En el centro se estudian principalmente los venenos de la víbora Patoca (Porthidium lansbergii) y terciopelo o  víbora X (Bothrops asper), que son las más venenosas del país, siendo esta última la causante de un 80% de las mordeduras registradas, según informes del CIIMET.

La docente y especialista en bioquímica del Centro Regional Universitario de Veraguas, Alina Uribe señaló que actualmente se hace mayor énfasis en el análisis del veneno de la Patoca, debido a que ese veneno no está en la mezcla del antiveneno que viene de Costa Rica y por eso es necesario que se verifique si ese veneno es neutralizado por el suero de Costa Rica.

Explicó que en Costa Rica no hay Patocas, hay una muy parecida pero no es la misma, por lo que el veneno no está dentro de las tres serpientes que se utilizaron en la mezcla de la creación del anti veneno. “Como los venenos de las serpientes tienen muchas similitudes, ayudan a neutralizar los efectos, sin embargo, tenemos que verificar si efectivamente lo hacen”, sostuvo.

Durante los últimos cinco años se han registrado 8,259 casos de mordeduras de serpientes en todo el país.  Las provincias con mayor incidencia, además de Veraguas son Chiriquí y Coclé, donde se registra un significativo porcentaje de la población que se dedican a actividades agrícolas y viven en áreas de difícil acceso, las cuales no cuentan con los servicios básicos, ni centros de salud cercanos.

“No se atendía esta enfermedad porque es de los pobres, pues a los que muerden las serpientes y los más perjudicados son los que viven en las áreas rurales, los que no tienen seguro social y trabajan cortando hierva o en los cañaverales…personas que son de familias humildes”, indicó.

Uribe dijo que en muchas ocasiones las personas que son víctimas de mordeduras de serpientes pueden quedar con alguna discapacidad, pues muchos de ellos primero acuden a los curanderos y después, cuando se complican es que van en búsqueda de atención médica y esto provoca que, en algunos casos, las personas puedan perder los miembros o las extremidades, quedando las familias sin sustento. “Es una serie de complicaciones que van más allá de la salud, sino que también impactan el aspecto social”, apuntó.

Foto: Cortesía de la doctora Alina Uribe.

El Centro de Investigación de Ofidios en Veraguas tiene aproximadamente 40 serpientes entre las terciopelo o X y Patocas, que están bajo el cuidado de un equipo especial de biólogos, veterinarios y otros científicos. Hay varias formas de obtener las serpientes, una es a través de giras que hace el equipo encargado del proyecto o estudiantes voluntarios que visitan los lugares donde se han detectado mayor cantidad de casos como lo son: Santa Fe, Soná, Cañazas, Las Palmas o alguna región de Coclé o Herrera, o incluso en Panamá. La otra es cuando las personas llaman para reportar que en sus casas hay una serpiente venenosa, entonces el equipo se dirige al área y si determinan que la serpiente no es venenosa la reubican y si es venenosa la llevan al serpentario, que está ubicado en el Centro Regional Universitario de Panamá con sede en Veraguas.

La profesora Uribe explicó que el veneno de las serpientes es extraído a través de un ordeño manual, luego se liofiliza (se le extrae el agua) y queda como en forma de un polvo, cuando ya se tiene el polvo, se hacen los ensayos en vivo con los ratones para ver los efectos que tiene o no tiene y también se hacen pruebas in vitro, para conocer la composición del veneno y ver por ejemplo, la cantidad de proteínas, su intensidad, toxicidad  y los efectos que ocasiona sobre la coagulación o a nivel muscular,  porque los efectos del veneno de la  serpientes pueden variar dependiendo de su origen geográfico o edad, aunque se trate de la misma especie.

“Si el envenenamiento es severo, se puede tener sangrado en las encías, en el cerebro, vomitar sangre, aunque la serpiente haya mordido a la persona en la pierna y las otras consecuencias son en el músculo que se degrada rápidamente y es por eso que se ha notado que hay una intensidad diferente en los efectos, dependiendo del área”, acotó.

Por su parte, la doctora Heidy Núñez, epidemióloga de la región de Veraguas por parte de la Caja de Seguro Social indicó que, actualmente se tiene un sistema de vigilancia a nivel de los centros de salud a nivel regional y con el centro de investigaciones de la Universidad de Panamá, porque el país contribuye con la fabricación de los sueros antiofídicos, que son traídos de Costa Rica y otros países. “Es importante que Panamá tenga disposición de estos sueros porque aquí la incidencia de estas mordeduras de ofidios es alta y hay regiones más peligrosas que otras”, apuntó.

Sostuvo que hay áreas en el sur de la provincia como Soná, Cañazas y Las Palmas donde es importantes un diagnóstico correcto de los casos, porque estas zonas tienen especímenes y serpientes más venenosas que las de otras áreas.

Por: Mirna González / Periodista del Postgrado en ‘Periodismo 4.0’ © del Instituto de Investigaciones Aplicadas, iiafEC, Panamá.