Eduardo Ortega Barría quiere que la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt) de Panamá que él dirige pueda influir sobre la actividad de todos los ministerios de gobierno pero, al mismo tiempo, evitar que se politice su papel, para no perder el foco en la ciencia. Médico pediatra, especializado en enfermedades infecciosas, investigador en centros de Panamá y EE.UU., Ortega Barría también trabajó años en la industria farmacéutica.
Con ese camino recorrido, conversó con SciDev.Net sobre la transformación de la Senacyt, la meta de llegar al 1 por ciento de inversión en CTI y la necesidad de que exista una clara identificación de estas áreas como herramientas para el desarrollo social y económico del país.
En América Latina, los organismos de políticas y financiación científica adoptan varias formas institucionales: ministerios, secretarías, agencias. ¿Qué fortalezas tiene una secretaría?
En Panamá, la figura de secretaría ha sido la ideal hasta el momento. Una secretaría es una entidad descentralizada con independencia de acción que le permite tener un órgano de gobernanza para articular la CTI como una actividad transversal al resto de las actividades del Estado. Este órgano es el Consejo Interministerial de Ciencia, Tecnología e Innovación y en él participan los ministros que guardan relación con la actividad, como el de Salud, Agricultura, Industria y Comercio, Economía y Finanzas, entre otros.
En 2022 trabajamos una propuesta de ley que busca modificar la figura de secretaría a la de autoridad. En el sistema panameño, la autoridad es una entidad cuyo actuar es vinculante a sus acciones, es decir, que tiene un efecto de influir sobre la actividad de los ministerios. Esta figura está plasmada en una propuesta de ley que planificamos presentar a la Asamblea Nacional durante la próxima administración.
También se nos ha preguntado si deberíamos ser un Ministerio y creemos que no. Por las características de Panamá, las actividades de CTI deben ser conducidas por personas de ciencia y si fuera un ministerio, esta actividad se politizaría y correría el riesgo de perder el foco en esas áreas.
En 2020, Panamá aprobó un plan estratégico nacional en CTI para 2019-2024 que proponía, entre otras cosas, llegar a una inversión del 1 por ciento del PBI en CyT. Hoy Panamá invierte 0.15 por ciento del PBI en el sector. ¿Cuáles son las causas por las que no se pudo alcanzar la meta?
Sin dudas una fue la pandemia, que requirió un rediseño del presupuesto del Estado para atender la emergencia y las prioridades que se presentaron. Sin embargo, estamos convencidos que ese debe ser el rumbo: lograr una mayor inversión del Estado en CTI, y que sirva como catalizador para promover que el sector privado y la sociedad civil también inviertan en esas áreas.
En el país, esta inversión comienza a aumentar: este año, la Senacyt logró el presupuesto más alto en su historia con más de 94 millones de balboas (US$ 94 millones).
Además de las inversiones del Estado en investigación científica, el desarrollo tecnológico e innovación en las universidades, centros de investigación como el Instituto Conmemorativo Gorgas y los montos destinados por entidades como el Canal de Panamá nos dejan ver que vamos por buen camino. Actualmente hemos comenzado a trabajar en el plan de CTI para 2024-2029 y está previsto un esquema gradual de aumento en inversión estatal hasta el tan deseado 1 por ciento para 2030.
Pero esta inversión debe ser acompañada de un fortalecimiento institucional de la CTI. Sería poco responsable destinar más a la CTI sin hacer eso para asegurar el ejercicio del dinero y su uso eficiente.
En la región, ese 1 por ciento del PBI en CyT parece ser un número mágico para muchos países, pero que solo Brasil lo alcanzó. ¿Por qué es tan difícil para la región?
Son muchos factores, no es solo aumentar el dinero. Lograr el 1 por ciento debe estar acompañado de procesos institucionales adecuados. No debe ser solo un compromiso del estado sino también articularse con inversiones del sector privado, compromisos políticos y buenos resultados de CTI.
Quienes toman decisiones sobre el dinero en nuestros países —los ministros de Finanzas—son personas que ven el retorno de la inversión, y si la CTI no ha logrado generar impactos claros en las sociedades, difícilmente vamos a conseguir que estos ministros destinen más recursos a nuestra cartera.
En nuestra propuesta de ley para el sistema de CTI de Panamá hemos incluido un apartado para un sistema de información, que implica que el Estado estará obligado a medir la actividad, los resultados y el impacto de la CTI. Creemos que es la mejor manera de tocar a la puerta del Ministerio de Finanzas y pedir más presupuesto.
