México. 

Durante más de 10 años, Rosario fue manipulada por su marido: le controlaba el dinero, sus salidas de casa y hasta la ropa que vestía. Fue un maltrato por el que casi se suicida.

En México, 3 de cada 10 mujeres sufren violencia psicológica.Ya no importaba si me arreglaba o no me bañaba, porque esta persona me cuestionaba, que para qué, porque es muy celoso”, contó Rosario.

A ella la salvaron en una de las 13 casas de las “Siemprevivas” y pudo recuperar la confianza en sí misma. Esta reciente iniciativa de la alcaldía de Iztapalapa al oriente de CDMX ha atendido a unas 8 mil mujeres en el último año.

Como explica su coordinadora y psicóloga, Angélica Olivares, su forma de abordarlas ha sido clave para prevenir una violencia intrafamiliar muy normalizada.

“Las mujeres no siempre identifican que viven violencia. En estos espacios damos otras actividades como activación física, salud, nutrición, servicios ginecológicos y en el inter les damos charlas para que identifiquen si en sus relaciones hay señales de violencia”, comentó Angélica.

Otro de los desafíos es superar el miedo a que sus vecinos las vean entrar en estos espacios y las señalen como víctimas. Por eso, se organizan a diario unas brigadas callejeras de concientización.

La coordinadora de las 50 orientadoras comunitarias, Sarahí Fabián, enfatizó que la estigmatización también se da en las instituciones que deberían proteger a las mujeres.

“Lo que nosotras decimos desde las visitas en las casas es que hay estos centros especializados, los cuales son más cercanos, donde no te vamos a revictimizar y donde no vas a ser juzgada. Nosotras sí, te creemos”, dijo Sarahí Fabián.

La alcaldía además ha colocado alumbrado en varias áreas de sus avenidas principales para crear senderos seguros. Más del 70 por ciento del hostigamiento y los delitos sexuales, ocurren en la calle y en el transporte público.

Ese temor provoca que cerca de la mitad de las mexicanas dejen de salir a caminar, visitar parientes y amigos e incluso la escuela. La mayoría se ven obligadas a tomar rutas diarias más largas o cambiar su vestimenta para intentar esquivar el acoso.

“Hombres enfrente de mí se están masturbando o pasan y te rozan. Uno no se puede poner con un hombre, sí podemos pedir auxilio, pero a veces no hacen nada”.

“Las mamás tienen que mandar a alguien por sus hijos o ir ellas por ellos porque tienen temor de que algo les pase a sus muchachitas”.

“Me paralicé y desde entonces no puedo viajar sola en metro. Me da mucho miedo y siento que en cualquier momento me puede pasar”, contaron diversas mujeres.

Una violencia machista recurrente y generalizada contra la que hoy Rosario alce su voz para que su hija de 12 años pueda vivir libre.