La lucha contra el cambio climático y la transición energética, que requieren billones de dólares, no serán posibles sin el apoyo financiero del sector privado, subrayó el presidente del Banco Mundial (BM), Ajay Banga, en una entrevista con la AFP.

Pero para convencer a las empresas de que suban a bordo de esas iniciativas, la institución con sede en Washington debe proseguir sus reformas y acelerar la ejecución de sus proyectos, añadió el responsable, reconociendo la necesidad de que el BM sea «más rápido y se centre más en los resultados».

«Los gobiernos y los bancos multilaterales no tienen dinero suficiente» para financiar por sí solos la lucha contra el calentamiento global, dijo Banga. «Necesitamos que el sector privado se implique».

Un informe del G20 publicado en junio destacaba la necesidad de triplicar el capital del Banco Mundial, «una idea excelente» según su presidente, pero «insuficiente para llegar a los billones» necesarios «simplemente para la transición energética».

Banga, que se puso al frente del BM en junio, lleva presionando desde que asumió el cargo para conseguir un banco «más eficiente y mejor financiado» que sea capaz de responder a su misión renovada: «Erradicar la pobreza en un planeta habitable».

Para lograrlo, «el banco debe cambiar y evolucionar, un punto que se subrayó claramente incluso antes de mi llegada», recordó. Una evolución, dijo, que es esencial para «crear la credibilidad necesaria y hacer que los financieros quieran venir a aportar dinero» a las iniciativas apoyadas por el BM.

En particular, la institución debe acortar los plazos de ejecución de sus proyectos, uno de los principales objetivos planteados por Banga, que espera reducir en un 30% los 27 meses que se necesitan actualmente entre las discusiones preliminares y los primeros desembolsos.

En términos más generales, las reformas en curso deberían hacer más eficiente el funcionamiento cotidiano de la institución, permitiéndole al mismo tiempo seguir «haciendo su buen trabajo»: «Recuerden que el año pasado proporcionamos 120.000 millones de dólares en financiación, no podemos recortar eso».

Baga se describe a sí mismo como «un plomero», que quiere asegurarse de que el banco «funcione como una máquina bien engrasada» para que su «sucesor, que se enfrentará a otros problemas, pueda concentrarse en ellos, no en la plomería».

Tranquilizar a donantes y beneficiarios 

Pero también hay que demostrar a los países más pobres que la lucha contra el cambio climático no tiene prioridad sobre la reducción de la pobreza, misión primordial de la institución, admitió Banga.

«Los países del Sur reconocen que no podemos luchar contra la pobreza sin luchar contra el cambio climático, pero la diferencia es lo que entendemos por ‘cambio climático», subrayó.

«Para los países desarrollados, significa limitar el cambio climático, y eso implica emisiones de gases de efecto invernadero, mientras que el mundo en desarrollo piensa en términos de adaptación, porque ven el impacto del calentamiento global en términos de irrigación, precipitaciones, degradación del suelo y pérdida de biodiversidad», explicó.

En respuesta, el BM ha anunciado que el 45% de su financiación se destinará a proyectos para «limitar o adaptarse» al cambio climático, «la mitad a la limitación y la otra mitad a la adaptación».

«Esto es importante para los países beneficiarios, porque pueden ver que la mitad del 45% se destina a cuestiones que les conciernen, y que el 55% restante sigue estando disponible. Para los países donantes, saber que la mitad del 45% se destina a proyectos de mitigación es algo importante», añadió Banga.

«Tenemos que alcanzar estos compromisos, para demostrar a donantes y beneficiarios que el banco está intentando avanzar en la dirección correcta», siguió.

Pero también es necesario tranquilizar «a los países del Sur, que siguen esperando el dinero prometido en la COP de París», es decir, 100.000 millones de dólares para financiar su transición climática pero que nunca ha llegado, reconoció.

Más recientemente, la ayuda masiva a Ucrania, en particular a través del BM, suscitó críticas en África, en donde la consideraron una señal de que la institución daba prioridad a las cuestiones consideradas importantes por los países desarrollados en detrimento de los demás.

Se trató de un «malentendido», afirmó Banga, quien recordó que «el Banco Mundial destina mucho más dinero al África subsahariana que a Ucrania», ya que la gran mayoría de los fondos destinados al país europeo provienen de los países donantes.

Pero ahora hay «voluntad» por parte de los países del Norte «de poner a disposición de los países más pobres la financiación necesaria, y el mensaje ha llegado a los países desarrollados», insistió.

Por Erwan Lucas y Daniel Avis