Barcelona, España.
Tratar un cáncer ya sea por quimioterapia u otros tratamientos dirigidos, además de provocar la muerte de un gran número de células tumorales, deriva en la formación de células tumorales senescentes. También llamadas zombis, estas células no se reproducen, pero lamentablemente generan un entorno favorable para el recrecimiento del tumor.
Investigadores del IRB Barcelona, liderados por Manuel Serrano, han descrito cómo las células cancerígenas que después del tratamiento se han vuelto senescentes activan la proteína PD-L2 para protegerse del sistema inmunitario, al tiempo que reclutan células supresoras de este.
Dichas células supresoras originan un entorno inhibidor que evita que los linfocitos accedan y actúen contra las células cancerosas. Las células senescentes favorecen así el crecimiento del tumor y limitan la eficacia de la quimioterapia.
“Al bloquear PD-L2, hemos visto en modelos de ratón que la quimioterapia es más eficaz contra el cáncer. Esto abre la vía a considerar el uso de un potencial inhibidor de PD-L2 como adyuvante en el tratamiento de esta enfermedad”, explica Serrano, actualmente investigador en Altos Labs (Cambridge, Reino Unido).
El estudio, publicado en la revista Nature Cancer, se ha llevado a cabo con líneas celulares y con modelos animales de investigación de cáncer de piel, páncreas y mama.
Un fenómeno común en terapias frente al cáncer
La senescencia celular es un proceso que se da de manera natural en el envejecimiento y que ha emergido como un fenómeno común en el contexto de las terapias contra el cáncer. La mayoría de ellas (como la quimioterapia o la radioterapia) actúan provocando múltiples daños celulares y, como consecuencia, originan células senescentes, particularmente en el interior del tumor.
El equipo estudiará ahora si la senescencia vinculada al envejecimiento del organismo también se correlaciona con niveles elevados de PD-L2.
“Aunque hacen falta más experimentos para caracterizar el papel de esta molécula en distintos tumores humanos, este trabajo ha permitido ampliar nuestro conocimiento sobre el papel de PD-L2 y la interacción de las células senescentes con el sistema inmunitario”, concluye José Alberto López, primer autor del trabajo.
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