Por: Carlos Iván Moreno (México).

Las universidades no son democracias electorales, sino democracias deliberativas. Están diseñadas para que se reflexione, se problematice y se debata en múltiples comités, comisiones, consejos, academias, sindicatos, asociaciones y un largo etcétera.

No es gratuito que los sociólogos las definan como “organizaciones complejas”, donde a diario se dirimen los legítimos intereses -generalmente contradictorios- de académicos, administrativos y estudiantes. El diálogo, la negociación y la paciencia son parte de la vida universitaria. También son rasgos de la democracia.

A propósito de la elección del nuevo rector o rectora de la UNAM, que está a punto de dirimirse en su Junta de Gobierno, se construye una nociva y simplista narrativa sobre la “democratización universitaria”, equiparándola con la “elección abierta” de sus autoridades. Voto popular pues. Es una receta para el populismo educativo y el control gubernamental, no para la estabilidad o la mejora académica.

La gobernabilidad y la certidumbre son rasgos fundamentales de una organización. Como lo publicó recientemente la periodista Leti Robles de la Rosa, la Junta de Gobierno ha garantizado la mayor estabilidad en la UNAM. De 1910 a 1929, cuando el presidente de la República designaba al rector, la UNAM tuvo 10 titulares. En 15 años (1929-1944), cuando elegía un Consejo Universitario, hubo siete. Desde 1945, en 78 años de elección por la Junta de Gobierno, han sido 16 rectores.

De las 35 universidades públicas estatales mexicanas, 21 eligen a sus titulares a través de Consejos Universitarios, 10 por Juntas de Gobierno y solo cuatro por voto directo. Sin duda, la forma de elección de la máxima autoridad está asociada con la estabilidad y también con el avance académico.

Las universidades autonomas deben seguir siendo refugios de la verdad, y la verdad no siempre está ligada con el pensamiento mayoritario, sino con el pensamiento metódico, riguroso y deliberativo. Tenemos que debatir, por supuesto, el grado de incidencia de la comunidad universitaria en las decisiones, pero eso no implica que las universidades deban someterse a dinámicas idénticas a las de una democracia electoral.

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Car­los Iván Mo­reno es Licenciado en Finanzas por la Universidad de Guadalajara (UdeG), Maestro en Administración Pública por la Universidad de Nuevo México y Doctor en Políticas Públicas por la Universidad de Illinois-Chicago. Realizó estancias doctorales en la Universidad de Chicago (Harris School of Public Policy) y en la Northwestern University (Kellog School of Management). Actualmente se desempeña como Coordinador General Académico y de Innovación de la Universidad de Guadalajara.