Cartagena, Colombia.

Cada año el nivel del mar sube y se traga a cuentagotas la bahía de Cartagena. Las calaveras expuestas de un cementerio arrasado por las olas son una prueba de los efectos del calentamiento global en la ciudad más turística de Colombia, que podría quedar parcialmente bajo el agua este siglo.

La líder comunitaria Mirla Aaron se escandalizó cuando vio en la orilla los huesos de antiguos habitantes de Tierra Bomba, una isla ubicada frente al lujoso sector hotelero de Cartagena (norte).

El mar «ha arrasado 250 viviendas de la comunidad, el puesto de salud, muelles (…) se llevó varios salones comunitarios, infraestructura eléctrica» y el cementerio, dice entre lágrimas a la AFP esta mujer de 53 años.

Las tumbas destruidas, que estaban a una distancia prudente del mar Caribe, son tan viejas que no hay información de familiares para que se encarguen de recoger los restos.

En Cartagena, al problema de los efectos del cambio climático se suma el hecho de que el principal puerto comercial de Colombia fue construido en un terreno con cavidades subterráneas que colapsan, lo que provoca su hundimiento.

«Lamentablemente, la isla ha sido víctima de un proceso erosivo (…) que se ha incrementado en las últimas décadas de manera exponencial«, afirma la líder comunitaria.

La revista científica Nature publicó en 2021 un estudio de académicos sobre la problemática en la ciudad de casi un millón de habitantes: desde inicios del siglo XXI el nivel del mar crece anualmente unos 7,02 milímetros, «un ritmo superior» a la media global (2,9 milímetros).

Si no se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero, el mar subirá en la bahía 26 centímetros para 2050 y 76 centímetros para 2100, aseguran los investigadores de la Universidad de Zagreb, la Internacional de Miami y la local EAFIT.

Paredes caídas. 

«El aumento en el nivel del mar en la zona costera de Cartagena se debe a dos factores«, explica el científico ambiental canadiense Marko Tosic, uno de los autores la publicación.

Primero, por la vulnerabilidad de la ciudad ante el calentamiento del planeta. Pero también debido a la «subsidencia» o «hundimiento de la tierra», que ocurre «por factores tectónicos» y la presencia de «volcanes submarinos».

Esas formaciones volcánicas «son lodosas y poco a poco la gravedad presiona» y provoca que el terreno se achate y la ciudad descienda, agrega.

Hace más de 400 años, en Cartagena se levantó una fortaleza de murallas para defender las riquezas de los colonizadores españoles de los piratas. Estas edificaciones son una de las razones de su excepcional belleza, que le ha valido ser declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Actualmente, las autoridades construyen con maquinaria 4,5 kilómetros de espolones o barreras de piedra que amortiguan el impacto de las olas. La alcaldía asegura que sin ellos el 80% de los barrios estarían en riesgo de inundación.

La AFP observó viviendas con paredes caídas al borde del mar, un restaurante inundado donde los trabajadores intentaban sacar el agua que incomodaba a los comensales, y líneas de energía otrora subterráneas expuestas por la erosión.

Kelly Mendoza se mudó a una casa cerca de la orilla en Tierra Bomba hace una década. Desde entonces, dos de sus vecinos han perdido sus hogares porque el agua los derrumbó. En el suyo, las olas ya golpean contra la habitación en la que duerme con su esposo.

«Cuando la ola pega en la pared yo me asusto porque pienso que se va a caer», que «voy a estar en el mar con mi cama», dice esta mujer de 31 años.

La alcaldía de la ciudad no respondió a requerimientos sobre cifras de personas reubicadas ante la erosión costera.

«Se sentirá la inundación» 

A sus 87 años, Inés Jiménez ya no reconoce el entorno en el que creció. De joven tuvo que mudarse junto a sus padres porque su casa se inundaba. Las personas «corrían un poquito más para atrás» huyendo del mar, recuerda, mientras señala a lo lejos el punto al que llegaba la costa antes.

Marko Tosic advierte que el crecimiento del Caribe es paulatino, pero llegará a ser letal. Es un cambio «muy pequeño, estamos hablando de milímetros a través de los años, pero (…) se sentirá la inundación».

Según Tosic, las poblaciones pobres tendrán menos herramientas que las zonas de los grandes hoteles para responder ante la fuerza de la naturaleza.

Mauricio Giraldo, otro líder local y representante de pescadores, se queja de que el escudo de espolones protege los atractivos turísticos y la alta hotelería, pero cambia la corriente marítima y afecta a las zonas donde viven los más vulnerables.

En Tierra Bomba, por ejemplo, viven «comunidades negras que fueron esclavizadas» y «que hoy se resisten a perder su identidad», proclama Aaron.

«El mar está colapsando, en una lenta agonía, no sabe cómo decir ‘ya basta'», dice preocupado Giraldo.