A pocos días de las elecciones presidenciales a celebrarse este domingo 22 de octubre, el Congreso argentino aprobó, el 11 de octubre, el Plan Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación 2030, que fija los lineamientos del sector para lo que resta de la década.

La noticia llega en un clima de gran incertidumbre, signado por la intención del candidato ultraliberal Javier Milei —el más votado en las primarias de agosto— de cerrar el Ministerio de Ciencia y de privatizar o reducir las funciones de los principales organismos de investigación.

Elaborado por el Poder Ejecutivo, el plan busca “fomentar la generación y gestión del conocimiento para la innovación social y productiva, inclusiva y sostenible” en instituciones y empresas del sector público y privado que realizan actividades científicas y tecnológicas.

A modo de diagnóstico, recuerda que la trayectoria productiva de Argentina está mayormente basada en el uso intensivo de recursos naturales, patrón que —combinado con un escaso valor agregado— deriva en bajos niveles de inversión en investigación e innovación.

“En diciembre de 2019, cuando empezamos a elaborar el plan, sabíamos que el problema también era la inestabilidad política, económica e institucional que sufre el país desde hace cinco décadas”, reconoce en diálogo telefónico con SciDev.Net el secretario de Planeamiento y Políticas en Ciencia, Tecnología e Innovación, Diego Hurtado.

En aquel momento, cuando se iniciaba el gobierno del peronista Alberto Fernández, “también entendimos que la ciencia y la tecnología podían ser dimensiones que tendieran puentes en lo que había sido una grieta destructiva” con la gestión saliente de la actual alianza Juntos por el Cambio.

Desde entonces se celebraron más de 50 reuniones con entidades científicas y otras con representantes de las 24 jurisdicciones del país, cuyos aportes sirvieron para modificar el proyecto inicial.

Tras la media sanción del Senado en octubre de 2022, un año después, este miércoles 11 de octubre, la Cámara de Diputados lo convirtió en ley, con 156 votos afirmativos (en su mayoría oficialistas) y 98 ausencias, entre ellas la de Milei.

El texto final propone diez grandes desafíos. Entre ellos, erradicar la pobreza mediante la producción de bienes y servicios basados en el conocimiento; impulsar la biotecnología para alcanzar la soberanía alimentaria; potenciar el desarrollo aeronáutico, espacial y de telecomunicaciones; y promover la industria informática, incluyendo la aplicación de inteligencia artificial en los procesos productivos.