En la encuesta de percepción social de la CyT, Senacyt fue nombrada como la institución más conocida. ¿Qué papel juega la comunicación científica que se hace desde la secretaría?
La Senacyt se ha ganado un prestigio en Panamá porque ha sido una institución dirigida por científicos, lo que le permitió no inmiscuirse en asuntos políticos y preocuparse por promover la CTI en el país. Pero aún falta mucho por hacer y entre ello, una adecuada actividad de difusión de la ciencia.
Por mencionar algunos esfuerzos que Senacyt hace en divulgación, tenemos un programa en la radio que se llama Imagina Radio, colaboramos con las cadenas de televisión nacionales para dar a conocer a los talentos nacionales en CTl y contamos con una columna semanal en uno de los diarios nacionales de mayor circulación en el país.
Adicionalmente, contamos con una red nacional de Rincones Clubhouse, que es un programa educativo extraescolar. Entre las empresas y emprendedores se llevan a cabo capacitaciones. Cada año se lanza el Premio Nacional de Innovación Empresarial junto con la Cámara de Comercio de Panamá y se premia a empresas y emprendedores.
Por su parte, el Sistema Nacional de Investigación, que cuenta con más de 200 investigadores que reciben un estímulo económico cada año, impulsa jornadas de divulgación para dar a conocer los resultados de la producción científica. Actualmente empezamos a trabajar en un Plan de divulgación de la CyT que pensamos que va a ampliar el impacto de estas actividades en el país.
¿Cómo es la vinculación de Senacyt con otros países?
Hoy, Panamá ocupa la Presidencia de la Comisión para el Desarrollo Científico y Tecnológico de Centroamérica y Panamá (CTCAP), que es la entidad que integra los órganos de CTI de la región. También lidera un proyecto financiado por el IDRC de Canadá para identificar las condiciones actuales de la CTI abiertas en la región y diseñar propuestas para que cada país impulse políticas públicas. En junio de 2023, Panamá acogió la Cumbre del Clima de América Latina.
Estos son solo algunos ejemplos de cómo Senacyt participa con sus pares de la región y el mundo. La CTI no se puede dar de manera aislada; la ciencia por naturaleza es colectiva y se realiza con la colaboración de otros países.
Durante la pandemia usted fue miembro del Comité Asesor de COVID-19 en Panamá. ¿Cree que las lecciones de la pandemia calaron lo suficientemente hondo como para generar un cambio en la valorización de la ciencia?
Creo que sí. Aunque la fase aguda de la pandemia pasó, en la conciencia social del panameño común todavía está la importancia de que el país hubiera invertido en su capital humano e infraestructura.
Claro que la situación aguda se va diluyendo y vuelve uno al día a día, a la discusión de la necesidad de incrementar la inversión. Creo que hay una mejor percepción del valor de la CTI en el país, pero no hay una clara identificación de que son herramientas y palancas para el desarrollo social y económico. No se valora el potencial de la ciencia para ayudar a desarrollar el país.
Panamá crece económicamente cada año, y es uno de los países más desiguales de la región. Creemos que a través de la CTI se pueden hacer propuestas que aborden esa desigualdad y que ayuden para crecer económicamente, desarrollarse de manera sostenible y abordar los grandes retos.
Entre 2006 y 2020 usted fue vicepresidente y director de Asuntos Médicos e Investigación y Desarrollo Clínico de Vacunas para América Latina y el Caribe de GlaxoSmithKline. Bajo su liderazgo se desarrollaron vacunas contra rotavirus, neumococo, virus de papiloma humano, entre otras. ¿Qué aplica de su experiencia en el ámbito privado en Senacyt?
Hay prácticas corporativas que se pueden adaptar rápidamente al día a día del trabajo en el sector público. El liderazgo es uno de los factores más importantes. La identificación y desarrollo del talento, dar oportunidades a jóvenes, la equidad dentro de la organización, evitar el micromanejo, empoderar a tomadores de decisión internos, agilizar procesos.
Lógicamente trabajar en el sector público es un reto. Llegué a la institución en medio de la pandemia, así que hemos tenido solamente tres años para dejar nuestra huella dentro de la institución. El reto más grande es la gestión, una gestión ágil con procesos de transparencia que permitan que la CTI avance siguiendo las reglas del sistema público.
La burocracia, interna y externa, son las barreras más importantes. Talento hay. Es importante desarrollar ese talento, con foco en liderazgo y toma de decisiones, y con la organización de un comité directivo dentro de la institución que permita que, en ausencia del secretario nacional, los procesos sigan su curso y que las personas se sientan empoderadas.
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