La disminución de las lluvias debido al cambio climático tendrá, al menos, una ventaja en regiones del planeta donde llueva menos (por ejemplo, sitios de México y de Europa del sur), pues allí se reducirán los efectos que provoca este fenómeno natural en el patrimonio cultural.
Esa es una de las conclusiones de una investigación publicada en abril en Science of the Total Environment, que halló, consistentemente, que en zonas del norte (como Europa del norte), donde se prevé que las lluvias aumenten por el cambio climático, el daño a las construcciones históricas también se incrementará.
El estudio identificó, usando fórmulas que usan datos ambientales —temperatura, precipitaciones, contaminantes del aire, entre otros—, el daño padecido por los materiales de construcciones patrimoniales a causa del cambio climático y la contaminación del aire. En particular, se analizaron casos en Europa y México.
Usando esas fórmulas, los científicos observaron si factores climáticos como la precipitación o temperatura tienen un efecto mayor o menor en los materiales de construcción, en comparación con los contaminantes atmosféricos. Efectivamente, hallaron que el impacto de los factores climáticos es mayor que el de los contaminantes.
Según el estudio, ante futuros cambios climáticos y de contaminación, los daños al patrimonio construido aumentarían en las regiones que se están volviendo más húmedas: habrá más pérdida de material, más erosión, más acumulación de biomasa (hongos o musgo, por ejemplo). Pero en regiones más secas como el sur de Europa, esos daños disminuirían entre 7 y 20 por ciento. Esta situación se debe a que hay menos contaminantes y menos lluvias atacando a las piedras.
Según los autores, las investigaciones actuales se han enfocado en países europeos, pero no se han extendido a otras zonas del mundo, donde el cambio climático aumentará la precipitación y, por ende, el patrimonio será más vulnerable.
Julián Esteban-Cantillo, investigador de la Universidad El Rosario, en Colombia y uno de los autores, explica que, para el estudio, revisaron la literatura científica sobre el tema e identificaron las diferentes fórmulas —llamadas dosis-respuesta— empleadas para calcular el daño en el material utilizado para construir el patrimonio cultural, principalmente piedra caliza o mármol.
“A partir de modelos intercomparados identificamos, hasta 2100, la precipitación y la temperatura con más de una veintena de modelos”, asegura Esteban.
Para las concentraciones de contaminantes atmosféricos calcularon las proyecciones basadas en valores históricos y en proyecciones futuras bajo un escenario de cambio climático con muy poca mitigación del calentamiento global.
Luego, aplicaron las fórmulas en los ocho sitios del proyecto —seis en Europa y dos en México— y calcularon dos escenarios: uno solo con parámetros climáticos y otro con parámetros climáticos y de polución, para determinar en cuál de los dos había un mayor daño del material.
Según el informe, los sitios estudiados en México —las ruinas de Chichen Itzá y la zona arqueológica Calakmul—se volverán más secos durante épocas de fuerte cambio climático, con reducciones del 18 por ciento en las precipitaciones, y aumentos en las temperaturas entre 4,7 °C y 5,5 °C, aproximadamente, superando los 41 °C en promedio anual.
Para Esteban-Cantillo, es importante desarrollar fórmulas dosis-respuesta que se enfoquen en los nuevos contaminantes atmosféricos y también en otros materiales.
La afectación del cambio climático al patrimonio arquitectónico ha sido poco estudiada en América Latina. Algunos de los estudios existentes han analizado el problema en países como Cuba, Panamá, Puerto Rico y Colombia.
Un estudio analizó el impacto de la contaminación ambiental en el patrimonio arquitectónico de la ciudad colombiana de Cartagena de Indias, declarada como Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad.
Allí también estimaron la degradación del material arquitectónico e hicieron una caracterización socioeconómica en los sitios de estudio mediante una encuesta, con una muestra de 174 personas que trabajan en zonas de gran valor arquitectónico de la ciudad. Así analizaron las condiciones de vivienda, familia, educación, acceso a la salud, la generación de ingresos y el patrimonio arquitectónico.
“Encontramos que el alto deterioro, unido a la falta de cultura ciudadana, afecta a los monumentos del patrimonio arquitectónico, provocando un impacto negativo en varios aspectos económicos. Los contaminantes, las sales, la humedad y el mal mantenimiento del drenaje deterioran el material, junto con la ausencia de instituciones públicas dedicadas a su preservación”, afirma Heidis Cano, directora del doctorado en Desarrollo Sostenible de la Universidad de la Costa (Colombia), y autora del estudio.
Para Cano, los resultados de su estudio pueden servir para resaltar la necesidad de políticas públicas para la reducción de la contaminación del aire en ciudades con alto valor patrimonial. “Se requiere una mayor participación del gobierno (…), la promoción de incentivos en los sectores inmobiliarios, también fortalece el proceso y garantiza la sostenibilidad en el tiempo”.
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