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México retrasa prohibición a maíz transgénico de EEUU mientras busca sustituto

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México. 

México se ha propuesto eliminar las importaciones de maíz transgénico desde Estados Unidos, pero se vio obligado a retrasar el inicio de la prohibición por su dependencia de ese insumo y la imposibilidad de sustituirlo a corto plazo.

El veto debía entrar en vigor en 2024. Sin embargo, fue aplazado un año tras discusiones en diciembre con Estados Unidos, que ha expresado malestar por las restricciones planteadas en el decreto emitido en 2020 por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

La extensión del plazo podría formalizarse durante la Cumbre de América del Norte que celebrarán el próximo martes los presidentes de México, Estados Unidos y Canadá en la capital mexicana.

Medida sensible 

La prohibición es una medida sensible para un país que depende de la variedad transgénica del maíz amarillo, clave para la alimentación animal y decenas de industrias.

México importa anualmente unos 17 millones de toneladas de maíz amarillo y es el segundo comprador mundial de ese grano después de China.

Pero es autosuficiente en la producción de maíz blanco, no transgénico, exclusivamente para consumo humano y base de la dieta de sus 126 millones de habitantes.

Del maíz importado, 95% proviene del mercado estadounidense, cuya producción es 93% transgénica. La provisión de su principal socio está consagrada en el tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).

Ante esa realidad, el secretario mexicano de Agricultura, Víctor Villalobos, abrió incluso la posibilidad de revisar la medida si en 2025 su país no logra sustituir el grano estadounidense por otro que no sea genéticamente modificado.

El decreto del presidente izquierdista López Obrador -que aduce una «protección al maíz nativo y la riqueza biocultural», además de «una transición a alimentos más saludables»– dispone igualmente la eliminación gradual del herbicida glifosato, cuyo uso quedará prohibido en 2024.

La producción de granos transgénicos, suele estar asociada al uso de agrotóxicos que se aplican sobre los cultivos, genéticamente modificados para ser resistentes a esos químicos.

«Catastrófico» 

La postergación de entrada en vigor de la prohibición del maíz amarillo fue aplaudida por el Consejo Nacional Agropecuario (CNA), un poderoso gremio mexicano, que ha advertido que la interdicción afectaría la «seguridad alimentaria en América del Norte».

«¿De dónde vamos a sacar 17 millones [de toneladas] de maíz transgénico que hoy importamos? Es catastrófico, no veo de dónde, cómo y cuándo», dijo Genaro Bernal, director de CONAFAB, el gremio de productores de alimento para ganado.

Los fabricantes de alimento animal consumen 70% del grano importado, según Canafab. El 30% restante lo absorben productores de almidón, cuyos usos van desde la fabricación de alimentos hasta medicinas y textiles.

La restricción activó alarmas en el influyente sector agrícola estadounidense, que urgió al gobierno del presidente Joe Biden a defender sus intereses empleando el marco del T-MEC.

Los actores del sector coinciden en que incluso la meta de 2025 es inviable, salvo que se quiera asumir un alza de 19% en el precio promedio del maíz, según cálculos del CNA.

Dilema 

Para la investigadora Ana De Ita, directora del Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano y opositora al uso de maíz transgénico, si el gobierno no tiene un plan para sostener la prohibición «nada más está haciendo propaganda«.

De Ita señala además contradicciones como la liberación de aranceles que López Obrador aprobó en noviembre pasado para importar maíz, también genéticamente modificado, de Sudáfrica, en un plan antiinflacionario.

«¿Quieres que la gente coma y bajar la inflación o quieres que la gente se alimente sanamente? En este momento y de la noche a la mañana las dos cosas no se pueden«, aseveró De Ita.

Cambiar maíz transgénico por alternativas naturales es posible, apelando a proveedores como Rumanía, Argentina, Brasil o incluso Estados Unidos, pero disputándose esa provisión con otros compradores.

«Si vas a querer competir pues lo vas a pagar más caro», advierte Juan Carlos Anaya, director del Grupo Consultor de Mercados Agrícolas.

El CNA pronostica que en el primer año de prohibición de importaciones, los precios del maíz no transgénico aumentarían 48% y México pagaría 571 millones de dólares adicionales por importarlo.

Bernal aboga por seguir aprovechando la ventaja de tener como socio y vecino al mayor productor mundial de maíz amarillo. De no hacerlo, «habrá que cerrar plantas» de procesamiento, advierte.

Desde 2013 está prohibida la siembra de maíz transgénico en México por una decisión judicial. En 2021 la Suprema Corte ratificó esa prohibición.

Noticiero Científico y Cultural Iberoamericano – Noticias NCC
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